Capítulo 27

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Narrador omnisciente

El rubio sintió cómo las lágrimas brotaban con mayor intensidad al escuchar las palabras de su novio, y sin pensarlo dos veces, se lanzó hacia él, envolviéndolo en un abrazo desesperado. Se aferró a su pecho con fuerza, como si temiera que en cualquier momento pudiera desaparecer de nuevo.

-Estás despierto... -susurró entre sollozos, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza en su pecho- No vuelvas a hacerme algo así...

El peliverde se removió un poco debido al dolor, pero la felicidad que sentía era más grande que todo lo demás. Sonrió con ternura mientras acariciaba suavemente el cabello rubio del cocinero.

-Shhh... no llores más, Cejitas. Estoy aquí, estoy bien... -murmuró el espadachín, intentando calmarlo con sus palabras- Todo está bien ahora, no volveré a dejarte solo.

Pero el rubio se apartó un poco de él, mirándolo con ojos preocupados.

-Lo siento... no quería lastimarte. -se disculpó, sintiéndose culpable por haberse dejado llevar por la emoción y haberse abalanzado sobre él- Pero no pude evitar abrazarte, te extrañé tanto...

El peliverde le dedicó una sonrisa tranquilizadora y lo atrajo de nuevo hacia su pecho.

-No importa si duele un poco, quiero que te quedes así conmigo... -susurró, sintiendo el latido acelerado del corazón del rubio, sincronizandose con el suyo- También te extrañé, extrañe cada cosa de ti... tu lindo rostro, tus manos, tu cabello, tu suave piel, tus labios...

El cocinero se sintió de cierta forma abrumado por aquellas palabras, y simplemente se permitió dejarse llevar por el abrazo reconfortante del peliverde.

Sin embargo, la atmósfera de tranquilidad se vio interrumpida cuando el espadachín recordó que había algo diferente en su novio. Lo observó con preocupación, notando el cambio en su aspecto.

-Estuviste fumando... -dijo con sus ojos puestos en el cigarrillo apagado que yacía en el suelo-

El rubio bajó la mirada avergonzado, sintiendo cómo un peso de culpa incrementaba en su interior con cada palabra de reprobación que esperaba escuchar del peliverde.

-Lo siento... es que yo... -se disculpó, evitando el contacto visual con el espadachín-

El peliverde suspiró, sintiendo una mezcla de preocupación y frustración. Miró al cocinero y levantó su mentón suavemente para obligarlo a mirarlo a los ojos.

-No importa, sólo no lo hagas más. -regañó con voz suave pero firme- Tu salud es importante para mí, prometeme que dejaras de hacerlo.

El rubio asintió en silencio, sintiendo aquel peso aplastándolo. Antes de que pudiera decir algo más, el espadachín lo observó con ternura y acercó su rostro al suyo.

-Deberías usar tu linda boca para hacer cosas más interesantes y placenteras, ¿no lo crees? -dijo atrayéndolo hacia él en un beso suave pero apasionado-

El beso fue como un rayo de luz en la oscuridad para el cocinero, y aunque el sabor de la saliva del peliverde no era el mejor debido a los días que había pasado en coma, para él no importaba. Se entregó al beso con todo su ser, dejando que las emociones lo inundaran por completo.

Entonces, el espadachín se apartó repentinamente y miró avergonzado a su novio, sintiéndose arrepentido por haberse dejado llevar por sus impulsos. Mientras tanto, el cocinero lo miraba con los ojos brillantes de emoción y tal vez... de algo más.

-Quiero que sigas... -confesó, sintiendo sus mejillas arder levemente- Pero antes, te prometo que dejaré de fumar. Ya no necesito hacerlo.

El peliverde le dedicó una sonrisa llena de amor, sintiendo cómo su corazón se llenaba de felicidad al escuchar las palabras de su novio.

-Eres tan lindo, mi Cejitas. -respondió, acariciando suavemente su mejilla con el pulgar y volviendo a unir sus labios-

Despues de besarse un poco más, se abrazaron con fuerza, sintiéndose más unidos que nunca.

El abrazo se prolongó, como si ambos estuvieran aferrándose a ese momento de conexión y seguridad.

En medio de ese gesto de cariño, sus pensamientos se entrelazaron, cada uno sumergido en su propio mundo interior.

Para el rubio, la sensación de tener al peliverde de vuelta era como un sueño hecho realidad. Durante esos largos días en los que el espadachín había estado en coma, había sentido un vacío abrumador en su corazón y en su vida. Cada instante había sido una agonía, marcada por la incertidumbre y el temor a perder a quien más quería en el mundo. Ahora, con Zoro a su lado, se sentía completo de nuevo, como si finalmente hubiera encontrado el ancla que lo mantenía enraizado en la realidad.

Por otro lado, el peliverde también experimentaba una mezcla de emociones encontradas. El despertar del coma había sido como un renacimiento para él, un retorno a la conciencia después de haber vagado en la oscuridad del inconsciente. Sin embargo, al abrir sus ojos y encontrarse con el rostro preocupado del cocinero, había sentido un torrente de amor abrumador. Había entendido en ese momento lo mucho que significaba Sanji para él.

Aun abrazados, sus miradas se encontraron, comunicando sin necesidad de palabras todo lo que sentían el uno por el otro. En ese instante, se hicieron conscientes de la fuerza de su vínculo, una conexión que trascendía las circunstancias y los desafíos que enfrentaban.

Mientras tanto, en su habitación, Luffy se revolvía inquieto en su cama. A pesar del cansancio, no lograba conciliar el sueño. Sus pensamientos daban vueltas una y otra vez, como si estuvieran atrapados en un tornado.

Recordaba con algo de molestia el momento que había presenciado en la mañana, aquel en el que había encontrado a Law consolando al cocinero. Aunque en un principio solo había sentido preocupación por su compañero y amigo, conforme los había observado, un sentimiento incómodo surgió en su interior en ese momento. No quería admitirlo, pero se sentió celoso.

Intentó alejar esos pensamientos de su mente, diciéndose a sí mismo que era ridículo sentirse así. Después de todo, él era el capitán, el líder de la tripulación, y Law era un compañero, a quien quería y apreciaba mucho.

Sin embargo, la sensación persistía, como una sombra que lo seguía a donde quiera que fuera. Se sentía atrapado en una lucha interna entre lo que sabía que debería sentir y lo que realmente sentía en lo más profundo de su corazón.

Durante un instante, un destello de claridad cruzó su mente. En su cabeza se cruzó el pensamiento de que tal vez, y solo tal vez, lo que sentía por Law era más profundo de lo que imaginaba. Se sintió abrumado ante aquello, nunca antes había sentido algo así por alguien, y la idea de enfrentarse a esos nuevos sentimientos lo asustaba.

Incapaz de soportar más esa sensación de inquietud, el capitán se levantó de la cama y salió de su habitación en busca de aire fresco. Caminó por la cubierta del barco, sintiendo la brisa marina acariciar su rostro y escuchando el suave murmullo de las olas.

Mientras contemplaba el inmenso océano extendiéndose ante él, una sensación de calma comenzó a inundarlo. Se recostó en la barandilla del barco y dejó que la suave brisa del mar lo envolviera, esperando que el nuevo día trajera consigo la claridad que tanto anhelaba.

-Luffy, ¿estás bien? -habló una voz conocida detrás suyo, sacándolo de inmediato de su trance-





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Queremos decirles que, el final de la fic está muy cerca...

Intruso {ZoSan}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora