𝐱𝐢𝐯. a little help

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©CassandraBaker

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Adam siempre se había visto como un hombre bueno, podría decirse que era la puta hostia

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Adam siempre se había visto como un hombre bueno, podría decirse que era la puta hostia. Siempre trayendo alegría al Cielo con su actitud apabullante. Le encantaba hacer conciertos de rock para el deleite de todos los ángeles y muchas veces organizaba noches de cine para ver películas con las exorcistas.

Esas perras eran lo mejor, un grupo de mujeres fieles a él, como debía ser. Y es que le encantaba pasar tiempo con ellas, eran como sus hijas y le gustaba pensar que ellas también lo veían como una especie de figura paterna. A su manera, intentaba ayudar a sus chicas cuando podía. Siempre pedía las hamburguesas sin pepinillos de Koala porque le daba vergüenza pedirlo ella, ayudaba a Kitty a entrenar en secreto porque se sentía inferior a sus compañeras y siempre que acababa un exterminio se encargaba de organizar una fiesta para que pudieran descansar después de tanta matanza desenfrenada.

Nunca lo admitiría en voz alta pero le encantaba ayudar a sus chicas cuando tenían problemas. Y es por eso por lo que llevaba varios días bastante inquieto.

Algo le pasaba a una de sus chicas y no sabía qué era. Se trataba de la más indescifrable e implacable de todo el escuadrón: Lute, su mano derecha.

Llevaba un tiempo viéndola muy distraída, lo que no era muy común en ella, pero ella nunca quería hablar con nadie de cosas que no fueran del trabajo y no había forma de que sacara a relucir sus preocupaciones. Pero estaba más que claro que algo la tenía preocupada y se notaba en su actitud. Por primera vez en siglos había fallos en sus informes, estaba tan distraída que no escuchaban cuando le hablaban y cuando por fin atraían su atención, se asustaba y tiraba todo que llevaba en las manos.

—Ey, Lute. ¿Podemos hablar?

Algo le estaba pasando al ángel y eso inquietaba al primer hombre.

—Claro, señor— respondió de forma inminente cuando acabó de recoger todos los documentos que se le habían escapado de las manos.

—Vamos a tomarnos algo.

—¿Perdone? —preguntó alzando la ceja.

—Estás muy tensa y necesitas relajarte. Ven a tomarte una cerveza conmigo —le ofreció con una sonrisa.

Como siempre, Lute aceptaba toda petición que le hiciera su jefe y se fueron a un bar tranquilos a tomarse unas cervezas.

Tras un par de tragos, Lute parecía estar más dispuesta a hablar.

—¿Cómo puede saber uno cuándo está enamorado? —cuestionó con las mejillas sonrojadas.

Aquella era la última pregunta que esperaba escuchar de su mano derecha. Adam estaba asombrado.

❛ labyrinth ❜ 𝓔𝓶𝓲𝓵𝓾𝓽𝓮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora