Capítulo 13

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Después de una noche de festejo, Carlos y yo nos fuimos a casa. En el camino, Carlos tomó mi mano. Cuando llegamos a casa, los dos bajamos deprisa sin ponernos de acuerdo. Cerramos la puerta de la casa, Carlos me recargó en la puerta y se acercó a mí, me analizó de pies a cabeza

"Ese vestido es muy peligroso" dijo

"Es bonito" contesté

"Se ve bien pero, se vería mejor en el piso" dijo sonriendo

Carlos recargó mi espalda contra su pecho, comenzó a acariciar mi brazo, después comenzó a besarme, haciendo un camino desde mi cuello hasta mi mano, podía sentir su barba raspar contra mi piel, y sus labios dejando gotas de su saliva sobre mí. 

Mientras hacía eso su mano bajaba entre mis piernas y se escondía entre mis muslos. Cuando su pulgar llegó a mi ropa interior, dejé escapar un gemido y me volteé solamente para esconderme en su cuello, estaba muy mojada. Carlos comenzó a mover su pulgar sobre mi ropa interior, aumentando la velocidad cada vez que me movía, yo solo miraba hacia arriba mientras me retorcía

"Necesito que aguantes un poco, se una niña buena y aguanta" dijo él

Me cargó entrelazando mis piernas en su cuerpo, me llevó a la cocina y me colocó en la encimera. Nuevamente comenzó a besarme, esta vez desde la boca hasta el cuello, después sumergió su cabeza debajo de mi vestido, sentía su lengua en mis muslos, sentía como se erizaba mi piel; y mientras recorría mis piernas, tomó mis pantis con su pulgar y se deshizo de ellos. Después de eso su lengua dejó de estar en mis muslos, sentía su saliva en mi ingle, sentía su aliento caliente y acelerado en la zona peligrosa y antes de entrar por completo sacó la cabeza, y subió hacia mí

"Sabes tan bien Julieta" dijo

Comenzó a besarme nuevamente, mientras deslizaba su mano entre mis muslos, sentía sus dedos recorriendo mi piel, acercándose poco a poco a la zona peligrosa. Y sin pensarlo dos veces entró, comenzó a moverse dentro de mí y yo dejé escapar un gemido, era como si conociera mi anatomía perfectamente, sabía a donde moverse, sabía que hacer. Mientras él hacía su magia yo mordía mi labio, intentando que los gemidos no escaparan pero, era en vano. Él aumentaba la velocidad, yo me aferraba a él mientras enterraba mis dedos en su cabello, él gemía en mi oído

"Aquí tú mandas Julieta" dijo mientras llenaba mi cuello de besos

Yo no podía parar de mover la cabeza, era imposible para mí estar quieta. Mis piernas comenzaron a temblar un poco más, sentía como corría la sangre por mi cuerpo, escuchaba mi corazón latir al ritmo de la respiración de Carlos

"Más rápido" dije, Carlos comenzó a moverse más rápido

"Más rápido" volví a gritar, esta vez tirando de su cabello

"Lo que tú pidas" susurró Carlos en mi oído

Carlos obedeció la instrucción que le dí, aumento la velocidad cada vez más, yo enterraba mis uñas en su cuello y besaba su oído

"Carlos" dije como un gemido en su oído

Carlos siguió, mis piernas temblaron y alcancé aquello que ambos queríamos, cuando terminé Carlos sacó su mano de mi entrepierna, me cargó y subimos a mi habitación. Mientras subíamos las escaleras, Carlos me dijo al oído

"Mi única meta es que siempre estés satisfecha Julieta"

Entramos al cuarto, Carlos desabrochó y tiró mi vestido al piso. Me cargó hasta la cama, mientras yo me sumergía en las sábanas él se deshacía de su ropa; en menos de un minuto ya estaba adentro de las sábanas conmigo. Rápidamente comenzamos a besarnos, esta vez él comenzó a sumergir su cabeza en mi cuello, y con su lengua comenzó a descender, pasó entre mis pechos, mi abdomen, mi ombligo y llegó al lugar perfecto. Comenzó a saborear el exterior, yo me retorcía entre las sábanas, miraba al techo mientras salían gemidos de mi garganta

"Julieta, necesito que me veas. Mirame a los ojos" dijo

Volteé hacia abajo, mis ojos se encontraron con los suyos, los dos miramos la manera en que ambos saboreábamos el momento

"¿Así que obediente?" preguntó desafiante

"No" respondí

Lo tomé del cabello y lo sumergí en mí, comencé a manipularlo a mi antojo. Él no dudo en seguir el movimiento que le indicaban mis manos, mientras tomaba mi cintura entre sus manos casi como si quisiera mezclarse conmigo, no era suficiente para él. Carlos siguió mis indicaciones silenciosas a pie de la letra, mis piernas comenzaron a temblar. Carlos me saboreo como si fuera el mejor champagne que alguna vez le haya mojado.

Tomé a Carlos del brazo y lo senté en la orilla de la cama, me puse de rodillas frente a él y levanté mi mirada hacia él

"A veces obedezco" dije con una sonrisa en la cara

Carlos se levantó de la cama, me tomó por el cabello y entró en mi boca, él hacía los movimientos, yo era su marioneta

"Sí, Julieta" gimió mi nombre

"¡Así!" gritó

Mi lengua chocaba con él, mis dientes lo rozaban y mi garganta llegó a toparse con él. Tomé su cadera entre mis manos y levanté mi mirada hacia él. Carlos se dio cuenta y nuevamente estábamos viendo como disfrutaba el uno del otro

"No aguanto más" dijo

Rápidamente me levantó y me sentó en sus piernas

"Julieta, te deseo como no tienes idea" comenzó a besarme el cuello

"¿Qué esperas entonces?" sonreí

Carlos me deslizo hacia la cama, y se colocó encima de mí; primero fueron besos, besos desesperados, era tanto nuestro deseo de estar entrelazados que Carlos no tardó en entrar. Cuando lo hizo dejé salir un pequeño gemido, Carlos tomó mi brazo y lo recargó en la cabecera, apretó su mano con la mía. Mientras se movía dentro de mí, era rápido, rítmico, exquisito, sentía como cada centímetro de mi piel se derretía ante su tacto. Carlos comenzó a besarme, mordiendo mi labio, rozando mi lengua con la suya, suave pero exigente, era como si no pudiéramos tener suficiente el uno del otro. Poco a poco sentí como mis piernas comenzaban a temblar otra vez, Carlos lo sintió también

"Espera un poco Julieta" me dijo al oído

"Lo que digas cincuenta y cinco"

Después de que dije eso Carlos dejó salir un gemido y retorció la cabeza. Mis piernas comenzaron a temblar cada vez más rápido, apreté mi mano con la suya, Carlos me miró a los ojos, y sonrío. Una sonrisa cínica, satisfecha, ardiente. Miré hacia el techo, mientras me retorcía, empapándome en el momento mientras podía

"¡Mírame!" gimió Carlos

Lo miré, tomó mi cuello con la otra mano, yo me aferré a él con la mano que tenía libre, comenzando a rasguñar su espalda. El contacto visual se volvió más intenso.

Ambos acabamos. Dejando salir un último gemido

Carlos salió y se recostó junto a mí, me abrazó y comenzó a acariciar mi cabello

"Prefiero dejar de correr antes que estar lejos de ti Julieta" dijo mientras besaba mi frente

"Y yo prefiero nunca poder abrir un libro antes que dejarte ir" contesté

Carlos me envolvió en sus brazos y nos quedamos dormidos.

Cincuenta y cincoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora