Al bajar del auto, todos me miran, creando así la escena cliché de la nueva que llega en un auto de lujo y por lo que sé de mi hermanastro, con un chico popular, aunque ya esté en la universidad. Acomodo mi mochila en mi hombro, arreglo la tira y camino a paso lento hacia las enormes escaleras ocupadas por alumnos. Algunos corren con el sonido de la campana, otros se detienen a ver el auto que está a mis espaldas y el resto son los típicos invisibles. Sé que no encajo en este lugar con solo ver a esas chicas hermosas y tranquilas, o a las señoritas que parecen sacadas de esas películas de los dos mil. No juzgo el estilo de nadie, solo que no encajo con ese modelo de vida.
En Nueva York asistía a una escuela pública, no estaba obligada a vestir uniforme, aunque sí a pasar por detectores de metales. Exageraban, es cierto que muchos pertenecíamos a bandas, pero la escuela era el punto neutro, de todos modos éramos pésimos.
Pensar en ese lugar me llena de tristeza, el recuerdo de Thomas llega a mi mente y me detengo en seco. Miro el pasillo, está casi vacío, similar a aquella noche, las risas se escuchan desde lejos, los pasos y de la nada un fuerte disparo.
«Pumm»
El ruido de unta taquilla me sobresalta. Volteo a ver al causante y ahí está una chica de esas tranquilas. Pelinegra, ojos café, usa gafas sencillas, lleva el uniforme impecable y se ve amable. Me recuerda a Val, antes de meternos en aquel problema.
— Hola, tú debes ser Haydee Watson...— me extiende la mano.
— Matt Watson...— corrijo y ella arruga la frente.
— ¿Mat?...— abre el folder lleno de papeles que cargaba con su brazo izquierdo. — En la secretaría me dijeron que la nueva es Haydee Watson, Haydee es nombre de chica...— dice lo obvio y ruedo los ojos. — Matt, sin embargo, es de hombre... Claro, a no ser que venga de, por ejemplo, Matilda... ¿Eres Matilda Watson?
Habla sin parar. Ya me cansé tras lo de Haydee.
— Matt Watson, los de la secretaría deberían ser más cuidadosos...— digo observando las puertas. Hay tantas y no tengo ni puta idea de a donde ir.
— Yo soy Georgia Cox, lo sé el apellido es raro, es francés...— sonríe nerviosa. — Bueno yo voy a ser tu guía de hoy...— me informa pasando por mi lado. — Por aquí, nos toca filosofía...
«Que emoción » ruedo los ojos y la sigo.
— Ya que ya sonó la campana más tarde te enseñaré tu taquilla y la escuela...— su paso es apresurado. — Supongo que tienes más de dieciséis, yo tengo dieciséis... — se ríe y no sabe lo mucho que me irrita. — No digo que hayas reprobado algún curso, solo que...— se detiene al llegar a una puerta con el número once bien marcado en placas doradas, bajo estás siguen unas letras en cursiva que forman la palabra: filosofía. — Llegamos...
Da unos pequeños golpes y abre lentamente la puerta. La primera imagen que logro ver es la de un hombre de unos treinta y pico, alto, rubio de ojos miel, vestido de traje y con el cabello arreglado como en la edad antigua. El hombre sonríe al ver a Georgia y poco después se centra en mí.
— Con permiso, profesor...— dice la pelinegra. El hombre asiente y se adentra en silencio.
Mi mirada viaja al interior de la clase, hay como veinte estudiantes, no se parece en nada a las aulas de mi vieja escuela. La mayor parte son chicas, cada una más hermosa y arreglada que la anterior, aquí la estética lo es todo, buscan destacar a pesar de vestir el mismo uniforme.
— Señorita...— la voz del rubio me regresa a la realidad. Aprieto mi mochila contra mi hombro, elevo la cabeza y me adentro en calma. — Veo que tenemos una nueva alumna...— comenta. Paso de él y solo busco un lugar vacío, todo está lleno, bueno, hay un lugar, pero está a un costado de esa charlatana.
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Peligrosa tentación
RomanceMatt es una exconvicta de 18 años, obligada por el Estado a vivir por un año bajo el techo de su madre, quien vive en Miami y con quien lleva catorce años sin mantener contacto alguno. Se crío en Nueva York, en un barrio común, entre pandillas, pele...