— Borrasca está creciendo, igual que Aegon — comentó la princesa mientras se quitaba los guantes y se acercaba a su madre para saludarla. — Buenos días, madre.— Buenas tardes querrías decir, mi amor — respondió Rhaenyra con una sonrisa, besando su mejilla y arrugando la nariz de inmediato. — Hueles a dragón. ¿Has estado toda la mañana en Monte Dragón?
— Así es — replicó Daeria con una sonrisa divertida, mirando hacia Joffrey, que jugaba rodeado de juguetes. Se acercó y al ver la expresión encantada de su hermanito, le tomó las manitas. — Hola, Joff.
El pequeño soltó una risita y extendió los brazos hacia ella. Daeria se rió suavemente y lo cargó, girando con él en brazos.
— ¿Quieres caminar? — le preguntó mientras lo bajaba al suelo con cuidado.
Joffrey asintió y, tambaleante, se aferró a los dedos de su hermana, avanzando torpemente hacia su madre.
— Vamos, ve con mamá — animó Daeria con una sonrisa, guiando a su hermanito hasta que llegó al regazo de Rhaenyra, quien lo alzó con ternura, acariciando su cabello.
— Ve a quitarte ese olor antes de que almuerces, te has pasado toda la mañana con los dragones — dijo Rhaenyra en tono de broma, aunque con una advertencia sutil. — Señorita...
Daeria rodó los ojos mientras se dejaba caer en un asiento.
— Estuve con Skyrax, Myrax, Tyraxes y Borrasca — comentó, intentando cambiar de tema. — Syrax ha puesto otra nidada. Los cuidadores lo descubrieron esta mañana.
Rhaenyra no se dejó distraer y la observaba atentamente.
— Sabes qué día es hoy, ¿verdad? — preguntó, alzando una ceja.
— ¿El día en que por fin me dejarán hacer vuelos largos a otros lugares? — respondió Daeria, sonriendo con despreocupación.
— No. Tú sabes bien qué día es — replicó su madre, con más seriedad.
— ¿Me darán una montura nueva? — bromeó Daeria. — ¿O tal vez me dejarán ir a Essos?
— ¡Dae! — suspiró Rhaenyra. — Ni sueñes con que te dejaré ir sola a un lugar así. Hoy es... — su voz se corto antes de terminar.
— Hoy es el día once de la cuarta luna — murmuró Daeria, desviando la mirada y fingiendo interés en algún detalle de la habitación.
— Es tu onomástico — dijo Rhaenyra suavemente, aunque su tono seguía firme.
— Es solo un año más — respondió Daeria, encogiéndose de hombros con un aire despreocupado. — Además, se acerca el día en que... — su voz se quebró, y su expresión cambió al recordar.
— Daeria... — susurró Rhaenyra, con una sombra de preocupación en sus ojos mientras dejaba a Joffrey en brazos de una de las cuidadoras. — Necesito hablar contigo.
— Estoy bien — replicó la princesa, levantándose con rapidez y dirigiéndose hacia la puerta. — Solo voy a cambiarme, no tardo.
— Hija, nunca hemos hablado de lo que ocurrió aquel día — insistió su madre, deteniéndola.
— Ya pasó, madre. Todos hemos seguido adelante. Ha pasado bastante tiempo, no tienes por qué preocuparte — respondió Daeria sin girarse, apretando el paso al salir de la habitación.
Rhaenyra suspiró profundamente, sus ojos aún fijos en la puerta por donde su hija acababa de desaparecer. Desde la muerte de Laenor, Daeria parecía más distante, como si una parte de ella se hubiera cerrado al mundo.
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𝐈𝐍 𝐌𝐘 𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃 ll 𝐀𝐞𝐦𝐨𝐧𝐝 𝐓𝐚𝐫𝐠𝐚𝐫𝐲𝐞𝐧ll / En edición
Fanfiction𝘌𝘯 𝘮𝘦𝘥𝘪𝘰 𝘥𝘦 𝘵𝘳𝘢𝘪𝘤𝘪𝘰𝘯𝘦𝘴 𝘺 𝘢𝘮𝘰𝘳, 𝘴𝘦 𝘥𝘦𝘳𝘳𝘢𝘮𝘢𝘯 𝘭á𝘨𝘳𝘪𝘮𝘢𝘴 𝘺 𝘴𝘦 𝘥𝘦𝘳𝘳𝘢𝘮𝘢 𝘴𝘢𝘯𝘨𝘳𝘦. ¿𝘊𝘶á𝘯𝘵𝘰 𝘴𝘦 𝘥𝘦𝘣𝘦 𝘴𝘢𝘤𝘳𝘪𝘧𝘪𝘤𝘢𝘳 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘰𝘣𝘵𝘦𝘯𝘦𝘳 𝘭𝘢 𝘷𝘪𝘤𝘵𝘰𝘳𝘪𝘢? 𝘌𝘯 𝘭𝘢 𝘤𝘰𝘯𝘧𝘶𝘴𝘪...