Relato 3: La Rutina De La Obsesión

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Las horas se deslizaban lentamente, el sonido de las agujas del reloj era el único sonido que podía escuchar y lo estaba volviendo loco, cada día una repetición del anterior, parecía ser un ciclo sin fin, el joven de ojos azules ya no sabía cuánto tiempo había pasado desde su secuestro, solo que la realidad de su confinamiento era tan implacable como el paso del tiempo mismo, no sabía si su madre lo buscaba, no sabía ni cuánto tiempo había pasado, con ver por el ventanal veía como todo parecía tan ameno, no podía ver el paso del tiempo y eso le inquietaba.

Cada mañana, George se aseguraba de despertarlo con una suavidad inquietante, con lindas y tiernas caricias en su cabello castaño casi rubio, le decía dulces palabras de amor y consuelo para luego entregarle el desayuno en bandeja de plata dejándolo sobre su regazo y le daba de comer en la boca a la fuerza.

──Buenos días, Ritchie, espero que hayas descansado bien, te veías tan dulce con tus hermosos ojitos cerrados.── Dijo con una sonrisa, como si estuvieran compartiendo un momento íntimo de una vida normal.

Starkey apenas comía, el miedo y la desesperanza le habían quitado el apetito por completo y el miedo a que su captor le pusiera algo a la comida le hacía sentir inseguro pero el otro siempre lo animaba.

──Debes mantenerte fuerte, por nosotros.── Insistió acercándose lentamente y sus dedos acariciaron el sedoso cabello del ojizarco de una manera que hacía que su piel se erizara y padeciera un brutal escalofrío.

Después del desayuno, George lo llevó a una sala más grande, llena de libros, pinturas y una televisión, era una jaula decorada con lujo pero una jaula al fin y al cabo.

George se sentó en el sillón de tres piezas enfrente de la televisión llevando a Richard consigo el cuál acomodó a su lado a la fuerza y aquellos depredadores ojos pardos lo analizaron, se veía perturbado y tenía bolsas negras debajo de sus hermosos ojos por la ausencia de sueño, su debilidad, su caída a un espiral depresivo y rendición absoluta, estaba cansado de muchas formas. Y eso era un espectáculo fascinante.

──Hoy vamos a ver una película. ──

Anunció George seleccionando cuidadosamente una cinta romántica para ver con su adorado y mientras veía dicha cinta tenía agarrada firmemente la mano de Richard, lo forzó a entrelazar sus dedos y le dió un firme apretón posesivo, lo tenía amarrado a él y no se iba a soltar y ni permitiría que el otro lo soltara, no lo dejaría, no lo permitiría.

──Esto es lo que somos, cariño... Un amor eterno a pesar de todo.──

[...]

Los días también incluían largas charlas forzadas, George se esmeraba en tener una charla amena y que fuera lo más natural posible, claramente obviando el hecho de que había secuestrado a Richard pero de todas formas le hablaba de sus sueños, sus miedos y sobre todo, su amor obsesivo por el ojizarco.

──He imaginado cada momento contigo... Cada sonrisa, cada lágrima, todo lo que eres me pertenece. ¿No lo ves? Estamos destinados a estar juntos, tenemos toda una vida por delante, juntos para siempre, te haré el chico más feliz del mundo entero, tendremos absolutamente todo ¡Hasta un hijo si así lo deseamos!.──

Starkey apenas respondía, escuchaba absolutamente todo pero la información parecía no retenerla en lo más mínimo, solamente miraba directamente a la nada, soñaba despierto en la realidad que quería, con su trabajo, con su familia, amando a Maureen... Pero sabía que George no necesitaba palabras para continuar.

──Sabes, solía verte desde lejos... Sabía todo sobre ti antes de que te conociera, tus rutinas, tus amigos, tus sueños... He vivido en tu sombra, esperando el momento perfecto para aparecer y hacerla más feliz.──

[...]

Pero sin duda las noches eran las peores. George insistía en que durmieran juntos y aunque no había violencia física la proximidad era una tortura psicológica, le daba tanto asco sentir como el otro se acurrucaba a su lado en forma de cucharita siendo él la cuchara pequeña, se sentía atrapado entre los brazos del otro en su abdomen y todo era peor, porque aún en la cama el otro le hablaba y no lo dejaba en paz por más que quisiera poder dormirse, sentía como le bajaba al oído con supuestas palabras de amor que le resultaba tan repugnante.

──Eres mío, Ritchie... Solo mío, nadie puede amarte como yo lo hago, ni siquiera tú puedes escapar de este amor.──

El ojizarco empezaba a sentir que su mente se fracturaba, la constante vigilancia, la imposibilidad de escapar y la manipulación emocional de George comenzaban a tener efecto.

A veces, en los momentos más oscuros, se encontraba respondiendo a las caricias de George, buscando un consuelo retorcido en la única compañía que tenía, sentía un placer sanador cada vez que el otro le acariciaba la mejilla, el cabello o su mentón simplemente lo dejaba y rendido de forma sedienta en busca de algún contacto físico inclinaba su mejilla contra la mano que le daba atención.

George por su parte, veía ésto como una victoria, cada pequeña señal de rendición, cada palabra susurrada en la oscuridad, le daba más poder, podía ver cómo el otro empezaba a necesitar de sus atenciones, como cada vez se mostraba menos reacio a sus caricias cuando antes le había mordido la mano con rabia dejándole una cicatriz.

Su amor enfermizo y posesivo crecía con cada día que pasaba, convencido de que estaba logrando lo imposible... transformar a su Ritchie en un amante cautivo, loco y desesperado por él, por más que quisiera huir ni podría porque él era todo lo que Richard tenía, no tenía a más nadie y sabía que tarde o temprano el otro se daría cuenta de ello.

El ciclo continuaba, un interminable descenso hacia la locura compartida, donde el amor y el terror se entrelazaban de maneras que ninguno de los dos podía comprender completamente.

𝙎𝙩𝙤𝙘𝙠𝙝𝙤𝙡𝙢 [𝑆𝑡𝑎𝑟𝑟𝑖𝑠𝑜𝑛]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora