ᶜʰᵃᵖᵗᵉʳ XXIII

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ᵍᵒᵈ ᵒᶠ ʷᵃʳ

 
Las fracturas en la corteza terrestre se deben al movimiento de las placas tectonicas. La fractura de una buena amistad se debe a la intervención de un amor no correspondido.

Quien quisiera dejarlo en el olvido nos ha convertido en un desperdicio. Cuando el silencio compartido nos mantenía dentro de nuestro propio delirio.

Sin estar aquí, sigo sintiendote mío, porque no te imagino de otro modo que no sea conmigo. No seas cruel, no me rendiré, pertenezco a la marca que aquel día dejaste en mis labios, aquella con la que me has grabado.

  Terminaba de guardar su equipamiento de motociclista en la caja de la camioneta, entre risas y burlas con sus amigos.

Te dije, tenías que volver a verle la cara de tonto a Ares. Alegó Zhuang, dándole unas palmadas de apoyo en la espalda a Cheng

Aunque me frustró haber perdido dos carreras contra él Se quejó, sin ver el lado bueno

Eres muy perfeccionista Refutó Zhuang—. ¡Ganaste! Eso es lo único que importa, y también que lo hiciste sin trampa

Cheng tomó en cuenta sus palabras. Era verdad, él ganó, sin trampas ni juego sucio, él ganó. Nada iba a cambiar eso, y tampoco el hecho de que no le vastaba, no le era suficiente. No contra Ares.

Soltó un bufido y se giró para ir a buscar a Harry.

   Estando a unos cuantos metros, encontró con la mirada al rubio, en el mismo lugar en el que lo había dejado. Un poco más de acercamiento vastó para darse cuenta de la plática que mantenían él y su tan odiado nemésis.

Basándose en las expresiones de Harry, no era una charla placentera. Al igual de la actitud innegablemente intimidante de Ares. En tal acción, una pizca de satisfacción cernió en el cuerpo de Cheng, al ver que su rubio en lugar de estar asustado miraba al mayor con disgusto.

La vanidad topándose con el cinismo. Y por lo visto, su vanidoso chico llevaba la delantera en ese duelo de miradas.

   Pero el sol no se podía tapar con un dedo, y el nerviosismo de Lu era notable. Estaba preocupado, la razón del interés de Ares en Harry lo inquietaba. Esa realidad, ese secreto que lo jodía internamente, algo oculto que ni sus más allegados sabían. Ares lo quería usar a su favor, y en su contra.

Chifló con sorna para llamar la atención de la pareja, y en cuanto ambos voltearon a verlo, Ares sonrió con placer.

"Veamos cuán oxidado estás" pensó Sho, burlándose de Cheng con una simple risa sardonica.

Agarró a Harry de los costados de ambos brazos, y lo acercó lo suficiente para tener paso libre a su oído. Susurró aquello que hizo que la piel de Cheng se erizara y la expresión de Harry se ensombreciera.

Sin haberlo escuchado, ya sabía de lo que había tratado.

   La mirada de Harry, que en un principio estuvo perdida en el suelo, buscó las pupilas dilatadas de Lu. Chocaron en su propia barrera imaginaria. La consternación de los ojos azules se vió reflejada en la decepción de los ojos negros.

Con una sonrisa de triunfo, Ares se marchó. Tal vez, esa noche, fue Cheng quien ganó la carrera, pero la competencia la ganó Sho. Provocó una guerra interna, en honor a su nombre.

No es que fuera el fin del mundo, pero era el fin de uno de los mundos de Lu.

  En ese contacto visual tan incómodo entre ambos, Harry negó ligeramente, aún sin creer lo que se le había confesado. Esperaba que Cheng desmintiera tales palabras. Pero en cuanto bajó la cabeza, entendió que lo que había escuchado era verdad.

Him ᵃᶰᵈ ℐ ||ᶜʰᵉʳʳʸDonde viven las historias. Descúbrelo ahora