1. La salida

619 22 5
                                    

La ventisca golpeaba su rostro con fuerza, tuvo que cerrar sus ojos debido al viento, imaginó quedarse sin cejas; ese pensamiento le dibujó una sonrisa en los labios. Violet la miró, como Eloise esbozaba aquella sonrisa sin abrir los ojos. Parecía contenta, hacía mucho que no la veía sonriendo.

Los barcos no le agradaban a Violet, pero no tenían opción cuando se trataba de viajar con rapidez. La miró de nuevo, como su hija mantenía los ojos cerrados y su mano se aferraba al abultado vientre que cargaba consigo desde hacía unos meses.

Violet se permitió sonreír momentáneamente, dejándose embriagar por la felicidad de ese momento, donde Eloise sonreía y nada más.

Hasta que se borró la sonrisa y siguió disfrutando del aire golpeando su rostro.

—Casi llegamos —le susurró su madre, esperando no perturbar su cómodo silencio.

—Sí, lo sé —respondió Eloise, con tranquilidad.

—Bien —dijo, inclinándose hacia su hija y tomando su mano—. Quiero que seas fuerte.

Eloise abrió los ojos, estaban llenándose de lágrimas cuando miró a su madre. Solo asintió, segura de que si abría la boca, no saldrían palabras, sino el llanto que se contenía en sus ojos.

Violet secó las lágrimas que se escaparon y cayeron por las mejillas de su hija, sacudió ligeramente sus hombros y le dedicó una sonrisa.

—Sonríe, querida —dijo—. No quiero que tu padre vaya a verte en tan malas condiciones.

Eloise sonrió con tristeza, asintiendo de nuevo y miro al océano, donde a lo lejos, podía verse tierra.

—No creo que a mi padre le importe mi aspecto.

—Se preocupa por ti más de lo que crees.








El carruaje se detuvo frente a un gran edificio rodeado de jardines, Eloise alzó la vista y miró por el cristal.

—Es lindo —dijo, al ver las estructuras del palacio.

—Lo es —respondió Violet—. Pero es aún más hermoso al interior.

Un lacayo ayudó a Eloise a bajar, tomando su brazo con firmeza, le habían estado dando dolores en las piernas que apenas podía permanecer de pie.

—¿Se encuentra bien, señora? —le preguntó el lacayo al sentir su peso dejarse un poco.

—Estoy bien, gracias —Eloise sonrió con amabilidad.

—Yo haré el resto —se acercó Violet y tomó del brazo a su hija.

—Es por aquí, lady Bridgerton.

Después de un largo recorrido por el edificio, entraron a un salón muy amplio, donde Edmund se encontraba bebiendo una copa con un grupo de tres personas.

El lacayo llenó sus pulmones de aire y anunció con claridad y firmeza:

—La señora Bridgerton y la señora... —hasta ese momento, el hombre se dio cuenta que no había preguntado sobre la chica embarazada, así que la miró de reojo.

—Bridgerton —susurró Eloise, sonrojándose y bajando la vista.

Edmund no le dio oportunidad al lacayo de terminar las presentaciones cuando su voz llenó el salón:

ESE LUGAR TUYO || PHILLIP & ELOISE || PHILOISEWEEK2024 || BRIDGERTONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora