VII: Promesa que deberás cumplir

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Como habían acordado, Itto y Ei se encontraban de camino a Sneznhaya con la esperanza de tener alguna respuesta o pista de donde estaba Miko.

— Itto, porqué sugeriste Sneznhaya? — preguntó con una ceja levantada, haciendo un poco de calor en sus manos con su propio aliento.

— Tengo el pequeño presentimiento de que aquí podemos encontrar algo. — no dirigía su mirada a la arconte, se mantenía viendo hacia enfrente con una postura recta y seria, algo que no era nada normal en alguien tan impulsivo y activo como él.

Ei notaba una actitud bastante extraña en su amigo y eso le preocupaba bastante, no se sentía cómoda al hablar con él estando en ese estado.

— ¿Pasa algo? Te he notado raro desde que te encontré después de pelearme con .. lo que sea que fuera eso. — seguía sin poder reconocer la voz o alguna característica de su "contrincante" y eso debía admitir que la desesperaba y asustaba un poco.

— No, estoy bien, solo que aquí hace demasiado frío. — Ei comenzaba a molestarae un poco por la actitud de su amigo, paró en seco y lo tomó del brazo casi sin fuerza pero con la intención de jalarlo un poco.

— Puedo seguir yo sola a partir de aquí. Te doy gracias por acompañarme, Itto. — no iba a recibir reproches de él, dió unas cuantas palmadas en el hombro del más alto y caminó sin despedirse adecuadamente, teniendo la intención de acelerar su paso para llegar rápidamente a la entrada de Sneznhaya.

. . .

— Esta es nuestra maldita oportunidad, alerten a los guardias de la entrada, que ataquen a la mínima actividad que vean. — una mujer de cabello blanquecino ordenó, tratando de dejar aquello lo más claro posible.

— Arlecchino, ¿No es demasiado para una simple zorrita ? ¿Qué tienes contra las dos? — Por primera vez en su cruel vida, un hombre alto de ojos rojizos cuestionó algo preocupado a la de expresión arisca.

— Voy a decirto una sola vez, Dottore, deja mis asuntos y concéntrate en los tuyos, demasiado hacemos con dejar a su putita viva. — rodó los ojos nuevamente a donde tenía postrada su vista, recargando sus manos en un escritorio y dejando un poco de su peso en estas.

Fue obvio que el de cabellos azules se molestó ante la reacción de la cuarta heralda, escuchó una risa burlona de esta, provocando que su furia aumentara y la enfrentara.

— ¿Acaso te reíste de mi? — Frunció el ceño y dejó que sus ojos carmesís penetraran el alma de la otra como si de pistolas se trataran, aunque por parte de la mujer no hubo reacción ni preocupación alguna, regresando a su posición anterior.

— Te pregunté algo, Arlecchino. — esta vez fue ella quien encaró a este, mostrandose furiosa por las constantes interrupciones del contrario, con una voz severa le contestó, queriendo dejar en claro todo para no seguir perdiendo su tiempo.

— Déjame en paz y ve a hacer tus estupidos asuntos, es mi problema si la quiero matar o no. — estas fueron la últimas palabras que le dedicó antes de ordenar que lo sacaran de su "oficina", ahora si poniendo suma atención al próximo ataque que ejecutarían contra la arconte.

. . .

El frío ambiente comenzaba a hacerla arrepentirse de haber aceptado ir a Sneznhaya con el extraño de su amigo.

Caminaba considerablemente lento para poder mantener un poco de su calor corporal, un extraño mal presentimiento provenía desde lo más profundo de su intuición, algo le decía que no fuera hasta el final del largo y tortuoso camino helado a Sneznhaya pero su amor por la Kitsune le daba fuerza de voluntad para seguir adelante y buscar aunque sea lo mínimo para poder conectar partes y saber donde podría estar.

I still remember you. [Yae Miko x Ei modern AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora