Capítulo 3: Descubriendo la luz

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El amanecer teñía el cielo de colores cálidos mientras Kairo terminaba su rutina de ejercicios en la plaza. Exhausto pero revitalizado, se sentó en un banco, permitiendo que el cansancio físico se mezclara con una renovada sensación de esperanza. Observó cómo la ciudad despertaba a su alrededor, los primeros rayos del sol bañando las calles con una suave luz dorada.

Decidió que era hora de regresar a casa. Mientras caminaba por las calles desiertas, sus pensamientos volvían una y otra vez a la pelea de la noche anterior. A pesar de su triunfo en el ring, sabía que aún tenía que enfrentar la realidad del día a día.

Al llegar a casa, el silencio seguía siendo abrumador. Kairo se deslizó hacia su habitación, tratando de no hacer ruido. Se cambió rápidamente y se dirigió a la cocina para prepararse algo de comer. Necesitaba reponer fuerzas, tanto físicas como emocionales. Se preparó un sencillo desayuno, comiéndolo en silencio mientras pensaba en su próximo paso.

Después de desayunar, decidió salir a caminar para despejar su mente. Salió a la calle, dejando atrás el hogar que había sido testigo de tantos conflictos y dolores. Caminó sin rumbo fijo, permitiendo que el ritmo de sus pasos y el aire fresco le ayudaran a aclarar sus pensamientos.

Mientras caminaba, los primeros signos de actividad matutina empezaban a surgir en la ciudad. Los comercios abrían sus puertas y la gente comenzaba su jornada. Kairo se encontró en una parte de la ciudad que no visitaba a menudo, un vecindario tranquilo y arbolado.

De repente, escuchó un grito sofocado. Miró a su alrededor y vio a una joven siendo acosada por un hombre cerca de un callejón. Sin dudarlo, Kairo se acercó rápidamente, su entrenamiento y sus instintos de boxeador activándose al instante.

-¡Oye, déjala en paz! -gritó Kairo mientras se acercaba.

El acosador se volvió hacia Kairo, con una mirada de sorpresa que rápidamente se convirtió en desprecio.

-¿Y tú quién eres para meterte? -espetó el hombre, avanzando hacia Kairo con una actitud desafiante.

Kairo no perdió tiempo. Adoptó una postura de boxeo, manteniendo sus puños al nivel de su rostro y sus pies firmemente plantados. El acosador lanzó un golpe descuidado, que Kairo esquivó fácilmente con un movimiento lateral. Aprovechando la apertura, Kairo contraatacó con un rápido jab directo al rostro del hombre, seguido por un gancho al cuerpo que lo hizo retroceder.

El acosador, ahora enfurecido, intentó atacar de nuevo, pero Kairo estaba preparado. Bloqueó el ataque con su antebrazo y respondió con un gancho de derecha, impactando con fuerza en la mandíbula del hombre. Este tropezó, tambaleándose hacia atrás, pero no se dio por vencido. Kairo vio la oportunidad y lo remató con un uppercut que lo dejó fuera de combate, cayendo pesadamente al suelo.

Respirando profundamente, Kairo se volvió hacia la joven, que lo observaba con una mezcla de alivio y admiración.

-¿Estás bien? -preguntó Kairo, extendiendo una mano para ayudarla.

-Sí, gracias. No sé qué habría hecho sin tu ayuda -respondió ella, tomando su mano y levantándose.

Kairo asintió, tratando de calmar su respiración. Miró al acosador en el suelo y luego de vuelta a la joven.

-Deberías ir a casa y avisar a alguien sobre esto -sugirió Kairo-. Asegúrate de estar a salvo.

-Lo haré. Gracias de nuevo... -dudó un momento-. ¿Cómo te llamas?

-Kairo. Y tú?

-Keila. En serio, gracias, Kairo. Me salvaste.

-No fue nada. Cuídate, Keila.

Se despidieron y Kairo observó mientras ella se alejaba rápidamente, luego volvió sobre sus pasos hacia su casa. Mientras caminaba, sintió una extraña mezcla de agotamiento y satisfacción. Había hecho algo bueno, algo que marcaba una diferencia. Por primera vez en mucho tiempo, sintió una chispa de felicidad genuina en su interior.

Al llegar a casa, se dio una ducha rápida y se recostó en su cama. Cerró los ojos y dejó que los eventos del día pasaran por su mente. Había encontrado una nueva fuente de fuerza y determinación, no solo en el ring, sino también en su capacidad para hacer el bien en el mundo.

Con una sensación de paz, Kairo se quedó dormido, sabiendo que, aunque el camino por delante sería difícil, estaba dispuesto a enfrentarlo con toda la fuerza de su corazón.

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Fin del capitulo,espero que les haya gustado y si es asi no olvides dejar tu voto y que tengas un hermoso día

"GOLPES HACIA LA LIBERTAD"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora