11. Un error, tal vez

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Esto era nuevo. Completamente nuevo a lo que ya estaba acostumbrado a vivir y experimentar por mi cuenta, porque jamás he estado acompañado. No hasta que llegué aquí, hasta que llegué a esta universidad, donde encontré amigos, donde encontré compañeros realmente interesados en conocerme, y finalmente, amor.

Suena raro decirlo en voz alta, porque aún no me acostumbro a esto de ser lesbiana. Pero, es aquí donde me doy cuenta, que no hay que acostumbrarse, porque siempre estuvo dentro de mí, solamente que no lo sabía aún.

Me gusta lo que esto ha hecho de mí, me gusta la nueva persona que soy, me gusta la gente de la que estoy rodeada (excepto William, su grupo y las chicas), me gusta los amigos que he hecho en el camino, me gusta la seguridad que tengo ahora, pero más que nada, me gusta mi nueva vida. Me gusta, aunque lamentablemente tendrá que destrozarse y desaparecer al final.

Porque, como cada historia tiene un inicio, también tiene un final. Y en este, es triste, a diferencia de otras. En este, no hay manera de evitarlo. Y en este, nada iba a salir como uno quisiera que lo hiciera.

Puede que Yaira y yo, o bueno, Yaira y Jazmin puedan arreglárselas y descubrir las intenciones de cada una, llegando al punto de estar en una relación, una sana y duradera relación. Pero, nada de eso iba a ser posible si no le contaba la verdad.

Había pasado exactamente un mes entero, desde el beso en su casa. Un mes entero desde que empezamos a vernos más frecuentemente como Yaira y Jazmin. Un mes entero desde que salir junto a la otra se volvió algo necesario para las dos. Y un mes entero, desde que, en cada salida, en cada momento que la veía a los ojos, esos ojos color al mar, supe que esto debía parar. Debía parar porque era doloroso, debía parar porque me estaba quemando por dentro.

Y, aun así, sabía que no estaba listo, no estaba listo para decirle a las únicas dos personas que más quería en el mundo sobre la mentira por la que había estado viviendo durante estos meses.

Y todo eso, solo para estudiar una carrera en el lugar perfecto.

No lo valía, ahora que estaba aquí, nada de esto lo valía. Para nada. Pero, de alguna forma, me daba a entender, que por algo lo había hecho. Y vaya que ese algo había sido una tontería.

—¿Jay? —su voz me hace volver a la tierra, dejando atrás todos mis pensamientos.

—¿Sí? —respondo, desorientado.

—Te preguntaba si querías ir a comer con nosotros —dijo, al mismo tiempo que cerraba la puerta para esperarme.

Y, por alguna razón, no pude evitar tomar la oportunidad para preguntarle lo que más quería desde que inicié con este error:

—¿Te gusta mi hermana? —sonó apresurado, salió sin siquiera dejar que mi cerebro lo procesara, ocasionando que una pelirroja se convirtiera en un tomate.

—¿Qué tiene que ver esto con ir a comer con Nathaniel y yo? —me dice, nerviosa.

—¿Qué son exactamente? —quiero saber, porque ni Jazmin puede responder esa pregunta, no cuando todavía no sabe si ella en verdad iba en serio conmigo, o solo estaba jugando conmigo y mis sentimientos.

Yaira me miró, cansada, pero al mismo tiempo confundida.

—Jay, ¿qué quieres?

—Quiero saber tus intenciones con ella —respondo de inmediato.

—No te incumbe —respondió, seria ante esto—. Llevamos saliendo un mes, ¿y hasta ahorita preguntas?

Cada estrella que he dejado que me conozcaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora