𝐈𝐗. 𝐑𝐄𝐍𝐀𝐂𝐄𝐑 𝐄𝐍 𝐋𝐎 𝐏𝐑𝐎𝐅𝐔𝐍𝐃𝐎

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— Auch... —murmuró la princesa, frunciendo los labios mientras la sanadora limpiaba con cuidado la herida en su frente.

—Ya casi termino —dijo la sanadora—. Le quedará una pequeña cicatriz, pero nada que no puedas ocultar fácilmente.

—No me preocupa... —respondió Daeria en voz baja, dejando escapar una sonrisa amarga—. No seré la única con cicatrices.

Luke, que no dejaba de observarla, se acercó un poco más.—¿Te duele mucho? —preguntó con el ceño fruncido.

—Nada que no pueda soportar —respondió Daeria con una leve sonrisa, arqueando una ceja en un gesto juguetón—. ¿Y tú? ¿Cómo va tu nariz? —sus ojos se suavizaron mientras le dirigía una sonrisa cálida.

Luke hizo una mueca, llevándose los dedos con cuidado a los vendajes que cubrían su rostro.

—Está rota... —murmuró, casi con desgana—. El maestre dice que sanará, pero... Jace... él...

Antes de que pudiera terminar, la sanadora intervino con tono calmado, dirigiéndose a ambos.

—El príncipe... —empezó, con una seriedad que capturó toda la atención de los hermanos—. Tuvieron que abrirle más la herida para evitar un coágulo en la cabeza. Pero ya está suturado, y el maestre Gerardys le ha dado leche de amapola para calmar el dolor. Estará bien.

Luke bajó la mirada, su rostro se ensombreció, y su voz se quebró apenas.—Escuché sus gritos... —confesó en un susurro—. Pensé que no lo soportaría.

Daeria lo observó por un instante, su expresión suavizándose al verlo tan vulnerable. Sin pensarlo, le acarició las mejillas con ternura, obligándolo a mirarla.

—Oye... —le dijo en un tono reconfortante, sus palabras casi como un susurro—. Jace es mucho más resistente y valiente de lo que piensas. Él va a estar bien, te lo prometo.

Luke levantó la mirada, buscando consuelo en los ojos de su hermana. Forzó una pequeña sonrisa, débil pero sincera.

—¿De verdad lo crees?

—Lo sé —respondió Daeria con convicción, apretando suavemente su mejilla—. Y tú también eres muy valiente, Luke. No lo olvides.

Luke soltó un largo suspiro, el peso del miedo y la angustia empezaba a liberarse de sus hombros.

—Tuve miedo... —admitió en un susurro apenas audible, casi como si fuera un secreto.

Daeria le dedicó una sonrisa cálida, inclinándose un poco más hacia él.

—No fuiste el único —le dijo con dulzura—. Todos tuvimos miedo. Pero ahora estamos bien, y Jace también lo estará. —Le dio un ligero empujoncito en el brazo—. ¿Por qué no vas con Ellinda a la cocina? Que te preparen algo rico, seguro te hará sentir mejor.

Luke la miró por un momento, luego asintió, con algo más de ánimo en su rostro.

—Ellinda —llamó Daeria con voz firme, volviéndose hacia la joven dama que asistía a su madre—, ¿puedes encargarte de él?

—Por supuesto, princesa —respondió Ellinda con una sonrisa amable, inclinando la cabeza—. Venga conmigo, príncipe —añadió, extendiendo su mano hacia Luke.

Luke tomó la mano de Ellinda, y antes de irse, miró a Daeria una última vez.

—Volveré con algo bueno para ti también —dijo con una pequeña sonrisa.

—Más te vale —bromeó Daeria, viendo cómo su hermano se iba con un poco más de ligereza en sus pasos.

— Hemos terminado, princesa —anunció la sanadora, colocando con delicadeza una gasa limpia sobre la herida.

   𝐈𝐍 𝐌𝐘 𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃 ll 𝐀𝐞𝐦𝐨𝐧𝐝 𝐓𝐚𝐫𝐠𝐚𝐫𝐲𝐞𝐧ll / En edición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora