Capítulo 8: El Primer Combate Profesional

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El gran día había llegado. Kairo se despertó temprano, sintiendo una mezcla de nervios y emoción. Había trabajado incansablemente para este momento, y ahora, por fin, iba a tener su primer combate profesional. Después de meses de entrenamiento bajo la rigurosa tutela de Héctor y el apoyo de sus compañeros, Kairo estaba listo para demostrar de qué estaba hecho.

El lugar del combate era un centro deportivo local, adaptado para eventos de boxeo. A medida que Kairo se acercaba, el bullicio y la energía del lugar lo envolvieron. Afuera, una fila de aficionados y entusiastas del boxeo esperaba para entrar. Los vendedores ambulantes ofrecían todo tipo de mercancías, desde camisetas hasta programas del evento. Los sonidos de la multitud y el olor a comida rápida llenaban el aire.

Dentro del edificio, el ambiente era aún más intenso. Las luces brillantes iluminaban el ring en el centro de la sala, destacando la lona azul y las cuerdas blancas. Alrededor del ring, las gradas estaban llenas de espectadores que charlaban animadamente mientras esperaban el inicio de las peleas. Había un nerviosismo palpable en el aire, una expectación que hacía latir el corazón de Kairo con fuerza.

Kairo y su equipo se dirigieron a los vestuarios, donde el ambiente era un contraste marcado con el bullicio de afuera. Aquí, la atmósfera era de concentración y preparación. Los boxeadores y sus entrenadores se movían en silencio, ajustando vendajes y equipo, calentando músculos y enfocando mentes.

—Kairo, ven aquí —llamó Héctor, sacándolo de sus pensamientos—. Es hora de vendar tus manos.

Kairo se sentó en un banco mientras Héctor comenzaba a envolver sus manos con cuidado y precisión. Sentía cada vuelta del vendaje como una capa más de protección y seguridad. Héctor le miró a los ojos, ofreciendo palabras de ánimo.

—Estás listo, Kairo. Has trabajado duro para este momento. Recuerda todo lo que hemos practicado. Mantén la calma, usa tu velocidad y no te dejes llevar por la emoción del momento. Este es tu combate, ve y toma lo que es tuyo.

Kairo asintió, sintiendo la confianza de Héctor resonar en él. Una vez vendadas las manos, se puso los guantes y empezó a calentar, estirando y soltando los músculos.

Finalmente, llegó el momento. El anunciador llamó su nombre, y Kairo se dirigió hacia el ring acompañado por los vítores y aplausos de la multitud. La iluminación intensa lo hizo parpadear por un momento, pero pronto se acostumbró. Miró alrededor y notó una figura familiar en la multitud: su padre. Estaba sentado en una de las filas superiores, observándolo con una expresión fría, pero Kairo pudo percibir un leve atisbo de orgullo en sus ojos.

Subió al ring y sintió la lona bajo sus pies, la elasticidad de las cuerdas cuando las tocó brevemente. Su oponente, un boxeador veterano llamado Miguel, ya estaba allí, calentando con movimientos rápidos y calculados. Ambos intercambiaron miradas serias mientras el árbitro daba las instrucciones finales.

—Quiero una pelea limpia. Protejanse todo el tiempo, y escuchen mis instrucciones. Toquen guantes y vuelvan a sus esquinas.

Kairo y Miguel tocaron guantes brevemente antes de retroceder a sus esquinas. Héctor estaba allí, ajustando la protección de Kairo y dándole las últimas indicaciones.

—Recuerda, mantén la guardia alta. Observa sus movimientos y espera tu oportunidad. No te precipites, pero tampoco dudes en atacar cuando veas una abertura. Confío en ti.

El sonido de la campana resonó en el aire, marcando el inicio del primer asalto. Kairo avanzó hacia el centro del ring, adoptando una postura defensiva. Miguel lanzó los primeros jabs, probando la guardia de Kairo, quien se movía con agilidad, esquivando y bloqueando los golpes.

"GOLPES HACIA LA LIBERTAD"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora