CAPÍTULO 27- KAIRO

501 41 14
                                    


Ito Kairo

Me gustaría pasar el resto de mis días con alguien que no me necesite para nada, pero que me quiera para todo.

Mario Benedetti

Su cuerpo se giró por completo hacía mí, sus ojos reflejaban una mezcla de sorpresa y anhelo. Levante mi mano para tocar su hermoso rostro.

—Lo que siento por ti va más allá de todo. Soy el maldito jefe de la Yakuza que gobierna Nueva Jersey y Japón, pero, ¡Joder, nena! Lloré por ti, sufrí por ti y hasta derrame sangre en tu nombre —confieso, después de mucho tiempo permito que mis sentimientos fluyan.

La intensidad de su mirada destaca en la oscuridad en la que nos encontramos. Una sonrisa tímida y llena de esperanza se forma en sus labios.

—Kairo... —susurra, no necesite que terminara la frase. En sus ojos encontré la respuesta que ambos habíamos estado buscando.

La acerqué a mí y la abracé con todas mis fuerzas. ¡Carajo! La extrañaba, extrañaba su cuerpo, extrañaba sentir la suavidad de su piel, el olor a fresa tan característico de ella. Estoy lamentando mucho habernos negado esto desde el principio. Ese abrazo se convirtió en la libertad que anhelábamos, una libertad del amor que existía entre los dos, no quería separarme de ella. Encajábamos a la perfección y sé que ella también es consciente de eso.

—Necesitamos hablar, pequeña flor —de sus mejillas empiezan a deslizarse pequeñas lágrimas—¿Por qué huiste de mí tantas veces? ¿Por qué no me dejaste amarte?

—Sé que he hecho muchas cosas egoístas y que lo que he vivido las últimas semanas no son más que las consecuencias de mis actos, pero créeme que a mí también me ha dolido todo esto. Lo siento, de verdad lo siento —verla llorar por mi culpa me hace querer golpearme por hacerla sufrir con mi frío comportamiento.

—Cuéntamelo todo, Natasha. Necesito escuchar tu versión y conocer tus razones para quitarme el dolor que carga mi alma —le pido con voz entrecortada.

—Cuando paso lo de Gavrel decidí que era mejor irme, mi familia me necesitaba, o al menos esa fue la excusa que me di a mí misma para aceptar que ese no era nuestro momento. Me fui a Rusia y allá me dediqué a reforzar mis defensas y a perfeccionar mis técnicas de ballet, necesitaba encontrarme antes de volver a ti. Juro que quise volver, no me sentía en paz conmigo misma al saber que nuestro último beso había terminado con un sabor amargo, pero antes tenía que serme fiel a mí, me había prometido que volvería cuando no sintiera dudas, no quería fallar —la escucho con atención y sin interrupciones—. Cuando me di cuenta, habían pasado diez meses, Gavrel ordenó mi regreso al territorio de la mafia rusa en Estados Unidos, pero decidí quedarme aquí en Nueva Jersey —pequeños espasmos empiezan a sacudir su cuerpo, está por llegar a la parte en la que abusaron de ella. Una furia, que creía apagada, se enciende al caer en cuenta de que todavía no encuentro al infeliz que lo hizo—. Llegué al que había sido mi antiguo apartamento y comencé a desempacar y ordenar todo, de alguna manera siempre me llegaba o buscaba información sobre ti. Encendí el televisor para entretenerme con algo y lo primero que apareció en pantalla fuiste tú, te estaban entrevistando por la inauguración de uno de los mejores hoteles del mundo, al que nombraste como mi flor favorita. Intentaron indagar en la relación que habíamos mantenido, pero te limitaste a decir que había sido un amor no correspondido que formaba parte del pasado. Me dolió escucharte, porque yo sabia que no había sido así; esa misma noche quise ir contigo para decirte lo equivocado que estabas, que tu amor era correspondido, pero no tuve las fuerzas necesarias para buscarte. Dejé lo que estaba haciendo y me acosté a dormir, esa noche soñé que estábamos juntos y que éramos felices; desperté en la madrugada con lágrimas bañando mi rostro, ese sueño había sido hermoso, me levante para ir por un vaso de agua a la cocina, pero al pasar por la sala había alguien sentado en uno de los sillones —puedo ver cómo se tensa, más lágrimas salen de ella. Todo este tiempo ha sabido quién lo hizo, ella vio al maldito que la violó.

Flor del infierno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora