Alice se había ido al jardín con los nervios de punta. Su padre sabía en donde ella se encontraba y era cuestión de tiempo de que él apareciera a buscarla. Se la llevaría al palacio y volvería su sufrimiento... sí... su tortura. No iba a decir que con Maksym las cosas han sido fáciles, pero ha podido caminar libremente y nadie la ha vuelto a golpear.
Aquí la gente la respetaba, antes y después de enterarse de que ella era una princesa.
—Tengo que escapar... —murmuró muy bajito, mientras caminaba por un laberinto de flores. Quería alejarse de la madre del mafioso.
Alice no quería hablar con nadie. Debía volver a planear su huida como cuando se fue de Finlandia. No sabía si podía llamar a la princesa Alena. Ella estaría en Grecia y tenía menos problemas que la princesa Alexa de Suecia.
—¿Qué voy a hacer? —se detuvo en seco y miró las enormes paredes de la mansión qué daban a la calle.
—Princesa Alice —dijeron su nombre en finlandés, su cuerpo se tensó y se giró, dándose cuenta de que era un guardaespaldas de Maksym—, ¿está bien? ¿Se le ha perdido algo en este lado de la mansión?
«No, solo quiero escapar y estoy estudiando mis posibilidades en este momento con el tiempo que me queda», pensó para sí misma.
—Me perdí... —el guardaespaldas alzó una ceja, era obvio que no le creía—. Bien, no digas nada. Es que fue demasiado lo que sucedió allá adentro. Asesinó a una mujer que no tenía nada que ver. No parecía tener mala relación con los hermanos y podía descargar su ira con su padre de otra manera. Solo me acerqué para intentar proteger a Kassia, pero lo único que hice fue presenciar una muerte más cerca —eso sí era verdad.
No le importó su vestido largo azul y se sentó en el césped. Miró al guardaespaldas y le hizo señas para que la acompañara.
—Princesa...
—Soy igual de poderosa que tu jefe. Tengo un título noble —que no le servía para nada y siempre le traía problemas.
Llamaría a Alena para que la ayudara a escapar... frunció el ceño y miró al guardaespaldas sentarse a su lado.
—Del Sacerdocio, ¿hay uno de ellos que no sea de Grecia? —preguntó curiosa.
—Nikolas es el líder de la mafia Griega —respondió con un mal finlandés—. La madre de nuestro jefe la está buscando. Debe volver, princesa.
Sonrió, era cierto que ellos estaban estudiando su idioma y valoraba su esfuerzo. No podía ir a Grecia. Le tocaría Alexa de Suecia.
—Gracias por intentar hablar el mismo idioma conmigo —se levantó del suelo—. No le digas a nadie lo que hablamos hoy, por favor. Que sea nuestro pequeño secreto —lo miró expectante.
—Volvamos a la mansión —el guardaespaldas esperó a que ella empezara a caminar, se levantó y la siguió.
Alice suspiró y tomó la decisión de escapar por la mañana. Llamaría a Alexa y se iría sin decir nada. No, se iría después de estar con Maksym.
Si era la última vez que lo vería, le dejaría algo completamente preciado para ella. No sabía que sentía por el mafioso, pero era lo suficientemente grande para no importarle estar con él y entregarle su cuerpo. Aunque fuera solo sexo.
***
Maksym estaba cansado de escuchar a Kassia con el mismo tema. Ya todos habían salido de la casa y ella no se callaba ni un minuto. Miró las cámaras de seguridad y notó a Alice caminando de regreso con el guardaespaldas. Su madre también le reprochaba la muerte de Elena.
—¡Basta! —les gritó, haciéndolas callar—. Tú estabas en peligro y tú —señaló a su madre—, no dices nada y solo apoyas a tu hija. No voy a permitir que nadie venga, me amenace en mi casa y le diga puta a mi mujer. Se metió con lo que es mío y yo quité del medio lo que era suyo. Elena debía morir para que mi padre aprenda a guardar silencio cuando su líder habla —señaló a su hermana—. Me reprochas lo que hice, pero no me agradeces qué el compromiso todavía sigue sin aceptarse. Me reprochas qué maté a Elena y todo lo que siempre hago, pero nunca te he escuchado darme las gracias por lo que hice con Jack y mucho menos, pedirme disculpas por la manera en que fui tratado en la organización por tu culpa.
Kassia tragó grueso y sus ojos se llenaron de lágrimas.
—Me tuve que hacer un nombre y demostrar mi valía aun cuando el lugar como líder era mío. Te he cubierto toda la vida las espaldas porque te amo, Kassia. Pero si yo no mataba a Elena, tú o Alice hubiesen muerto.
—¿Me estás sacando en cara el pasado? —lo miró con dolor—. ¡Papá jamás me hubiese puesto un dedo encima!
—¡Te iba a mandar con un jodido sádico de 80 años si seguías con la estupidez de escaparte por querer una amiga! ¡Kassia, crece y madura! —le gritó—. ¡He hecho todo por ti siempre y nunca lo agradeces! ¡Salvé el puto culo de Jack y te dejé irte con Kylian! ¡Le mentí a todos, fui considerado un traidor, torturado porque tú estabas desaparecida con Kylian y cuando regresas dices que no pueden estar juntos porque Elena estaba en el medio! —se pasó los dedos por el rostro—. Papá te iba a matar, hermana. Esa fue la misma mirada que me dió cuando me apuñaló mientras me torturaba. No iba a dejar que te lastimara y mataría a Elena mil veces más. Ella no fue nada para mí porqué por su culpa, tú eres así.
Kassia ya no pudo decir nada y salió de la oficina en silencio.
—Hijo, ella...
—Sí, madre, lo entiendo. En la mañana iré a disculparme por todo lo que he dicho esta noche. Me retractaré para que no se sienta más herida de lo que debe —dijo cansado.
—No, cariño. Kassia a las malas también le toca abrir los ojos. Es inmadura, pero jamás haría algo para lastimarte —se acercó y besó su frente—. Ella no es mala, Mak.
—Kassia te hiere en silencio y te pone cara de inocente, madre. Tú y ella se pueden ir de vacaciones. No las quiero aquí —admitió.
—Bien, cariño. En cuanto a Alice...
La presencia de la rubia se hizo notar. Sus ojos estaban fijos en los de él. El mundo se detuvo y entendió que valió cada segundo el haberla defendido. Alice había llamado a Alexa y escaparía en la mañana junto con ella.
—Nos vemos en el desayuno —besó su mejilla—. Que descansen —dijo, y salió de la oficina.
—Alice, lo de hace rato... mira, yo tengo que cuidar a mi gente y...
—¿Era necesario sacarla del camino? —le preguntó nerviosa.
—Lo era —respondió, levantándose de la silla y dándole la mano para que ella termine de entrar a la oficina—. Lo siento, Alice. De verdad lo siento mucho. Por todo lo que te he hecho y dicho. Por todos los malentendidos y las cosas que hice sin razón.
Alice sonrió porque lo dijo en finlandés.
—Gracias —ella tomó su mano—. Mak, yo...
—¿Me permites besarte, princesa Alice?
Ella sonrió.
—Pero esta es tu oficina y...
Él cerró la puerta de la oficina y con su mano en la suya, fue a un estante, movió un libro que hizo que se rodara la estantería y una habitación decorada con negro apareció de fondo.
—Es hermoso. ¿Pero como se sale de aquí?
—Solo debes poner la mano en el medio y se vuelve a abrir la puerta —besó su mano—. ¿Ahora puedo besarte?
Ella miró como el estante lleno de libros se cerraba y sonrió.
—Sí... y gracias por las disculpas —acarició su mejilla—. Ahora puedes hacer lo que quieras, Mak. Quiero que me hagas tuya, por favor.
Maksym sonrió de la misma manera que ella. Sería una buena despedida después de todo.
Solo esperaba que él no la odiara por la mañana.
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La Princesa del Mafioso
RomansLibro n°2 de la Saga Sacerdocio Maksym, líder de la mafia Polaca, siempre fue un hombre recto y tranquilo. Fue el último en ingresar al Sacerdocio y lo hizo con la intención de mantener su organización en orden. Perfeccionista y frívolo. Nadie quer...