CAPÍTULO -10 KAIRO

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Ito Kairo
Un mes después...

Un abogado con cartera puede robar más que mil hombres armados.
Mario Benedetti.

Llegó el momento de rescatar a Alessandro, decidimos reunirnos horas antes para verificar que todo lo que hemos planeado este en orden. Me encuentro con Gavrel, Stefan, Gabriel y Leonardo, ultimando detalles del ataque; en mi territorio nos esperan Emir y John a modo de precaución por si surge una emboscada. Sara y Mateo son los encargados de nuestra seguridad. 

—Los armamentos están listos, Pakhan. En la primera caja van cinco fusiles AK47, cinco escopetas Benelli M3, tres escopetas Franchi SPAS 15, seis ametralladoras Gatling Gun, diez armas de 9 mm y municiones para disparar al aire —dice Stefan. 

—La segunda caja contiene un par de explosivos a pedido del narco Leonardo —agrega Gabriel.
Ese idiota nunca va a un ataque si no tiene explosivos en su mano. 

—Sin explosivos no hay diversión. Además, trataré de causar el menor daño posible —responde Leonardo. 

—Las camionetas que se pidieron están listas, todas y cada una de ellas blindadas. No les entrará una maldita bala, Pakhan —dice Gabriel. Libero una sonrisa orgulloso porque fueron diseñadas por nosotros. 

—Ok, Alessandro comenzará a ser trasladado a las 2:30 pm. Sara, dame la información que te solicite hace un par de meses de la ubicación Alessandro. 

—Está en el Centro Federal de Detención en Filadelfia, Pensilvania. Tenemos con nosotros la ventaja de que se encuentra cerca del territorio del señor Kairo, lo cual podría significar que su rescate será mucho más fácil de lo previsto. Alessandro estará protegido por cuatro carros blindados, a él lo llevarán en el medio, rodeados por dos al frente y dos atrás.  En N Franklin St, Philadelphia, hay un semáforo. Lo mantendré en rojo durante quince minutos. Eso les dará un tiempo de cinco minutos para emboscar las camionetas e inmovilizar a los custodios, otros cinco minutos para sacarlo y cinco minutos de ventaja sobre la policía. Solo tienen un intento, Pakhan. Si no logran rescatarlo, la cárcel que le espera es la de Colorado, ubicada a unos 185 kilómetros al sur de Denver. Tendrían que viajar hasta allá para llegar a él. 

—Estoy seguro de que Castel estará pendiente de su traslado, así que tendremos mucha compañía —digo, mientras intento comunicarme con Natasha. Necesito asegurarme de que estará bien, Gavrel y Mateo aún no saben sobre lo nuestro, y no tengo intenciones de decirles. 

—La identidad de Alessandro se mantiene oculta, pero una vez esté con ustedes, eliminaré todos los datos que tenga la DEA y cualquier otra base de datos para dejar su expediente limpio. Solo será protocolo, porque cuando tome el control de la mafia italiana, la lealtad se la deberán a él —informa Sara.

—Bien, tenemos una hora para estar listos. Probablemente ellos no nos vean venir, pero debemos estar preparados para cualquier cosa. Nos encontraremos debajo de mi edificio —indica Gavrel —. Que no se les olvide que Alessandro es uno de nosotros, así que no podemos fallar.

Esa hora es mi carta blanca para confirmar que tanto mis padres como Hana estén protegidos. También llamo a Natasha para tener noticias de ella, no quiso regresar a Nueva York, prefirió quedarse en mi apartamento con sus guardaespaldas y los míos.

—¿Cómo estás, cariño? —le pregunto, apenas me contesta. 

—Esa no es una pregunta para hacer ahora, Kairo. Vas a un jodido campo de batalla, ¿cómo quieres que esté? 

—Tranquila, Ohimesama. Estaré bien y en menos de lo que esperas volveré contigo de nuevo, sabes que soy un hueso duro de roer. 

—Está bien, está bien. Solo cuídate mucho, y cuida de Mateo y Gavrel, tengo un mal presentimiento. 

Flor del infierno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora