Capítulo 10

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Jungkook se sentaba en su elegante pero sombría oficina, iluminada solo por el tenue resplandor de una lámpara de escritorio.

Su nombre escrito en una identificación sobre el escritorio.

El lugar estaba decorado con muebles antiguos de caoba oscura y una alfombra persa que amortiguaba el sonido de sus pasos cuando, inquieto, se levantaba para caminar de un lado a otro. Las estanterías a su alrededor estaban repletas de libros antiguos, grimorios y reliquias que había recolectado durante los siglos que ha trabajado.

Se detuvo frente a la gran ventana que dominaba la habitación, con un movimiento hizo que proyectara sobre la parte central de la ciudad, observando la feria que se extendía más allá del cristal. Las luces de los edificios brillaban en la noche, como estrellas atrapadas en la tierra. Sus oídos captaron a familias pasando muy buen rato juntos, grupos de amigos disfrutando la velada, niños riendo.

Pero por otro lado, no se perdía de los lamentos y súplicas de las personas que sufren hoy mismo.

En sus ojos, esos puntos de luz eran un cruel recordatorio de lo lejos que había llegado de su humanidad.

Hacía siglos que había dejado de ser humano. Jungkook podía recordar vagamente aquel día en el que, con la desesperación y la furia corriendo por sus venas, aceptó la oscuridad que lo convertiría en un demonio. Había obtenido poder, venganza, quizás incluso justicia para su vida humana que no lograba recordar, pero a qué precio tenía que pagarlo todo...

¿Cuántas almas había condenado desde entonces? ¿Cuántas vidas había destruido?

Se había convertido en el monstruo que era porque amó el sentimiento de hacer felices a otras personas durante un tiempo y luego arrebatarle todo en unos segundos.

Pero ahora, algo dentro de él estaba cambiando.

Una emoción que creía muerta, sofocada bajo siglos de maldad, comenzaba a surgir lentamente de nuevo.

Amor.

Un sentimiento que lo carcomía, que lo hacía cuestionar cada una de sus decisiones. Había conocido a alguien, un humano llamado Hoseok, cuya pureza y bondad lo habían tocado de una manera que creía imposible.

Durante los últimos días, habían convivido de una forma que Jungkook jamás habría anticipado. Había un lazo entre ellos, uno que se había formado sin el consentimiento de ninguno de los dos, un vínculo mágico que los unía de manera inquebrantable.

Al principio, Jungkook había odiado ese lazo. Lo había visto como una trampa, una cadena que lo ataba a una fragilidad humana que él despreciaba y temía. Su primer impulso fue romperlo, deshacer esa conexión por cualquier medio necesario.

Tener que cuidarlo de niño fue diferente, Hoseok no podía verlo y no era consciente de nada. A veces vigilaba que no se hiciera daño o lo veía jugar desde las sombras. Estuvo presente durante su crecimiento, en verdad fue un pequeño muy bondadoso y cariñoso.

Ahora que ha crecido y puede incluso tocarlo, su interior estalla en llamas y su mente trata de apaciguar esos sentimientos. Quiere reprimirlos.

Sin embargo, cada día que pasaba junto a Hoseok, algo en su interior se resistía a hacerlo. La calidez del humano, su risa, su increíble capacidad de encontrar luz incluso en la oscuridad que los rodeaba, empezaba a ablandar las paredes que Jungkook había erigido durante siglos.

Jungkook quiso ser cruel y manipulador con Hoseok, el primer día que se vieron cara a cara ansiaba hacerlo suplicar de miedo.

Pero no pudo hacerlo.

My Demon||JunghopeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora