Capítulo 4

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El tiempo pasó tan rápido como el viento y sin darse cuenta el momento tan esperado por el príncipe y su delegación llegó.

El carruaje antes cálido cuando salió de su tierra ahora estaba ligeramente frío, pero aquello no fue suficiente para que el joven rubio se alejara de la ventana queriendo ver el paisaje que le esperaba conforme se acercaban al palacio imperial.

Su corazón palpitó con fuerza todo el camino desde que supo que ese día llegaría y cuando el carruaje se detuvo en la entrada principal pensó que tal vez se despertaría pronto de ese sueño, sin embargo, al ver las enormes puertas de la fortaleza darles la bienvenida su respiración se contuvo de forma inconsciente y no apartó la vista del exterior.

Tal como esperaba ver los alrededores bastó para que su piel se erizará y todo lo que tuvo que pasar para llegar a ese momento se sintió irreal; le resultaba difícil de aceptar que su primera vez fuera del reino le permitiría conocer el Imperio Norte.

Su corazón se aceleró y sin saber cómo controlar algo así no pudo hacer nada más que aceptar con una sonrisa las miles de emociones que su lobo le causaba.

— ¿Es impresionante?

Al escuchar la voz de su padre se sintió incapaz de decir lo contrario. Los paisajes que invadían su vista eran tan diferentes a lo que acostumbraba en su limitado palacio, que no lograba apartar la mirada.

La nieve cubriendo todo sin que se viera como un sitio helado le cautivó. Los arbustos tenían una pequeña capa blanca sobre sus hojas, mientras que el piso tenía un color blanco impecable que generaba una mezcla de colores agradable.

La curiosidad sin más le ganó y queriendo embriagarse en las nuevas emociones asomó sigilosamente la cabeza para ver, aunque sea un milímetro más del exterior.

Líneas que contrastaban con la nieve eran danzaban en el camino más adelante y cuando bajó la cabeza notó que iban por una de ellas, parecía ser un camino hecho por los trabajadores que cuidaban la llegada de los enviados.

Sin notarlo, mientras guardaba todo en su memoria, su esencia revoloteó suavemente por el carruaje y sus alrededores. Su alegría se expresó en un suave olor a vainilla y jazmín que hizo sentir a la gente del este más tranquila de forma casi instantánea. Incluso al rey, que no acostumbraba a ver con buenos ojos la expresión de emociones en el aroma, lo dejó pasar con una sonrisa.

De esa forma el joven omega disfrutó del tranquilo paisaje hasta que la silueta del castillo reveló su cercanía y un ligero malestar le hizo fruncir el ceño.

— ¿Te sientes bien Jeames?

La pregunta de su padre captó su atención nuevamente y por primera vez retiró su mirada del exterior.

— Sí, solo me ha dado algo de mareo

Respondió con una sonrisa sin saber que su tez se estaba tornando pálida y el sudor frío empezaba a recorrer el rostro impecable.

Ante ello el rey solo negó ante la necedad de su hijo al no admitir que no se encontraba en su mejor condición. Dejó que su vista fuera al exterior un segundo y luego golpeó ligeramente el techo un par de veces para llamar la atención del conductor.

— ¿Falta mucho para llegar?

— No Rey Sterling, en pocos minutos estaremos frente al palacio imperial

Las palabras del cochero satisficieron al rey, quien sin pensarlo dos veces cerró las ventanas y las cortinas del carruaje logrando que el príncipe viera la acción con un rostro algo decepcionado.

— No estás acostumbrado a este clima lo mejor será que no te expongas demasiado, cuando el carruaje llegue a la entrada no es necesario que bajes

— P-Pero padre, el príncipe heredero podría tomarlo como una descortesía.

Lazos -El Imperio Del Norte-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora