Capítulo 4

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El resto del camino fue en un silencio incómodo que ninguno de los dos estaba preocupado en romper, solo mantuvieron su espacio en medio de la nueva información que acaba de revelarse. 

Hoseok admiraba el anillo con curiosidad, en su niñez él recordaba hablar sobre que un día quería tener una familia feliz como la suya. Siempre había tenido un estándar sobre su vida ideal si llegara a casarse un día, él querría una ceremonia parecida a las novelas que veía Jiwoo y quien fuera su futuro esposo se viera tan guapo como una celebridad. Su sueño era poder tener su boda en un gran salón de Seúl, su familia tenía un hotel en la ciudad con un enorme vestíbulo y toda la decoración de fantasía.

Y ahora estaba comprometido con un demonio que, aunque ha estado junto a él mucho tiempo, apenas sabe de su existencia y ni siquiera era algo que habría deseado. No sabe con exactitud al menos su edad, pero si es un demonio está seguro que lleva siglos vivo y quizá debe ser igual de difícil tener que pasar este con un humano. 

No es que fuera culpa suya que haya pasado esto, podrá tener el apellido de su familia pero fue excéptico a todo lo que tenían en su baúl de secretos. Así que Jungkook tampoco podía hacer mucho, no tiene idea de como funcionan esos contratos pero asume que al igual que uno humano tiene consecuencias no muy favorables para ambas partes. 

Jungkook podía sentir la incertidumbre de su acompañante, pero no se molestó en preguntarle que era lo que causaba su incomodidad. Tenía en cuenta que era un sentimiento inevitable que se presentaría en cualquiera que se enterase que está destinado a casarse con la persona menos oportuna. Ha estado familiarizado con esta clase de situaciones en toda su existencia,  durante los años que tuvo que esperar a que Hoseok cumpliera los dieciocho se ha dedicado a hacer su trabajo personal y firmar contratos con otras personas que a diferencia del suyo solo son temporales. Normalmente duraban como mímino cinco años antes de que vencieran y fuera a buscarlos para llevarlos a su muerte.

—Estuve pensándolo y quisiera poder verte, que te quedes así siempre —dijo Hoseok.

Asintió ante su petición, no podía negarse a algo que en el fondo había esperado. Era más divertido vivir disfrazado de humano, le sentaba bien adaptarse a la época en la que estaba ahora. Sólo lo hacía cuando tenía que firmar algo, después solo se la pasaba en su oficina personal organizando los tiempos que tenía que tomar para la rescición de sus contratos y no separarse mucho de su humano.

Desde que fue designado una de las cosas que debía hacer era cuidar de él, no le emocionaba mucho estar pegado a su humano sin poder hacer su trabajo así que pidió el tatuaje para conectarlos y solo acudir en casos de peligro. Si su humano moría en realidad no era un problema, si fuera un caso común solo quedaría culminado su trato y buscaría otro, pero debido a que sus términos eran especiales también se vería involucrado por haberlo dejado a su suerte. 

Visualizó la casa de Park Jimin en una cuadra, conocía a este tonto porque Hoseok a veces lo invitaba y una vez tuvo que ir a salvarlo de ahogarse con una hojuela de cereal. De solo saber que su amigo lo hacía cometer locuras no lo mantenían tranquilo, se la pasaba revisando su marca con más frecuencia desde que se enteró que estudian juntos. Estaba seguro que si Hoseok se moría sería gracias a las bobadas que ocurrían con ese chico.

Al estar cerca de la entrada se detuvo para regresarle su mochila, se pasó una mano en su cabello antes de buscar entre su bolsillo su cartera. Contó un par de billetes para tomar la mano del menor y hacer que los sostuviera. Colocó los brazos en su cintura, como si fuera un padre a punto de regañar a su hijo malcriado.

—No quiero mas problemas, no me importa el tiempo que estarás aquí pero al menos ten decencia de pedir un maldito auto —dijo — Si el tatuaje me avisa que te metiste en líos yo mismo voy a matarte, aún si me combustiono creéme que lo haré.

My Demon||JunghopeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora