Capítulo 1

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No me puedo creer lo rápido que ha pasado el tiempo. Quizá hace unos años me hubiera emocionado la llegada de las vacaciones escolares y con ella las vísperas a mí cumpleaños número 16. Mi vida se me complicó muchísimo desde que cumplí mis 15 años, pues resulta que mi burbuja protectora se rompió y terminé chocando contra la realidad.

Nuestro pueblo se caracterizaba por ser pequeño y cerrado, las posibilidades económicas alcanzan apenas para lo necesario en una casa y para que hablar de la cantidad de personas que no tienen la suficiente comida para pasar el mes.

Nunca fui de esas niñas mimadas y caprichosas que le montaban berrinches a sus padres para conseguir lo que querían, siempre fui todo lo contrario a eso. Para vivir en un pueblo tan pobre, mi familia sabía como arreglárselas bastante bien.

Desde pequeña fui muy disciplinada, intentaba por todos los medios llevar una buena nota a casa para que mis padres se sintieran orgullosos. Ayudaba a mamá en algunas tareas domésticas y a veces a papá.

Salí de mi ensoñación cuando escuché pasos apresurados por la escalera, seguido de eso, unos toques rítmicos en la puerta y un pequeño ojo de color avellana asomado en la rendija.

-Ashy dice mamá que bajes a desayunar.- suelta mi hermana entrando a mi habitación. -Y por cierto, feliz cumpleaños.- dice acercándose para besarme de forma suave la mejilla.

-Gracias Emm, dile a mamá que enseguida bajo.- digo de la misma manera que ella.

Se va de la habitación dando saltitos y yo aprovecho para desperezarme. Me levanto con pocos ánimos de la cama y decido que ropa ponerme para hoy. A pesar de ser mi cumpleaños y además un sábado, no tenía ánimos para nada por haberme acostado tarde terminando algunos trabajos del instituto. Nunca he sido de las que dejan las cosas para ultimo momento.

Después de unos minutos frente al armario cuestionándome la existencia sin fijarme exactamente en la ropa, decido salir con lo primero que vea. Agarro un jersey, unos pantalones y cualquier par de zapatos. Me doy una ducha tibia para activarme, cepillo mis dientes y me peino mi larga cabellera que da hasta la cintura.

Al bajar todos ya están desayunando, me siento a la mesa al lado de mi hermano ganándome una mirada reprobatoria de mi padre por llegar tarde al desayuno.

Pasadas las 10:00 decido dar una vuelta por el pueblo, pero nada mas cruzar la vaya de la entrada mis ojos se cruzan con unos iris negros y largas pestañas.

Ryan Rossmert es dos años mayor, va a clase con mi hermano y desde pequeños son muy unidos, por tanto me ha tocado verlo cada minuto durante años.
Es el típico chico delgado con músculos para nada exagerados, siempre viste de negro y tiene un aire misterioso.

-Hola Ashly, feliz cumpleaños.- me dice mientras se pasa la mano por el pelo con ¿nerviosismo?
-Hola Ryan, gracias, ¿hoy vienes a casa de nuevo?- al momento de decirlo me lo vuelvo a pensar, y no puede ser que en serio haya soltado eso.

Mis mejillas se encienden y el parece notarlo porque sonríe de medio lado y me besa cerca de la boca para seguir caminando.

Ya son casi las doce de la noche y como supuse, mis padres ni siquiera compraron una tarta o hicieron algo especial -como todos los años- en ese momento suena el timbre de la puerta y voy a abrir desanimada. Sin embargo, solo veo una caja a mis pies. La tomo con cuidado temiendo que sea algo frágil y leo la etiqueta, era un paquete dirigido a mí.

Lo abrí con cuidado y saqué de él algo que parecía un collar, pero que tenía un aire totalmente distinto. Desprendía un aura tenebrosa, pero algo llamó mi atención, aquel collar, ya lo había visto mucho antes.

La verdad es que no recordaba donde o cuando, pero me resultaba sumamente familiar, miré si traía consigo alguna nota y no me sorprendió ver la caja vacía. Quizá había sido algún admirador secreto.

Me lo puse con cuidado, cogí la caja de nuevo entre mis manos y subí a mi habitación, pasé el seguro y me tiré a descansar un rato. Empezaba a sentirme mareada de pronto, un pitido amenazaba con reventarme los tímpanos. Cerré los ojos con fuerza y apreté mi mandíbula deseando q acabara esa tortura y de un momento a otro, todo se quedó sumido en el silencio...

De cara a la realidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora