Capítulo 10

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¿Por qué los humanos insistían tanto en hacer algunos edificios tan desagradables a la vista?

El edificio en el que estaban entrando Sergio y Max, era monótono en esa forma particular en que lo eran los hospitales, oficinas gubernamentales y centros penitenciarios: paredes grisáceas en el exterior, paredes beige en el interior y alfombras color vómito por todas partes. Pero, por todo lo demás parecía bastante agradable en lo que respectaba a lugares como estos.

Estaba limpio, los muebles y obras de artes tenían cierta calidad, y el personal parecía atento y amable. Sergio no podía imaginar cuánto dinero gastaba su compañero manteniendo a su madre en este sitio. Hizo una nota mental de que tenía que convencer a Max lo más pronto posible para que le permitiera pagar las facturas.

Max le había hablado después del desayuno acerca de su madre. Tenía un tipo de demencia de aparición temprana llamada Alzheimer. La habían diagnosticado cuando Max estaba en la escuela de enfermería.

Sergio se puso las gafas de sol en la parte superior de la cabeza —usarlas evitaba que su demonio se irritara demasiado en días de sol—, y miró al chico que caminaba a su lado. Durante todo el viaje en auto, había estado tenso. Sergio se acercó y tomó su mano, y Max levantó la vista y le dedicó una pequeña sonrisa de agradecimiento.

Sergio estaba orgulloso de que su compañero se enfrentara a su grosero hermano. Claramente había estado soportando demasiadas cosas por sí solo durante demasiado tiempo.

Ya no más, prometió Sergio. Su demonio ronroneó de acuerdo.

Una mujer los saludó en cuanto se acercaron al escritorio principal. Sergio la vio dar una segunda mirada al ver sus manos unidas, y luego la mujer dirigió sus ojos muy abiertos a Max con una gran sonrisa.

— ¿Y quién es él? —Preguntó ella.

—Es Sergio —respondió Max tímidamente—. Él es, eh...

—Soy el novio de Max —interrumpió Sergio. "Novio" se sentía juvenil en comparación con su verdadero título: compañero. Pero necesitaban algún tipo de vínculo que fuera reconocible para los humanos.

Sergio quería que todos supieran que este hombre le pertenecía.

La sonrisa de la mujer se hizo más grande, si es que eso era posible.

—No me dijiste que estabas saliendo con alguien, Max —lo reprendió suavemente.

—Es algo bastante nuevo —Explicó Max. Sergio no tuvo que mirar para saber que su compañero se estaba sonrojando, pero lo hizo de todos modos solo para disfrutar la forma en que el rosa se deslizaba sobre las mejillas de Max.

Max se aclaró la garganta.

—Sergio, ella es Mary. La columna vertebral de este lugar.

—Oh—Ahora era Mary quien se estaba ruborizando. Dirigió una mirada severa y fingida a Sergio—. Será mejor que seas bueno con este chico. Tiene mucha gente apoyándolo.

—Creame, yo soy uno de ellos —Sergio la tranquilizó.

—Oh, me agradas.

—Ustedes dos podrán coquetear más tarde —Max resopló, aunque claramente estaba complacido por la aprobación de Mary—. ¿Cómo está hoy?

El rostro de Mary se oscureció.

—Me temo que no es su mejor día. No se ha sentido muy bien estos últimos días. Tenía que ducharse esta mañana, pero
hasta ahora, cualquier intento la ha hecho... infeliz. La hemos sacado de la cama, pero eso es todo.

El Compañero del VampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora