10. Stephen Strange

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Cuando Llegue El Momento

Stephen Strange era conocido como el mejor neurocirujano del país, un título bastante ostentoso a decir verdad. Él era muy consciente de su gran talento y nunca tuvo la más mínima intensión de ocultarlo. No le interesaba ser modesto, después de todo era capaz de hacer cosas que muchos otros ni siquiera podían ser capaces de considerar.

Pero ahora, la desesperación lo consumía y sentía que el mundo se le iba entre sus manos al ver que ni sus doctorados, ni sus manos tan prodigiosas, ni ese título que avala su gran capacidad, le servían. No le servían porque no podía salvar a esa persona que le dio una nueva esperanza en la vida, el hombre que siempre estuvo a su lado y del que sin saber cuando ni como, se enamoro como un maldito adolescente sin remedio.

Ahora estaba en su oficina estudiando cuanto libro había, todos los casos anteriores en donde pudiera encontrar algo que le ayudara, así fuera lo más mínimo. Pero incluso él que tenía tantos años trabajando durante días enteros sin descansar, comenzaba a ceder ante el sueño y el cansancio que invade a todo su cuerpo.

Con pesar soltó el libro sobre todos aquellos expedientes que están en su escritorio. Se frota los ojos al sentir un ardor por todas esas horas de sueño perdido, pero se niega a dormir, solo se recuesta en el respaldo de su silla y sin poder evitarlo su mente comienza a pensar en aquel castaño que se encuentra algunos pisos por encima de él. Y la tristeza lo invadió nuevamente al recordar como es que un día simplemente lo encontró inconsciente en casa, como todos los estudios arrojaban a una masa en su cerebro que finalmente estaba comenzando a destruir todo, incluso su propia vida. Hace apenas un par de semanas el mismo había realizado la cirugía, pues se había negado a que alguien más la realizará, no permitiría que la vida de su amado quedara en las manos de todos ellos que no eran lo suficientemente capaces para hacer algo extraordinario, y nadie se opuso a que él lo hiciera, pues a pesar de su arrogancia y poca empatia, sabían que todos sus títulos no eran por nada.

Fue sin duda alguna, lo más difícil que había hecho en toda su carrera, por el hecho de que era alguien importante para él y su vida estaba en aquella fina línea que la separa de la muerte. Después de tantas horas que le parecieron una eternidad, habían logrado extraer un masa de gran tamaño que se alojaba en su cerebro. Sin embargo, él sabía que quedarían consecuencias, si es que él lograba recuperarse.

Fueron días enteros en los que no despertaba, pero al menos no empeoraba. Hasta que finalmente lo hizo y con gran emoción vio otra vez aquellos ojos hazel que le hacían suspirar como enamorado sin remedio.

- Tranquilo, ______. - Fue lo primero que a Stephen se le ocurrió decir al ver la mirada confundida del castaño.

Después de eso tuvieron que someterlo a diversos estudios y lo único que pudo hacer fue estar a lado de ______, pues por el momento, no había más que hacer.

- P-perdón... s-solo no... no quise preocuparte... en un i-inicio... se quitaba con una... pa-astilla... y después s-simple-mente... no sé. - Dijo ______ un día, con dificultad pues arrastraba las palabras y le costaba vocalizar, pero necesitaba decirlo al ver a Stephen observarlo con gran detenimiento, como si quisiera saber, con solo mirarlo, todo lo que había pasado.

Stephen quería decirle que hizo mal, que él pudo haberlo ayudado mucho antes, pero nada de eso haría que ______ mejorará pronto, al contrario, lo iba a desanimar. Así que solo se acerco y peinó sus cabellos, dejando un beso en su frente.

- Eso ya no importa, ahora hay que centrarnos en que mejores. - Intento darle una sonrisa y siguió acariciando su cabello con una mano, mientras la otra sostenía la pálida del contrario.

One Shots | Marvel - Male Characters | Male ReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora