Capítulo 32

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Cuando llegó Halloween, Cassiopeia ya estaba arrepentido de haberse comprometido a ir a la fiesta de cumpleaños de muerte. El resto del colegio estaba preparando la fiesta de Halloween; habían decorado el Gran Comedor con los murciélagos vivos de costumbre; las enormes calabazas de Hagrid habían sido convertidas en lámparas tan grandes que tres hombres habrían podido sentarse dentro, y corrían rumores de que Dumbledore había contratado una compañía de esqueletos bailarines para el espectáculo.

— Lo prometido es deuda —Recordó Daphne a la niña en tono autoritario. Y tú le prometiste ir a su fiesta de cumpleaños de muerte.

— Lo se, si asistiré

Así que a las siete en punto, Cassie atravesó el Gran Comedor, que estaba lleno a rebosar y donde brillaban tentadoramente los platos dorados y las velas, y dirigieron sus pasos hacia las mazmorras.

También estaba iluminado con hileras de velas el pasadizo que conducía a la fiesta de Nick Casi Decapitado, aunque el efecto que producían no era alegre en absoluto, porque eran velas largas y delgadas, de color negro azabache, con una llama azul brillante que arrojaba una luz oscura y fantasmal incluso al iluminar las caras de los vivos. La temperatura descendía a cada paso que daba. Al tiempo que se ajustaba la túnica, oyó un sonido como si mil uñas arañasen una pizarra.

— Queridos amigos —Dijo con profunda tristeza. bienvenidos, bienvenidos... Les agradezco que hayan venido...

Hizo una floritura con su sombrero de plumas y una reverencia señalando hacia el interior y pudo ver a Harry, Hermione y Ron. La mazmorra estaba llena de cientos de personas transparentes, de color blanco perla. La mayoría se movían sin ánimo por una sala de baile abarrotada, bailando el vals al horrible y trémulo son de las treinta sierras de una orquesta instalada sobre un escenario vestido de tela negra. Del techo colgaba una lámpara que daba una luz azul medianoche. Al respirar les salía humo de la boca; aquello era como estar en un frigorífico.

— Chicos —Cassiopeia se acerco a sus amigos.

— ¡Cassie! —Exclamo Hermione.

— Hola Cassiopeia —Hablo Ron.

— ¿Damos una vuelta? —Propuso Harry, con la intención de calentarse los pies.

— Cuidado no vayan a atravesar a nadie —Advirtió Ron, algo nervioso.

Mientras empezaban a bordear la sala de baile. Pasaron por delante de un grupo de monjas fúnebres, de una figura harapienta que arrastraba cadenas y del Fraile Gordo, un alegre fantasma de Hufflepuff que hablaba con un caballero que tenía clavada una flecha en la frente.

— Oh, no —Dijo Hermione, parándose de repente. Volvamos, volvamos, no quiero hablar con Myrtle la Llorona.

— ¿Con quién? —Le preguntó Harry, retrocediendo rápidamente.

— Ronda siempre los lavabos de chicas del segundo piso —Dijo la pelinegra.

— ¿Los lavabos?

— Sí. No los hemos podido utilizar en todo el curso porque siempre llora tanto que lo deja todo inundado. De todas maneras, nunca entro en ellos si puedo evitarlo, es horroroso ir al servicio mientras la oyes llorar.

— ¡Mira, comida! —Dijo Ron.

Al otro lado de la mazmorra había una mesa larga, cubierta también con terciopelo negro. Se acercaron con entusiasmo, pero ante la mesa se quedaron inmóviles, horrorizados. El olor era muy desagradable. En unas preciosas fuentes de plata había unos pescados grandes y podridos; los pasteles, completamente quemados, se amontonaban en las bandejas; había un pastel de vísceras con gusanos, un queso cubierto de un esponjoso moho verde y, como plato estrella de la fiesta, un gran pastel gris en forma de lápida funeraria, decorado con unas letras que parecían de alquitrán y que componían las palabras: Sir Nicholas de Mimsy-Porpington, fallecido el 31 de octubre de 1492.

Good or Evil || A Harry Potter FanfictionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora