Capitulo VIII

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Mientras las manecillas del reloj convergían lentamente a medianoche, la figura del azabache se hizo presente despertando de su sueño, una expresión de perplejidad adornaba sus rasgos mientras luchaba por descifrar el mensaje críptico que le fue entregado a través del velo de los sueños.

Mirando la habitación bañada por la suave luz de la luna, vió la silueta del rubio acurrucada en el suelo. Acortando la distancia, estudió sus delicados rasgos, incapaz de contener una tierna risa ante las expresiones cómicas que llevaba en sus sueños. Con un suave movimiento, extendió la mano hacia su rostro y, juguetonamente, pinchó con su dedo la mejilla del contrario divertido por lo extraño del momento.

- Dobe- mencionó con una expresión calida.

Decidido a descubrir que era lo que su enigmático sueño quería decir, escribió una nota de despedida, colocándola delicadamente sobre las sábanas de la cama, despidiéndose del rubio dormido cuya presencia permanecía en sus pensamientos.

Recuperando con cuidado el anillo que yacía abandonado en el suelo, lanzó una última mirada nostálgica al de mechones rubios, su forma bañada por el suave resplandor de la luz de la luna que se filtraba a través de la ventana. Con el corazón apesadumbrado pero decidido, se preparó y saltó por la ventana, impulsado por el anhelo de las respuestas.

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El resplandor dorado del sol lo arrancó de su letargo inconsciente, bañando su rostro con una cálida luminosidad y devolviéndolo lentamente a la realidad.

- Sasuke ¿Qué fue lo que pasó anoche?, todo brillaba mucho y después ¿me dormí?- dijo mientras se despertaba.

Al encontrarse con el silencio en respuesta a su pregunta, recorrió la habitación con la mirada, buscando cualquier rastro del azabache, pero solo descubrió el vacío y el eco persistente de preguntas sin respuesta.

Levantándose del suelo, sus ojos explorando cada rincón de la habitación en busca de restos de la presencia de Sasuke, se topó con una nota cuidadosamente colocada, cuyo mensaje decía:

"Si tú soñaste lo mismo que yo, entenderás porque me fui. Ten cuidado. Mi padre (el duque) está intentando hacer una revolución. Haré todo lo posible para frustrar sus planes, pero en caso de que fracase, debes estar preparado. Mantente alerta."

Abrumado por la información, sintió una oleada de ansiedad recorriéndolo. El sueño que le pareció una advertencia lo dejó desconcertado e inquieto. Si bien el intento de revolución del Duque le generó preocupación, palideció en comparación con la amenaza inminente a la seguridad del azabache en su intento de frustrar los planes de su padre.

En eso entró su mayordomo con una taza de té.

- Su Alteza, té matutino- dijo tendiendole la taza.

Tomó la taza con naturalidad acostumbrado de esto pensaba él.

- ¿Cuál es el itinerario de hoy?- soltó esas palabras como si fuera algo que hubiese dicho desde siempre.

- Nos informaron que los Akatsuki se han ido de este pueblo, así que volveremos al castillo para informarselo a Su Magestad, el rey.

- De acuerdo, prepara el baño Ryōsuke.

El mayordomo al escuchar la orden se fue a hacer su trabajo.

Después de pronunciar el nombre del mayordomo, un nombre que le era totalmente desconocido, hizo una pausa, envuelto en una oleada de perplejidad. Le parecía imposible haber conocido ese nombre de antemano, pero se le había escapado de los labios con inquietante facilidad. Este conocimiento inexplicable lo dejó sumido en sus pensamientos, lidiando con el misterio de cómo esa información había llegado a su conciencia.

Yo nunca he escuchado el nombre del viejo ¿o si?- pensó confundido el rubio.

Además, se encontraba sorprendentemente a gusto con todo el asunto del "príncipe", a pesar de que habían pasado apenas cinco días desde que comenzó este torbellino de acontecimientos. La naturalidad con la que se adaptó a su nuevo rol era desconcertante, como si siempre lo hubiera sido, aunque la realidad de su situación todavía estaba fresca y desconcertante. Esta extraña aclimatación añadió otra capa al creciente misterio que rodea sus circunstancias.

Tal vez lo estoy pensando demasiado- reflexionó, intentando sofocar los pensamientos en espiral. Casi podía oír la voz burlona de Sasuke, reprendiéndolo.

Si él estuviera aquí- se imaginó con una leve sonrisa- Probablemente me molestaría diciendo que mi cerebro estaba empezando a echar humo por pensar demasiado- Este intercambio imaginario trajo una fugaz sensación de normalidad.

- Su Alteza, su baño está listo- el mayordomo avisó sacándolo de sus pensamientos.

Aturdido, con la mente llena de confusión y preguntas sin respuesta, se dirigió al baño.

Con su mente enredada en una red de confusión, decidió examinar sus recuerdos, buscando cualquier parecido con su antiguo yo. Necesitaba tranquilidad, una forma de convencerse a sí mismo de que su prolongada estancia en este mundo no había empezado a alterar su esencia.

Mientras mentalmente volvía sobre sus pasos, recordando la vida que una vez conoció, se aferró desesperadamente a los fragmentos de su identidad, esperando encontrar consuelo en la familiaridad de su pasado y la prueba de que permaneció sin cambios en medio de la transformación surrealista de su realidad presente.

A medida que profundizaba en sus recuerdos, se le ocurrió una comprensión escalofriante: había ciertas personas que instintivamente sentía que eran importantes para él, pero sus nombres y rostros se le escapaban. Este vacío inquietante carcomía su mente, provocando que una oleada de ansiedad surgiera dentro de él.

Cuanto más intentaba evocar sus imágenes o recordar sus identidades, más se le escapaban, como arena entre los dedos. Esta inexplicable amnesia hizo que su corazón se acelerara y una abrumadora sensación de temor se apoderó de él, amplificando su temor de que su prolongada estadía en este mundo estuviera cambiando el núcleo de su ser.
En eso recordó su sueño:

Se encontraba de pie al borde de un antiguo bosque, donde el tiempo parecía brillar y deformarse. El sol se ocultó tras el horizonte, proyectando un brillo de otro mundo en el paisaje. Cuando dio su primer paso, veinte días se desplegaron ante él como las páginas de un libro, cada día un delicado susurro en el tiempo.

Con cada aliento, un sonido silencioso resonaba en su alma, removiendo recuerdos enterrados hacía mucho tiempo. Estos recuerdos surgieron en cascada, entrelazándose con el camino que recorrió, guiándolo hacia las reliquias perdidas que buscaba.

Su presencia estaba entretejida en el tejido mismo de este mundo. Podía sentir su atracción, una fuerza magnética que lo acercaba cada vez más.

A medida que se acercaba el vigésimo día, se paró ante un antiguo altar, sobre el cual descansaba la última reliquia. Extendió la mano, sus dedos rozaron su superficie y, en ese momento, su sueño se hizo añicos.


Cuenta regresiva: 19 días
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 Susurros a través de ReinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora