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CAPÍTULO 21 | VERDAD

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CAPÍTULO 21 | VERDAD

Nos recostamos sobre mi cama con la respiración agitada. Después de coger más de tres horas, no dábamos más, por lo menos yo, porque Enzo quería continuar hasta que me negué.

Mis piernas dolían, mi cintura estaba adolorida y marcada por la fuerza que ejercían sus manos sobre ella. Me había hecho mierda. Había olvidado como era una cogida de Enzo y realmente lo extrañaba.

Está dormido boca abajo dejándome ver el tatuaje en su espalda. Sonrío inconscientemente al verlo. Tan tranquilo, casi que parece que es fiel.

Me remuevo sobre el colchón intentando pararme de la cama, logro hacerlo soltando quejidos por el dolor que sentían mis piernas, pero cuando comienzo a caminar unas náuseas y un dolor de cabeza terrible me arrasan por completo.

Las ganas de vomitar me consumieron, por lo que me dirigí hacia el baño. Había expulsado toda la comida del día anterior y me había comenzado a doler la panza.

Salí del baño después de lavarme los dientes y con mucho cuidado, para no despertar a Enzo, salí de mi habitación. Me serví un vaso de agua y luego saqué un yogur bebible. En vano, ya que veinte minutos después lo vomité.

Sentada en el sillón sentí ruidos arriba, por lo que deduje que era Enzo. Bajó por las escaleras en cuero y con el pantalón que se había puesto ayer. Me buscó con la mirada hasta que me encontró, estaba serio y se notaba que se había levantado del mal humor.

Cuando se acercó hasta mi pude ver que tenía su remera en una mano y en la otra mi celular. Alcé la mirada hasta sus ojos, confundida.

Amor te mandó mensaje, fijate. — tocó con su dedo la punta de su nariz haciendo una mueca y tirándome el celular sin siquiera mirarme. —Me abrís. — volvió a hablar mientras se colocaba la remera.

Efectivamente, tenía dos mensajes de Tomas diciendo que me extrañaba, pero nada más. Suspiré y me levanté del sillón sin responderle tomando las llaves y abriendo la puerta.

Enzo me miró por primera vez, pero no dijo nada. Intentó pasar por mi lado e irse sin saludarme. Lo detuve al instante, tomándolo de la mano.

—¿No me vas a saludar? — mis ojos buscaban los suyos sin obtener respuesta. Enzo miraba por encima de mi hombro, ignorándome. —Te estoy hablando. — el empujón en su pecho hizo que finalmente me mirara. —¿No me vas a saludar? — repetí.

—No.

—Sos un pendejo sabes. — mi tono de voz era serio.

—¿Sí?

—Sí.

—Mirá vos.

Suspiré nuevamente cruzándome de brazos.

—Dale Enzo. ¿Te vas a enojar por eso?

—No estoy enojado. — citó, haciéndose el otro. Mis labios dibujaron una sonrisa en su dirección.

 𝐌𝐀𝐘𝐎𝐑 | enzo fernandezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora