─Lo siento, no hemos podido hacer nada.
Me aferre a la mano de mi madre, como si fuera una balsa en mitad del desierto. Intente que el mundo no se me cayera encima, pero la respiración empezaba a tornarse irregular y el agarre de la mano empezaba a aflojarse, ella tampoco lo estaba aguantando. Observe a mi hermana, quizás era demasiado pequeña para entenderlo, simplemente sostenía a mi hermano el cual no tenia mas que meses.
─Miente, el miente ¿Verdad Mamá?─ Mi voz sonaba temblorosa, no quería aceptarlo. No podía estar muerto.
─Cariño ...
Sin dejarle terminar, salí corriendo por el pasillo, esquivando enfermeras y camillas desperdigadas por aquel hospital. A lo que me quise dar cuenta, estaba fuera, bajo la luz de la luna que resaltaba mis lagrimas con su brillo.
Sentía el temblor de mi cuerpo, mi respiración entrecortada y una ráfaga de pensamientos que se solapaban unos encima de otros, haciéndolos inentendibles pero notables, se clavaban en mi pecho uno tras otro, hundiéndome mas. De un momento a otro deslice mi espalda contra el pequeño muro que había en la plaza frente al hospital y, escondida entre la oscuridad de los rincones y los arbustos, me deshice pensando en lo injusto que era todo.
El no se merecía ese final, ¿Cómo se lo iba a merecer? , era culpa de la gente, de su egoísmo, de su poca profesionalidad. ¡Era culpa de todo el mundo!
Tampoco es que tuviera edad suficiente como para entender lo que sentía, lo que pasaba o como si quiera se había dado ese caso tan injusto.
No podía razonar en ese estado y tampoco era consciente de mi entorno, aun así fui capaz de notar una presencia cerca de mi, observándome, esperando su momento. Tarde un poco en levantar la cabeza, pensaba que quien fuera, se iría si le ignoraba, pero no fue así.
Era una chica, parecía mas o menos de mi edad, quizás un poco mayor. Su pelo era castaño oscuro, al igual que sus ojos chocolate. Tenia una mirada tan profunda que fui incapaz de apartar la mía, no al menos hasta que note como acortaba la distancia y se posicionaba en frente mía.
─¿Por que lloras?
─. . . ─ ¿Qué podría decir? No sabia quien era esta chica
─¿Alguien te hizo daño? ─ El tono de la castaña era frio y sereno, no muy propio de una chica de su edad, aun así podía notar su preocupación y un ligero cariño, como si de un intento de caricia leve se tratara sus palabras─ Podría encargarme de el.
Sorbí mi nariz y negué lentamente, tampoco entendía muy bien a que se refería, pero su compañía relajo un poco mis temblores, aunque seguía notando frágil mi cuerpo─ No te conozco. . . Mama siempre dice que no debo hablar con extraños. . .
─Mi padre dice lo mismo. . . Siempre dice que cualquier desconocido puede matarte y que como yo aun no puedo hacerlo, debo esconderme y ser inteligente.
Rei ante su explicación un poco nerviosa y sorprendida, pese al momento, lo que se había inventado me había causado gracia. ¿Qué niña hablaba así? Aunque ella solo fruncía el ceño como si no entendiera mi risa. La vi encogerse de hombros y sentarse a mi lado con cuidado.
Seguía hundida en mi espiral de tristeza, pero su compañía había hecho concentrarme en esa aura misteriosa que emanaba, evadiéndome temporalmente del problema.
─¿Entonces... por que lloras?─ Agache mi cabeza ante su pregunta y apoye mi cabeza en mis brazos, los cuales se apoyaban cruzados en mis piernas flexionadas, haciéndome bolita.
─Los adultos son crueles ... y egoístas─ Respondí en una pequeña reflexión, la máxima que podía hacer con mi corta edad─ A veces parece no entienden que sus acciones tienen consecuencias en los demás...
─Pero tu te harás adulta en un futuro─ Respondió con calma la castaña, notaba su mirada en mi─ ¿Eso significa que eres cruel y egoísta?
─¡No! ─ Respondí rápidamente frustrada─ No seré ese tipo de adultos... pienso ayudar... a cualquiera que lo necesite.
─¿Incluso si la gente no hará lo mismo para ti? ─ Me descoloco su pregunta, la cual confrontaba a las primeras cuestiones morales que parecían cocerse en mi interior. Pensaba también en como la chica aun siendo de su misma edad podía preguntar con tanta inteligencia, como si tuviera una gran experiencia debido a años de vida─
─Si... incluso si no lo hacen por mi ─ Estaba decidida, si ella podía ayudar a alguien, lo haría, pasase lo que pasase. ¡Era lo correcto! Nunca se sabe si la vida de alguien depende de tu ayuda y atención.
─No siempre puedes ayudar a todos.
─¡Pues me da igual! ─ Me sobresalte levemente, cosa que sorprendió a la castaña que simplemente me miro con una ceja elevada. Dirigí mi mirada al suelo un poco avergonzada─ Perdón. . .
La chica posiciono su mano sobre la mía, de manera breve, como muestra de que no pasaba nada. Acto seguido se levanto y parecía marcharse, pero antes de irse me miro-
─No te olvides que también tienes que ayudarte a ti misma.
-
Me sobresalte, posicionándome rápidamente sentada en la cama de mi habitación, completamente a oscuras. Mi pecho subía y bajaba, estaba alterada, era obvio que había tenido otra pesadilla. Suspire cansada y me volví a tumbar mirando al techo, tratando de volver a dormirme y recuperar horas de sueño, mis ojeras empezaban a delatar lo poco que dormía.
Parecía que las pesadillas no hacían mas que aumentar, lo asocie al estrés del trabajo, pero en el fondo sabia que no era así.
Me estaba consumiendo.
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Balas Perdidas
Mystery / Thriller─Pienso ayudar a cualquiera que lo necesite. ─¿Incluso si la gente no hará lo mismo para ti? La mirada de la pelinegra no decayó, se hizo mas fuerte entre la oscuridad de la noche. ─Incluso si no lo hacen por mi . . . ─No siempre puedes ayudar a t...