Capítulo 73

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La visita a la cabaña de Hagrid, aunque no había resultado divertida, había tenido el efecto que deseaban. Harry no se había olvidado de Black, pero tampoco podía estar rumiando continuamente su venganza y al mismo tiempo ayudar a Hagrid a ganar su caso. Él, Ron, Cassie y Hermione fueron al día siguiente a la biblioteca y volvieron a la sala común cargados con libros que podían ser de ayuda para preparar la defensa de Buckbeak.

Los tres se sentaron delante del abundante fuego, pasando lentamente las páginas de los volúmenes polvorientos que trataban de casos famosos de animales merodeadores. Cuando alguno encontraba algo relevante, lo comentaba a los otros.

— Aquí hay algo. Hubo un caso, en mil setecientos veintidós... pero el hipogrifo fue declarado culpable. ¡Uf! Miren lo que le hicieron. Es repugnante —Cassie negó con desaprobación.

— Esto podría sernos útil. Miren. Una mantícora atacó a alguien salvajemente en mil doscientos noventa y seis y fue absuelta... ¡Oh, no! Lo fue porque a todo el mundo le daba demasiado miedo acercarse...

Entretanto, en el resto del castillo habían colgado los acostumbrados adornos navideños, que eran magníficos, a pesar de que apenas quedaban estudiantes para apreciarlos. En los corredores colgaban guirnaldas de acebo y muérdago; dentro de cada armadura brillaban luces misteriosas; y en el vestíbulo los doce habituales árboles de Navidad brillaban con estrellas doradas. En los pasillos había un fuerte y delicioso olor a comida que, antes de Nochebuena, se había hecho tan potente que incluso Scabbers sacó la nariz del bolsillo de Ron para olfatear.

La mañana de Navidad, Pansy despertó a Cassie tirándole la almohada.

— ¡Despierta, los regalos!

Cassie se removió en su cama, al final decidió levantarse por la insistencia de la morena. Entorno los ojos para ver en la semioscuridad, miró a los pies de la cama, donde se alzaba una pequeña montaña de paquetes. Daphne rasgaba ya el papel de sus regalos.

—Este debe de ser de mamá, me conoce muy bien.

— Son muchos regalos —Cassie observo sus regalos.

— ¿Qué es eso? —preguntó Pansy mirando el paquete y sosteniendo en la mano un suéter tejido con la inicial del nombre de Cassie.

— Me gusta el color... —Cassie dijo viendo de reojo lo que tenia Pansy en sus manos.

Cassie abrió el paquete y ahogó un grito al ver rodar sobre la colcha una escoba magnífica y brillante. Pansy dejó caer el suéter y saltó de la cama para verla de cerca.

— ¡Me encanta! —dijo con la voz quebrada por la emoción. Era una Saeta de Fuego, idéntica a la escoba de ensueño que Cassie había ido a ver a la tienda del callejón Diagon.

— ¿Quién te la ha enviado? —preguntó Daphne en voz baja.

— Mira a ver si hay tarjeta —dijo Pansy.

Cassie rasgó el papel en que iba envuelta la escoba.

— ¡Aquí! —Cassiopeia leyó la tarjeta donde decía "Viktor Krum".

— ¿Y...? —dijo Daphne.

— Un amigo de Bulgaria —dijo Cassie, dando vueltas alrededor de la Saeta de Fuego, admirando cada centímetro.

— Vaya, ¿tienes un novio? —Pregunto Pansy.

— ¡No! —exclamó Cassie—. Somos como hermanos.

— Me gustaría conocerlo algún día —sonrió Daphne.

— Me gustaría conocerlo algún día —sonrió Daphne

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Good or Evil || A Harry Potter FanfictionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora