capítulo 5

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Aquel jueves pintaba aburrido, las alumnas de Castle Muller se habían ido de excursión a Dublín eso significaba que no podría ver a Caitlin hoy, a esto se le sumaba que las clases de hoy eran un auténtico coñazo y que mi compañero de cuarto era el típico rarito que da grima. En cuanto me levanté le vi allí, parado en su escritorio haciendo apuntes de las clases que habíamos tenido en estos dos días, no sólo eso, sino que me había llenado la estantería de libros de pajarracos y demás mierdas, había uno de artrópodos donde en la portada venía la imagen de una araña muy fea y gorda, joder, esto era demasiado. Obvio estaba molesto con eso así que decidí hacérselo saber

-Oye- llamé su atención y se giró en su silla para mirarme- ¿Qué cojones...Por qué has llenado la estantería de libros tuyos? Se supone que hay que compartirla.

-Disculpa – respondió- No lo sabía, en mi otro colegio teníamos una para cada alumno.

-Pues aquí no – contesté- Así que si eres tan amable quita esos libros sobre todo ese primero, que puto asco.

- No digas eso de mis libros

-No es de tus libros, es de la portada de ese, me dan asco las arañas- dije intentando no fijar mis ojos en esa cosa, si se trata de miradas ella ganaba.

- ¿Y que más te da? - me preguntó con fastidio – Seguro que ni lees

-Leo cosas normales, no bichos feos

-Lo que tu digas- suspiró -No quiero discutir, luego los quito ahora llego tarde -dicho esto se marchó rápidamente dejándome frustrado. ¿A dónde mierdas tenía que ir ese? Como sea me levanté, como siempre voy con prisas y había tan poca luz me tropecé con un zapato y por poco me rompo la crisma. Antes de ir a misa abrí la ventana aprovechando que todavía el verano daba sus últimos coletazos y fumé un cigarrillo mientras revisaba mis mensajes. El tostón que nos estaba soltando el señor Hoffman no podía ser descrito con palabras en nuestra lengua. Era un hombre mayor, a punto de jubilarse, y tenía un ligero tartamudeo además de que hablaba lento, demasiado. Tenía especial interés por la filosofía Nihilista pues
en todas sus clases la ensalzaba quejándose de todo, pero este curso quiso comenzar con debates filosóficos entre sus alumnos. El eterno dilema de la libertad era un tema preferente y comenzó con aquello, habituado a no salir de su zona de confort se centró de nuevo en que era la libertad real. El pesado de Cillian Brandy le contestó con una respuesta que siempre agradaba al señor Hoffman pues se relacionaba con el nihilismo.

- Que ganas de que llegue el viernes – dijo Josh susurrándome durante la clase de filosofía-Deberíamos ir a Opium Live, las tías ahí están tremendas.

-Josh estás muy salido- le respondí riéndome- Sólo piensas en eso

-Oh, claro, como tú tienes a Caitlin – contestó sonriendo- Yo también quiero echar un polvo ¿Si no para que sirven las tías?

- ¿Y los próximos 50 minutos que haces? – pregunté riéndome en voz baja

-Cabrón- Josh me dio un codazo amistoso

-¿Vais a ir a Dublín el viernes? - Preguntó Anthony metiéndose en la conversación dispuesto a
autoinvitarse a la fiesta – Ahí siempre se pilla a alguna tía sobre todo cuando van hasta arriba – que asco de tío, en serio que le odio cuando hace esos comentarios.

- ¡Ustedes tres, silencio! - el amargado del profe nos mandó callar- Señor Murphy- se volvió hacia Isaac- ¿Tiene algo que opinar sobre el artículo? Para mi sorpresa el otro petardo de clase, el friki de los libros grimosos había levantado la mano y se puso a hablar.

-Me pregunto por qué nos suscitan a desear renunciar a la libertad por la comodidad de ser dominado. Afortunadamente pienso que el hombre también tiene una voluntad de poder que
desea la libertad, que insiste en decidir por sí mismo, cada uno de nosotros individualmente, de que es bueno y que es malvado. Me inclino por el vitalismo de Nietzsche y el deseo del hombre de alcanzar su libertad real, de alcanzar su poder.

La solitaria tumba de Graceland Donde viven las historias. Descúbrelo ahora