Capítulo 9: La Calma Antes de la Tormenta

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El primer combate profesional de Kairo había dejado una huella indeleble en su mente y en su cuerpo. La victoria, la emoción de la pelea, y la satisfacción de ver a su padre en la audiencia, aunque por breve tiempo, eran recuerdos que atesoraría. Sin embargo, la vida continuaba, y Kairo sabía que no podía relajarse demasiado si quería seguir avanzando en su carrera.

Las semanas siguientes se sintieron como un respiro bienvenido. Kairo mantuvo su rutina de entrenamientos, pero Héctor decidió que era momento de enfocarse en la técnica y el fortalecimiento en lugar de la intensidad de las peleas. Kairo apreciaba este cambio, ya que le permitía recuperarse completamente y afinar sus habilidades.

Una mañana fresca, Kairo llegó temprano al gimnasio. El sol apenas comenzaba a asomarse por el horizonte, y las calles estaban tranquilas. Abrió la puerta y entró al recinto familiar, inhalando profundamente el aroma a cuero, sudor y esfuerzo que impregnaba el lugar. Era su santuario, el sitio donde se forjaban sus sueños.

—Buenos días, Kairo —saludó Héctor, ya ocupado organizando el equipo para el día.

—Buenos días, Héctor. ¿Qué tenemos planeado para hoy? —preguntó Kairo mientras comenzaba a estirar sus músculos.

—Hoy nos enfocaremos en la defensa y la contracción muscular. Quiero que trabajes con Luis y Carla en los ejercicios de sombra y en la técnica del bloqueo. Luego haremos algunos circuitos de resistencia —respondió Héctor, ajustando un saco de boxeo.

Luis y Carla, compañeros de entrenamiento de Kairo, llegaron poco después. Luis era un boxeador robusto y con mucha experiencia en combates, mientras que Carla, aunque más nueva en el gimnasio, había demostrado ser una luchadora tenaz y disciplinada. Juntos formaban un equipo equilibrado que siempre se desafiaba a mejorar.

—Vamos a empezar con tres rondas de sombra, chicos —indicó Héctor—. Quiero ver movimientos rápidos y precisos. No olviden la importancia de la guardia alta y la movilidad de pies.

Kairo se posicionó frente a un espejo grande, observando sus movimientos con atención. Cada golpe lanzado en el aire tenía un propósito, cada esquive y bloqueo eran refinados. Sentía la presencia de Héctor detrás de él, corrigiendo pequeños detalles, ajustando su postura.

—Mantén el equilibrio, Kairo. No te inclines demasiado hacia adelante. Recuerda, el poder viene de tus piernas y tu núcleo, no solo de tus brazos —aconsejó Héctor.

Después de las rondas de sombra, pasaron a trabajar en parejas. Luis y Kairo se enfrentaron en una serie de ejercicios de bloqueo y contraataque. Los golpes de Luis eran fuertes y precisos, pero Kairo había aprendido a anticiparlos, moviéndose con agilidad para esquivarlos y responder con rapidez.

—Buen trabajo, Kairo. Estás mejorando cada día —dijo Luis, respirando con dificultad después de una ronda particularmente intensa.

—Gracias, Luis. Tenerte como compañero de entrenamiento es un gran reto, pero me ayuda a mejorar —respondió Kairo, con una sonrisa.

Carla, mientras tanto, trabajaba con Héctor en la técnica de movimientos laterales y defensa. Observando a sus compañeros, Kairo no podía evitar sentir un profundo sentido de camaradería y respeto por ellos. Cada uno tenía su propio estilo y fortalezas, y todos se esforzaban al máximo para apoyarse mutuamente.

Después de una sesión agotadora, el equipo se reunió para un breve descanso. Héctor les trajo botellas de agua y toallas, y todos se sentaron en un círculo, compartiendo anécdotas y risas. Era un momento de alivio y conexión, una pausa en la intensidad del entrenamiento.

—¿Alguno tiene planes para el fin de semana? —preguntó Carla, secándose el sudor de la frente.

—No muchos —respondió Kairo—. Tal vez salga a trotar por el parque. Necesito descansar un poco antes de la próxima semana.

"GOLPES HACIA LA LIBERTAD"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora