Entrar a este lugar ha sido más difícil que entrar a prisión. Tanta seguridad para una mierda que tiene más gracia si se hace en un lugar visible y con la adrenalina que aporta la posibilidad de ser pillados por la policía.
Nada más entrar he tenido que lidiar con un maldito capullo y su grupo de idiotas integrales. Como si ese imbécil no fuera suficiente se me acercó uno de esos niños ricos que se creen que son de barrio por hacer cosas iguales. Debo admitir que tras haber pasado dos años rodeada de mujeres y haber tenido algún que otro encuentro con una, la imagen masculina que él proyecta me impacta por unos segundos. Es alto, de un cabello negro algo desaliñado, cuerpo bien trabajado y unos intensos ojos verdes.
Como dije, el típico niño rico.
— Idiota...— susurro pasando por su lado. Golpeo su hombro intencionalmente para hacerle a un lado y continuar mi camino.
Alcanzo a dar solo dos pasos cuando otro tipo me aborda. Éste es un rubio de ojos azules, bien peinado, vestido en camisa de marca y acompañado de una mujer con el brazo escayolado.
— ¿Aquí tienen la costumbre de joder?...— pregunto mirándolo molesta. No me importaría romper otro brazo.
— No, ese es el trabajo de Scott...— me responde con una sonrisa. Me extiende la mano y espera mi respuesta, que nunca llega. — Bien...— la baja. — Soy Nolan, un patrocinador...
Me doy un golpe mental al escucharlo. La mala suerte de siempre andar de mal humor.
— Matt...— respondo resignada. Es lo que vine a buscar.
— Bien, Matt... Cómo puedes ver, mi chica se ha fracturado el brazo...— la mira y por el miedo que le tiene comprendo que lo dicho es mentira. — Necesito a una chica que pueda ocupar su lugar... Las apuestas son muy jugosas y no puedo retirarme...
— No me interesa...— digo tratando de alejarme. No quiero acabar en un problema aún peor.
— ¿Ves a esa pelirroja?...— me señala a la chica de antes. Ésta lleva tiempo mirándome y aparta la mirada cuando mantenemos contacto visual. — Es la chica del idiota que te estaba fastidiando...— sonríe. — Te estoy dando una oportunidad de ganarle en su propio juego...
La pelirroja saluda al niño rico y luego se acerca al capullo de antes, se ríe y me mira fijamente.
— ¿Te está desafiando?...— me pregunta agarrando unos guantes. — Eres nueva, no todas las nuevas tienen la oportunidad de estar en mi equipo...
Vuelvo a mirar al grupo de chicos. Esta vez mis ojos caen en Jackson, él sonríe con burla y acepto los guantes.
— ¿Cuánto por una victoria?...— me pruebo los guantes.
— Eres novata así que lo dejaremos en mil...
«En Nueva York peleaba por menos, así que...»
— Hecho...
Recuerdo la última vez que me subí a un ring, casi cometo mi primer asesinato y no me arrepiento. Esa chica se merecía cada golpe, al igual que yo me merecía cada día en el reformatorio.
Me he desecho del chándal largo para quedarme con el corto que llevaba abajo. Al hacerlo el tatuaje que está sobre mi rodilla, rozando mi muslo derecho se muestra, dos pistolas disparando banderas rojas. En mi abdomen tengo un par, al igual que en mi espalda, mis brazos y mi cuello.
Mi cuerpo es un museo de tinta.
— No creí que ibas a conseguir a alguien tan pronto...— me dice la pelirroja entrando al ring. La euforia que invade el lugar con su llegada me motiva aún más.
— La suerte...— comento. Mi mirada se concentra solo en ella, pero pierdo esa determinación con el acercamiento del pelinegro de antes.
— ¡Fer!...— sus ojos verdes se encuentran con los míos, se ve molesto.
La chica se le acerca, susurra un par de cosas y él se aleja de las cuerdas.
— ¡Acábala!...— dice antes de irse, mirándome fijamente, mostrando una superioridad que me recuerda su intervención de antes.
Una chica en biquini pasa con la indicación del primer round. Un tipo algo regordete es quien sujeta el micrófono haciendo las típicas cuestiones.
«Que empiece el combate », grita y se aparta con el ruido de la campanita.
— He oído que tienes problemas de autocontrol...— me dice la pelirroja poniéndose en posición. — Pero que ni con eso eres capaz de derribar a una principiante...— continúa.
— ¿Se puede saber de dónde sacas la información...?— alzo los puños.
Suelta una risa sorda y propicia el primer golpe. La esquivo. Su rodilla se alza para estamparse contra mi abdomen y se lo impido. Volvemos a darnos espacio.
— Tengo entendido que no hiciste bien tu trabajo...— se mofa en mi cara, mostrándome su verdadero rostro. — Por eso Aston te dejó en la calle...— me lanza tres golpes y la esquivo.
Eso no es verdad. Hice mi trabajo, protegí a esa estúpida cada día. Ese lugar podía llamarse reformatorio pero era un infierno en el que solo sobrevivían los más fuertes.
— Y Jackson no quiso ni oírte...— lanza su puño contra mi cara. Me muevo rápido, evito el impacto y en respuesta golpeo su abdomen.
Por la expresión que hace entiendo que ese golpe la ha dejado sin aliento. No le doy tiempo a recobrarlo cuando golpeo su rostro, costillas y abdomen de nuevo. Ella retrocede hasta las cuerdas tratando de respirar, pero solo me da más ventajas. Agarro su cabeza y estampo mi rodilla conta su abdomen un par de veces.
— ¡Joder!...— me aparta y estampa su puño contra mi cara. Siento el golpe y escozor. Unas gotitas de sangre acarician mis labios, lo que me hace perder el control.
Doy un paso hacia ella y suena la campana que marca el fin del primer round. La miro amenazante y voy a mi esquina. Me hundo en el banco cuando me pasan el agua y una toalla.
— Tengo un buen ojo...— me dice el rubio riéndose. Parece idiota.
Bebo de mi agua para ignorarlo. Me funciona con él, pero no con el pelinegro de antes, que me mira fijamente desde el otro lado. A su costado vea a Jackson, se ve molesto y solo por sentir el sabor de la victoria me molesto en hacer una pequeña mueca que simula una sonrisa.
— Hazlo bien y serás de mi equipo...— le escucho asegurar.
— No, lo hago bien, me pagas y buscas a otra...— le respondo en frío.
No es que sea desconfiada pero no me fío de él. Lo de esta noche es porque necesito pasta urgente, los próximos días prefiero ir por libre.
— Ya lo hablaremos...
La campana suena y salgo dispara al centro. Ella llega con más fuerza, la ira domina su cuerpo, lanza golpes por doquier sin resultado alguno. Es un juego que con el tiempo me cansa y comienzo a atacarla con puñetazos y patadas. La arrincono en una de las esquinas y a cada golpe que doy me fijo en sus amigos, están los tres: el moreno, el del sofá y el pelinegro de ojos verdes. Los tres con caras de culo.
Doy un último golpe antes de que suene la campana y cae al suelo. Inician la cuenta, el silencio invade el lugar, mucha gente palidece y supongo el porqué.
Me doy la vuelta al escuchar el uno y me salto las formalidades de la presentación. Salgo del ring, me acerco al rubio quien sonríe más que satisfecho. Él parece entender entre líneas ya que rápidamente quita dos fajos de billetes.
— Dos mil, por tremenda pelea..
Observo el dinero y lo agarro con fuerza. Noto como las miradas se posan en mí, la gente murmura y no debo ser una genia para notar el desprecio que transmiten.
— Has destronado a la reina...— vuelve a captar mi atención mostrándome una bolsita de droga. — Diviértete...— la deja en mi mano y sonrío.
— Ya lo hice...
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Matt❤️

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Peligrosa tentación
RomanceMatt es una exconvicta de 18 años, obligada por el Estado a vivir por un año bajo el techo de su madre, quien vive en Miami y con quien lleva catorce años sin mantener contacto alguno. Se crío en Nueva York, en un barrio común, entre pandillas, pele...