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Tras la adhesión del vigesimotercer reino al Imperio Andul, se ordenó la creación del enredoso Jardín de Rosas.
La construcción de dicho laberinto tenía como propósito mantener cautivos a aquellos que infringían las leyes imperiales. Sus intrincados pasillos, delimitados por elevadas paredes de árboles y arbustos, conducían hacia la fuente del venerable dios de Andul en busca de redención.
En el año 897, cuando se alcanzó la máxima extensión territorial del Imperio, se celebró la inauguración del jardín. Con alrededor de doscientas variedades de rosas en su centro, los criminales tenían tres días para encontrar la ruta correcta y escapar de éste.
Solo aquellos que eran capaces de expiar sus pecados, volvían vivos del laberinto. Por ese motivo era el castigo preferido del Emperador. Era un escenario para perderse y para encontrarse.
Un espacio para presenciar el nacimiento y la muerte.
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¡Les doy la bienvenida a una nueva historia!
El primer capítulo se estará publicando hasta junio, pero me moría de ganas por compartirles un pequeño avance.
