ᶜʰᵃᵖᵗᵉʳ XIX

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ᵐᵉᵐᵒʳⁱᵉˢ ᵗʰᵃᵗ ᵐᵃʳᵏ ᵘˢ

   Finalmente el sol matutino salía, en busca de dar aviso a todos los pajaritos del nuevo amanecer. Así ellos se tomaran el trabajo de anunciar la llegada de otro día a las personas que aun se mantenían abrazados por el pícaro sueño.

El adolescente se vestía con prisa y cuidado de no tocar alguna herida, en especial la cortada en su abdomen, que si bien era solo superficial, era bastante extensa y dolorosa. No tenía ganas de ir a la escuela, pero tampoco pensaba quedarse en casa, además de que ya había hecho planes con cierto rubio de primer año.

Sabía que los profesores se preocuparían por sus heridas, eso lo tenía bastante presente. Sin embargo, poco le importaba, no sería la primera ni la última vez que lo verían así, y siempre ponía la misma excusa: "Fue durante mi entrenamiento".

Se vistió cómodo, tomó su mochila y salió casi corriendo. Su despertador se había averiado, por ende ya llegaba tarde a clases. No le preocupaba llevarse un regaño, sólo esperaba que no cerraran las puertas en su cara. Según tenía entendido sus amigos lo esperaban en la entrada, ellos iban a persuadir al guardia para atrasarlo en su deber. Las cosas que haces por un amigo.

  Llegó tan rápido como pudo, fue recibido con alegría por sus amigos y entraron juntos al salón de clases. Durante las primeras horas era divertido, no solía prestar mucha atención, más bien se dedicaba a jugar con su grupo, molestar a la maestra e incluso leer las cartas de amor que todos los días recibía, cada una de diferentes chicas.

Le dejaban muchas cartas en su casillero, siempre de chicas confesando su amor por él. Algunas eran anónimas, otras incluso portaban un lugar de encuentro. Por supuesto que Cheng las leía con sus amigos, se burlaban, las rompían y quedaban en el olvido. No le daba pena, ni siquiera le interesaba.

Era algo de esperarse, su ego y su autoestima tan alto no eran gracias a nada, siempre tenía a cualquier chica rogándole un poco de su atención, excepto por Mei. Ella era diferente, pero nada especial, "sólo una perra más" se decía a sí mismo, confiaba que en el fondo la odiaba.

Cada día, recibía al rededor de 14 cartas de amor, chocolates y otras cosas. Era divertido, pero lo abrumador venía cuando sus ex novias se acercaban a hablarle. Tenía buenas razones para ya no estar con ellas, en algunos casos él las dejaba, y en otros ellas terminaban con él por haberles sido infiel. Cheng nunca se las daba de santo, cada chica en la escuela sabía que su fidelidad y lealtad estaba únicamente con sus amigos y él mismo, un simple mujeriego.

Las únicas chicas que lo hacían interesarse mínimamente eran aquellas con las que habían ocurrido secuencias fuera de lugar, pero esas se mantenían en secreto para el público. Ellas eran un número que se contaba con los dedos, no era tan promiscuo como para mostrarle su cuerpo a cualquiera. Ya había tenido sexo unas veces atrás, dos o tres, con dos chicas. Otras dos solo habían llegado a bajarle los pantalones y chupársela. Y bueno, inevitablemente a otras solía toquetearlas, pero nunca había metido su mano en sus bragas ni su boca en lo que había entre las piernas de ellas, eso le daba asco.

Tal vez si las contaba llegaba a las nueve, cuatro de ellas ex novias, las demás sólo cosas casuales. 

Ya no era virgen, a su edad no era algo de lo que sentirse orgulloso, y él no lo estaba, ni siquiera alardeaba de ello, simplemente había pasado y no le generaba ningún malestar. Era su decisión, y siempre las tomaba bajo su propio riesgo, le importaba una mierda lo que los demás pensaran. Siempre entre sus amigos se decían: "Es mi verga y hago lo que quiera con ella"

Him ᵃᶰᵈ ℐ ||ᶜʰᵉʳʳʸDonde viven las historias. Descúbrelo ahora