one. the wagners are back

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OO1 | THE WAGNERS ARE BACK

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OO1 | THE WAGNERS ARE BACK

Durante las primeras horas de la mañana, los cálidos rayos del sol atravesaron la ventana de la habitación que pertenecía a Vanessa, provocando que se despertara. Se sentía verdaderamente mal; un intenso dolor de cabeza la atormentaba y su garganta estaba seca, como si no hubiera bebido líquido en más de una semana. Por lo que no pudo evitar sentir un gran alivio al ver un ibuprofeno acompañado por un vaso de agua en la mesita de noche junto a su cama.

La noche anterior había salido de fiesta, y ni siquiera recordaba a qué hora había regresado a casa.

Con los ojos entrecerrados, Vanessa se levantó y se dirigió al baño. Una vez allí, se miró en el espejo y observó que tenía los ojos hinchados y el cabello recogido en una cola de caballo mal hecha.

—¿Señorita Wagner? —la voz de Alfred, su mayordomo, resonó detrás de la puerta. La joven no dudó en abrirla de inmediato.

—Buenos días, Alfred —dijo Vanessa con una sonrisa—. ¿Cómo ha sido tu mañana?

—Todo va de maravilla, gracias por preguntar, señorita —respondió el mayordomo con cortesía—. ¿Qué desea para el desayuno?

—Una tostada francesa no me vendría nada mal —murmuró Vanessa. Alfred asintió con una sonrisa.

—Muy bien. Ahora, si me disculpa, iré a informarle al señor Theodore que ya ha despertado.

Con estas palabras, el mayordomo desapareció de la habitación de la mayor de los Wagner. Vanessa aprovechó su momento de soledad para darse una rápida ducha. Aún no lograba recordar todo lo que había sucedido la noche anterior, pero el olor que desprendía su cuerpo le indicaba que se había divertido bastante.

Poco después, Vanessa ya se sentía como nueva. Se había cambiado de ropa e incluso se había maquillado un poco.

Con una toalla en la mano, Vanessa abrió la puerta de su habitación, sorprendiéndose levemente al ver a su mellizo recostado sobre su cama.

—Tienes suerte de que Thomas no estaba en casa —murmuró Theodore, haciendo que Vanessa rodara los ojos al escuchar el nombre de su padre. Era evidente que no tenían una buena relación.

—¿Tú me trajiste a casa?

—Sí, después de que me vomitaras todo el vodka que habías ingerido —asintió, recordando el momento con diversión—. No desaprovechaste nuestro último día aquí.

—¿Lo dices por Jackson?

—¡Claro que sí! —exclamó Theodore, mientras su hermana tomaba asiento junto a él—. De repente te perdí de vista, y cuando te volví a ver, estabas de la mano con él.

—No me arrepiento de nada —dijo Vanessa, encogiéndose de hombros con desinterés—. De todas formas, no lo volveré a ver en mucho tiempo.

—No entiendo por qué debemos regresar a Alemania. Estamos bien aquí.

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