[💌] #17 «La identidad de la anónima.»

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Te encontrabas en la ubicación dada en la última carta, un parque cerca de tu casa.

No lo ibas a negar, estabas demasiado nerviosa por lo que pudiera suceder en unos momentos, en cuanto llegara tu preciado amor Kirishima.

¿Se decepcionaría con la identidad de la 'anónima'?, no ibas a mentir, te sentías un poco alterada. Quizás y él ya sabía que eras tú, pues en algunos momentos habías sido muy obvia, algunas de estas ocasiones a propósito, otras veces fue sin quererlo.

"Tranquila, respira, tú puedes..."- te decías a ti misma en voz baja, casi como un susurro; quizá estarías exagerando pero para poder confesarte requerías de mucho esfuerzo y valentía. Y en todos esos meses de haber enviado cartas, habías recogido de poco a poquito el valor que requerías para presentarte ante la persona que desde hace tiempo te gustaba.

"¿_____?"- una voz masculina te sacó de tus pensamientos de manera abrupta. Sentiste un escalofrío recorrer tu cuerpo de pies a cabeza. ¡Tu príncipe rojo había llegado!

"¡AH!, h...hola, Kiri, ¿cómo has estado?"- dijiste, con una sonrisa. Él te devolvió la sonrisa y ocultó sus manos en los bolsillos de sus pantalones.

Traía una camisa roja, holgada, y unos pantalones deportivos (pans). Y oh, ¡su cabello estaba hacia abajo!, se veía húmedo, como si no tuviera mucho de haberlo mojado.

"He estado bien, gracias por preguntar, ¿y tú?"- tomó asiento en uno de los columpios y tú hiciste lo mismo, sentándote en el columpio de al lado.

"¡Bien!, muy bien, jeje..."- jugabas con tus dedos mientras tanto. ¿Cómo no te ibas a sentir nerviosa?, si se veía demasiado bien con ese estilo de peinado. No era lo usual, pero le quedaba bastante bien.

Él comenzó a columpiarse lentamente, y mientras se balanceaba, te miró de reojo un par de veces. Estaban en silencio, no era incómodo, al contrario, había calma en el aire (mientras que en tu interior no). Sentías su mirada mientras te dedicabas a ver el suelo bajo tus pies.

<En efecto, el suelo está hecho de suelo.>

"¿Esperaste mucho?"- habló, rompiendo el silencio. Sin embargo, ahora notabas un poco de nervios en su tono al hablar, ya no estaba presente esa energía de siempre.

"¡No!, en realidad llegué hace poco y... espera, ¿qué?"- dirigiste tu mirada de sorpresa a él, y él solo soltó una risilla, bastante dulce para tus oídos.

"Es bueno saberlo, no sería un caballero si te hubiera dejado esperando demasiado tiempo."- suspiró, y luego te miró directamente a los ojos. "¿Eres tú, cierto?, la de las cartas, la chica que me daba ánimos con sus poemas, con sus palabras de dulzura... todo el tiempo fuiste tú."- un sonrojo se hizo presente en sus mejillas.

Te quedaste en silencio, luego sonreíste levemente y también te sonrojaste (más que él); asentiste, sin decir algo al respecto. Te alegraba saber que su opinión sobre las cartas y su contenido tenía un efecto positivo en él.

"Gracias por enviarme esas cartas, por dejarlas en mi casillero. Incluso en los días nublados, tus cartas eran como ese rayito de sol que necesitaba."- extendió su mano hacia ti; lo dudaste un poco, pero finalmente extendiste tu mano y él entrelazó la suya con la tuya, compartiendo calidez. "No hace mucho supe que eras tú la emisora, simplemente tenía mis sospechas. La letra de 'ella' y la tuya, son iguales, Quizá fui un poco tonto al no notar que el apodo que ella ponía en sus cartas para mí, era el mismo que tú me pusiste. Y aunque no fue difícil de idear, solo tú te refieres a mí como "Kiri"."

"No tienes que agradecerlo."- dijiste, cabizbaja.

El varón dio un leve apretón en tu mano y rió levemente.

"¿Por qué lo hiciste?, ¿por qué enviaste esas cartas?"- se giró aún en el columpio y puso firmes sus pies en la tierra para no perder el equilibrio; con su mano libre levantó tu mentón, obligando a que lo vieras a los ojos.

"Porque me gustas."- en cuanto viste sus brillantes ojos rojizos, quedaste hipnotizada. No podías mentir y no planeabas hacerlo, así que simplemente dijiste la verdad de todo, demasiado natural y sin titubeos.

Sus ojos se abrieron más de lo normal, y sus manos comenzaron a sudar. Soltó tu mentón y tu mano también. Sin poder controlar el columpio, se giró de imprevisto y cayó al suelo.

"¡Eijirō!"- exclamaste, y de inmediato te levantaste del columpio para poder ayudarlo, mientras él sobaba su cabeza. Le diste una mano y la aceptó, poniéndose de pie y sacudió su ropa. Luego, rió.

Su risa fue contagiosa así que también reíste, y entre los dos se carcajearon por la repentina situación.




"También me gustas."- dijo de la nada, cuando se encontraban sentados en una banca. Ya era el atardecer, y mientras disfrutaban de la vista frente a sus ojos, decidió que era la mejor oportunidad.

Tu corazón latió como loco. Lo miraste, girándote, para verlo a los ojos. El nerviosismo en su tono de voz había desaparecido, ahora solo había determinación. Sonrió levemente, y sus ojos brillaron al hacer contacto visual con los tuyos.

Tomaste sus manos entre las tuyas y sonreíste también.

"Entonces..."- te quedaste en silencio después de decir eso.

"¿Quieres salir conmigo?, es decir, ¿quisieras tener una cita conmigo?, para formalizar lo nuestro... si estás de acuerdo, claro."- en cuanto terminó de hablar, asentiste efusivamente y lo abrazaste con fuerza; él rió y correspondió tu abrazo.

"- en cuanto terminó de hablar, asentiste efusivamente y lo abrazaste con fuerza; él rió y correspondió tu abrazo

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Objetivo: enamorarlo. || Eijirou Kirishima.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora