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Año 1363,Segundo día del cuarto mes del Calendario Ahnssico

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Año 1363,
Segundo día del cuarto mes del Calendario Ahnssico.
Templo de Andul, Capital Bhendri.


—Han terminado las preparaciones.

El anuncio de Sar Tehila, la sacerdotisa anciana encargada del cuidado del Templo Imperial de la Capital Bhendri, ocasiona que me detenga frente a la fachada principal. Observo a la mujer adulta que se encuentra de pie a mi izquierda, quien viste una holgada túnica de lino similar a la mía, y asiento en silencio.

En contraste con mi sencillo atuendo, Sar Tehila lleva un manto ceremonial que le cubre la cabeza y le cae por la espalda. La tela está bordada con hilo dorado que forma patrones de los símbolos sagrados del Imperio: el sol y las estrellas. Además, atado en un cordón de cuero, en su pecho porta un colgante de cuarzo blanco, una piedra que se dice que representa la claridad del alma.

Su cabello, que ha perdido su color original por la edad, está dividido en dos trenzas. Su mano derecha, cubierta de arrugas que muestran que el tiempo ha pasado por su cuerpo, sostiene un bastón de madera. En el báculo no solo han sido talladas letras en el idioma antiguo, sino que en su centro se encuentra una piedra preciosa transparente; una gema que, si no me equivoco, almacena poder divino.

Ella es, según lo que aprendí en las clases de religión, una esposa de Andul.

Es la viva personificación de la devoción hacia él. El anillo que lleva en su dedo anular izquierdo es una señal inequívoca de su unión espiritual con nuestro dios. Es un reflejo de su inmenso deseo de amarlo por la eternidad.

Las sacerdotisas, también llamadas Brestinnas, dedican su vida entera a venerar al benevolente dios que fundó nuestro Imperio. Usualmente residen en el interior de los templos localizados alrededor de Andul, y, de acuerdo con las escrituras sagradas, solo se tiene la oportunidad de conocerlas una vez en la vida: un día antes de la celebración de tu mayoría de edad.

Pero esta es, claramente, una excepción.

Tras regresar a la Capital Bhendri, la Corte Imperial me absolvió del delito de hurto. Si bien he quedado en libertad inmediata, por órdenes del Emperador Adalric he sido enviada al Templo de Andul para llevar a cabo, por primera vez, una Ceremonia de Renacimiento.

A pesar de que en la reforma al Código de Andul, en el que se compilan las leyes en materia penal, no está establecido ningún apartado relacionado con la realización de un ritual al salir del laberinto, el prestigio de las escrituras divinas ha influido en la decisión de nuestro monarca.

Y en mi liberación, puesto que he recibido instrucciones de permanecer en la Capital Bhendri por tres días más.

Respiro hondo cuando la gigante entrada del templo se abre. Al otro lado nos reciben dos clérigos, quienes se apresuran a realizar una reverencia en cuanto la sacerdotisa pasa a su lado. Sin ninguna intención de quedarme atrás, la sigo por el largo y vacío pasillo que se muestra delante de nosotras.

El Jardín de Rosas | Park SunghoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora