Capítulo 8

628 33 2
                                    

Y como por arte de magia, Kassia empezó a aparecer en el radar de Alice y se hicieron amigas en tres días. La hermana de Maksym era su viva imagen, podía matarte sin problemas ni remordimientos, pero te hacía agonizar hasta llevarte a tomar la decisión de que le quitaras la vida.

Eso solo sucedía si le sacabas el lado malo a la hermana menor.

—Vamos a viajar esta noche a Miami. Los vestidos ya lo elegimos con toda la ropa que te compré ayer —le informó la chica—. ¿Alguna vez viajaste a Estados Unidos, Alice?

—Nunca he salido de Europa —admitió—. Mi madre no tenía el dinero suficiente para comprarme un boleto de avión y mi padre aunque lo tuviera jamás me lo hubiese permitido.

Kassia la miró mientras hacía sus maletas. Ella sanó muy rápido sus heridas, pero jamás escuchó a Nana o a Jack comentar de que se quejara. Sí, Alice era bonita, pero se parecía a las típicas rubias tontas.

No, ella no era así. Solo demasiado inocente del mundo exterior.

—Iré a hablar con mi hermano sobre tu pasaporte. Ve a tu habitación, toma una ducha y nos vemos en un rato en la entrada de la casa —le informó la pelinegra y salió en busca de Mak.

Él le había dicho cuál era la misión con Alice, pero la chica no mentía. Kassia aprendió a leer los ojos y además de miedo y nervios, no había más nada.

—Mak... —tocó dos veces la puerta de la oficina antes de entrar—, necesito hablar contigo.

—Pasa —suspiró y la vió entrar. Jack besó su mejilla y salió para darles privacidad—. ¿Por qué ese hombre se aferra en dejar sus gérmenes en las mejillas de todo el mundo?

—Ya me contó que besó a Alice. Le pareció muy tierna y muy loca —se burló.

A él no le agradó lo que dijo, pero no lo demostró. Recordó que en unas horas viajaban a Miami y se encontrarían con sus amigos del Sacerdocio. Eran hombres y lo que había ocurrido días atrás ya había sido solucionado con un perfecto contrabando de gasolina.

—¿Qué quieres?

—Alice viajará conmigo. Necesito sus documentos para meterlos en su linda cartera. Ya hemos empacado todo y Maksym, ella es inocente —confesó—. En tres días lo único que ha hecho es de hablar de Pame, lo que le enseñó a cocinar y la manera humilde en que la crió su mamá. No hay más historia.

—¿Y su padre? Ella me dijo...

—La golpeaba, hermano. Alice fue una niña maltratada. Su madre la cuidaba, pero su papá tenía más poder que todos. Es una mujer que sabe mucho, pero es demasiado temerosa del mundo —lo interrumpió y esperó alguna reacción de su parte.

—Sigue siendo su amiga. Alice es libre de irse cuando lo desee. No la voy a detener —sacó de su gaveta los documentos de identidad—. Dáselo a ella y si se va mañana después de la fiesta de recaudación de fondos, tienes prohibido seguirla.

—Somos amigas...

—Kassia, puede ser tu amiga a distancia. Así como lo eres de Alessandra. No veo cuál es el drama. Si necesitas a alguien que esté bajo tu falda a toda hora, de regreso a Polonia anuncio que te vas a casar con Jack —le advirtió.

Ella lo miró indignada, se acercó y desordenó los papeles de su escritorio.

—¡No todo en la vida tiene que ser una jodida amenaza! ¿Por qué no me dejas irme con mis padres entonces? —salió de la oficina como alma que lleva el diablo.

—¡Kassia! —la siguió mientras le gritaba—. Tú sabes perfectamente por qué no te vas con ellos. ¡Juraste lealtad a la organización y lo menos que haces es ser leal a mí!

La Princesa del MafiosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora