Donde estoy" o "¿qué me pasó?" eran las preguntas que se hacía TN. Lo último que recordaba era una espada apuntando a su cuello. Bueno, una tenía respuesta: la segunda. Estaba muerto. Pero la primera aún no tenía respuesta.
Mientras continuaba caminando en lo que parecía ser el vacío, un camino se iluminó ante él, guiándolo hacia una gran puerta.
Mientras TN caminaba, se preguntaba a dónde iba. Solo tenía una certeza: fuera a donde fuera, iría en nombre de Dios y sin miedo. Mientras caminaba, recordó las palabras del versículo de Isaías 41:10 y comenzó a recitarlo.
"No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia."
Cuando llegó frente a la puerta, entró. Dentro, vio unas nubes que simulaban unas escaleras. Dudoso, pisó una, esperando que se cayera milagrosamente, pero no lo hizo. Ya confiado, empezó a subirlas. A medida que las subía, pudo ver algo que lo hizo sentir aliviado.