V.

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𝓐.

―¡Alastor, tienes que ver esto!

Su expresión, a pesar de su sonrisa, fue de resignación. Vox era un hombre inteligente, tenía la motivación y la ambición necesarias, podrían lograr muchas cosas juntos.

Pero a veces no podía soportarlo, seguían teniendo diferencias dolorosamente obvias. Había llegado al punto de sentir irritación cada vez que volvía a mencionarle sus absurdas ideas capitalistas y superficiales para dominar el medio de entretenimiento. Algo importante le faltaba, algo que lo hacía bastante reemplazable, no había pasión sino un deseo frío de mantenerse vigente.

―¿Qué sucedió ahora, querido?

Tal vez le daba demasiado crédito, porque enamorarlo no fue nada difícil. Subirle un poco la autoestima, fingir que lo escuchaba encandilado y unos cuantos roces inocentes bastaron para que lo mirara como lo único valioso en el mundo, una y otra vez de la misma forma.

―Hay una overlord nueva en la ciudad, al principio pensé que podría ser una amenaza porque maneja las redes, pero es sólo eso. Si la convencemos de unirse a nosotros podría ser de mucha ayuda, controlaríamos todos los medios de comunicación posibles.

Tan aburrido… No era un juego de poder ni mucho menos un reto, Vox quería venderse como un político y poseer un falso control sobre las personas, juntarse con inútiles como Valentino y perder el tiempo. Se había tardado demasiado para darse cuenta, fue su grave error, sumergirse en la manipulación antes de ver los beneficios que podría sacarle.

Y las consecuencias.

De la forma que fuera no había nada que Vox pudiera hacer para dañarlo, lo había pensado durante varias semanas y ese fue el empujón final para decidirse: tendrían que tomar caminos separados. ¿De qué forma podría decírselo? ¿Cuál de ellas provocaría una mayor herida y una expresión más honesta de traición?

Sería placentero ver sus ojos esperanzados de recuperar su amor segundos antes de quitarle la vida. Sólo quedaba escoger el momento perfecto para un gran teatro, digno del mayor apagón que ocurriría en el infierno por su culpa.

•••

Había sido sublime, perfecto en todos los sentidos posibles, un espectáculo que sin duda resonaría por meses en la mente de los espectadores. El hotel iba a estar en la boca de todos y no tardarían en llenarse de huéspedes, no dudaba de ello.

Por supuesto que el gozo no le iba a durar mucho. Cuando buscó a Lucifer con la mirada este parecía huir de él, y no pudo alcanzarlo antes de que chocara con la patética presencia de Vox.

Suspiró, no se sintió realmente alarmado, si conocía bien a Lucifer este iba a sentir desagrado por el hombre… lo que no esperó fue oírlos reír juntos y tocarse con la confianza de viejos amigos.

El plan de acción se vio frustrado, tenía que hacer algo nuevo pronto. No tenía miedo, pero vamos, que Lucifer y Vox se juntaran podía arruinar todo por lo que había trabajado, era una explosión a punto de ocurrir.

Con disimulo dirigió su sombra hacia los dos hombres, esta se arrastraba por el suelo sin ser notada por nadie y se interpuso entre las sombras de esos dos para poder escuchar lo que decían, lista para cambiar con él e interrumpir la conversación en el momento perfecto.

―¿Ha visto alguno de nuestros programas recientemente? Los fans claman por un capítulo de Cena con el apostol con el mismísimo Lucifer.

―Uff, no, que pena, he estado… muy muy ocupado, ¡pero lo consideraré!―¿Lucifer en un programa de cocina barato? Qué ofensivo, debía ser una broma―¿Dónde están los otros Vees? No es posible que no pasen a saludar, quería hablar con ellos.

𝕮𝐨𝐫𝐩𝐮𝐬 𝐝𝐞𝐥𝐢𝐜𝐭𝐢. | radioapple.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora