Ｈｉｍ ᵃᶰᵈ ℐ ||ᶜʰᵉʳʳʸ

ᶜʰᵃᵖᵗᵉʳ XVI

 ʰᵒᵐᵉ ˢʷᵉᵉᵗ ʰᵒᵐᵉ

  Una brisa fresca se adentraba a la gélida habitación por aquella ventana abierta, moviendo papeles y telas a su paso. Generaba un pequeño sonar, relajante, que indicaba la aproximación de la tempestad. El cielo estaba nublado, apenas permitía que la luz solar iluminase la ciudad. Simplemente frío y desconcertante.

Como un intruso, se adentró por debajo de las mantas que se empeñaban en darle calor a su niño, haciendo que se acurrucara como una bolita, abrazado a Nino.

  En su sueño, corría riendo por una pradera, persiguiendo conejos y en algunos momentos los alimentaba con zanahorias. En el horizonte, el sol del atardecer brillaba presumido, reflejándose sobre aquellas aguas tranquilas que lo rodeaban. Había paz, él se divertía como un niño pequeño, sin dudas, sin preguntas, sin prejuicios. Siendo libre.

En su momento más tranquilo, se encontraba acostado sobre el cesped, jugueteando con una cría de conejo. Movía sus pies como adolescente enamorada, y reía ante las cosquillas que sentía cuando el animal juntaba la punta de sus narices u olfateaba su rostro.

"Hola pequeñito...eres tan tierno, me encantaría llenarte de besitos.." murmuraba con voz chillona, con mucha delicadeza. Moría de ternura, sentía un abrazo al corazón de tan sólo ver a ese conejillo tan indefenso confiando en él.

Cuando su cuerpo físico sintió el frío, su sueño comenzó a perturbarse. Comenzó con el cambio de colorimetria, la escena pasó de tonos cálidos a tonos fríos, y luego, el animal se espantó. Corrió a toda velocidad lejos de Harry, quien se hubiera quedado allí, sin embargo, había algo entre ellos que los mantenía atados, y mientras él no avanzara, el otro tampoco. Imitó su acción, corriendo, pero a cada paso las hermosas flores se marchitaban y sus espinas lastimaban sus pies descalzos.

El rugir de un rayo los aturdió, el cual vino acompañado de una ola expansiva que los hizo rodar por el cesped. Ambos lastimaron sus cuerpos débido a las espinas, y como si fuesen la misma mente, miraron aterrados detrás de ellos. Una gran tormenta eléctrica se avecinaba, amenazante. El instinto de peligro se activó en los dos, y paralelamente hicieron ese pequeño movimiento con sus narices.

El conejo volvió a correr, ésta vez más veloz y fuerte. No obstante, a unos cuantos metros una fuerza lo impulso hacia atrás, como una cuerda que lo ataba. Y en ese momento, algo tiró del cuello de Harry, como una soga.

Estaban atados por algo que no veían, ambos del cuello. Harry retomó el paso, hasta llegar al lado del animal. Corrían paralelamente, aterrados, sintiendo que algo los perseguía, algo grande y de malas intenciones. "¡Conejito!" Gritó, el pequeño ya no podía seguirle el paso. Retrocedió sin dudarlo, tomándolo entre sus brazos y acelerando su velocidad.

Corrió hasta que sus pies no pudieron más y tropezó. Al arrodillarse, buscó al animal. Había desaparecido. "¿Pequeño?" Llamó, su voz salió asustada y aguda, sonando como un eco. Tenía las rodillas raspadas y cortadas en los brazos. Cuando quiso ponerse de pie, algo lo tiró del mismo. Como una cadena.

Lo arrastró unos cuantos metros, mientras él se resistía, ya sea empujandose en sentido contrario con las piernas o clavando las uñas en la tierra. Durante su desesperación, en sus brazos aparecieron las marcas de uñas clavadas con profundidad, sangrantes.

—¡No! —Exclamó, despertando exaltado. Rápidamente revisó sus brazos, donde encontró lo esperado.

Las marcas de sus uñas, pequeñas heridas ondeadas, él mismo las había hecho mientras dormía. El corazón le latía desenfrenado, tratando de recuperar el aire. No sudaba ni un poco, en su lugar, temblaba de frío y su cuerpo estaba tan frío que parecía muerto. Se levantó a cerrar la ventana, y en eso escuchó que alguien llamó a la puerta: