capítulo 2:enfrentando la realidad

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El silencio envolvía la casa mientras Kairo y su padre regresaban después de la pelea. A pesar del triunfo en el ring, el ambiente seguía siendo gélido y tenso. El padre de Kairo apenas le dirigió una mirada de desprecio antes de sumirse en su propio mundo de amargura, y su madre apenas levantó la vista, la decepción palpable en su semblante.

Kairo se encerró en su habitación, el eco de la pelea aún resonando en su mente. Con manos temblorosas, se despojó de los guantes ensangrentados y contempló las marcas de la batalla en su cuerpo. Cada moretón, cada rasguño, contaba la historia de su lucha, pero también de su sufrimiento.

Decidió salir a dar un paseo para despejar su mente. Vendó cuidadosamente sus heridas, sintiendo el dolor punzante en cada movimiento, pero rechazando la idea de mostrar debilidad. Mientras ajustaba los vendajes, las preguntas se arremolinaban en su mente, como un enjambre de abejas ansiosas por encontrar respuestas en un mundo sin sentido.

Se puso unas zapatillas gastadas y salió a la calle, dejando atrás el hogar que había sido testigo de tantos conflictos y dolores. Corrió por las calles, su corazón latiendo al ritmo de sus pisadas, mientras el viento fresco acariciaba su rostro.

Cada paso era una liberación, una oportunidad para dejar atrás las sombras del pasado y enfocarse en el presente. Corrió y corrió, dejando atrás las dudas y los miedos que lo atormentaban, buscando respuestas en el suave susurro del viento y el latido rítmico de su corazón.

A medida que la noche caía sobre la ciudad, Kairo llegó a una plaza iluminada por la luz de las farolas. Se detuvo y observó el paisaje, sintiendo la serenidad del lugar calmar su espíritu agitado. Decidió hacer ejercicio allí mismo, lejos de las miradas de desaprobación en su casa.

Se lanzó a una serie de ejercicios, utilizando el mobiliario urbano como su propio equipo de gimnasio improvisado. Hizo flexiones en el borde de una fuente, saltos en banco en una banca de concreto y abdominales en el suelo de la plaza. Cada movimiento era un acto de liberación, una expresión de su determinación de superar las adversidades que la vida le había lanzado.

Mientras sudaba y se esforzaba, Kairo sintió un cambio en su interior. La oscuridad que lo rodeaba parecía disiparse ante la luz de su propia determinación. A pesar del dolor y el sufrimiento, sabía que había encontrado una forma de enfrentar sus demonios internos y seguir adelante.

Con el corazón lleno de esperanza, Kairo continuó su rutina de ejercicios hasta que el amanecer comenzó a iluminar el cielo. Se sentía agotado pero también renovado, listo para enfrentar lo que viniera con coraje y determinación.

Y así, con cada movimiento que hacía en aquella plaza solitaria, Kairo se acercaba un poco más a la libertad que tanto anhelaba, encontrando fuerza en el acto mismo de seguir adelante.

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Final del segundo capítulo,si les gustó no olviden votar y que tengan un hermoso día.

"GOLPES HACIA LA LIBERTAD"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora