ViceVersa Tour [V.T]

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Interludio. Ignorar este capítulo si deseas.

[XxX]

Buscar un nuevo lugar de inspiración no fue muy difícil. En especial porque no era demasiado quisquillosa.

Esta plaza, esta pequeña plazoleta dónde su tan apreciado ambiente había sido remplazado por un montón de jóvenes protestantes, fanáticos de la Iglesia de Chainsaw Man, y drogadictos en busca de dinero para más droga; sería su refugio hasta nuevo aviso. Al menos tenía unas bancas bastante decentes en su opinión. Tampoco le desagradaban los enormes afiches con imágenes de esa nueva Devil-Hunter que había comenzado a causar revuelo entre los jóvenes.

Se sentó en la banca, dejó su libreta de canciones a su lado izquierdo y sacó una cajetilla de cigarros recién robada a uno de esos jóvenes que se estaban metiendo al mundo de las drogas.

No acostumbraba a fumar luego de juntarse con Rei. Era un hábito que, por Munenori, había dejado de lado.

Además, Rei odiaba el olor a humo del cigarro. Pero a ella le gustaba, disfrutaba de la sensación se ser ahogada por sus propias decisiones. De saber que eso le hacía daño, y que ella lo permitía. Le gustaba la sensación del humo picando sus ojos y garganta. Y, sobre todo lo demás, le gustaba el fumar porque la hacía sentir melancólica respecto a sentimientos que ella misma confundía con añoranza y deseo.

Sí... le gustaba.

Dejó caer la colilla al suelo, la pisó con su bota negra y sacó otro cigarro. Se lo llevó a los labios y, como si cuidara al fuego, lo encerró para que no le llegara el viento que pudiera apagarlo. Kishibe le había enseñado en su día a como hacer cigarros caseros. Estaba claro que él deseaba sorprenderla con su gran inteligencia.

Pobre imbécil.

Su fuego fue opacado por una sombra. Su ojo percibió el repentino movimiento que tuvo la llama, y supo instantáneamente quién era la persona al frente suya.

Su ojo negro viajó lentamente por esos zapatos negros, por ese pantalón negro con tirantes, por esa camisa blanca con una horrible corbata roja, y se detuvo en ese rostro tan molesto que tenía una sonrisa plástica impregnada, fundida, en la piel pálida del hombre de cabello largo oscuro. Varm era su nombre si no recordaba mal. Ella sostuvo la mirada, la repulsiva mirada sonriente, del hombre durante unos momentos antes de parpadear lentamente y encender su cigarrillo.

"Oh... eres tú." Comentó sin mucho ánimo. "¿Qué quieres ahora?"

Él se rió. Claro que lo haría, era extraño con una apariencia extravagante, estaba loco. Dijo:

"¿No puedo visitar a una vieja compañera de trabajo?" Preguntó, con una sonrisa típica de él e inclinando la cabeza. "Fue un verdadero fastiiiidio encontarte ¿sabes?" Se dejó caer sin cuidado, arrastrando las palabras con fingida molestia, junto a Quanxi, justamente donde había dejado la pequeña libretita en la que escribía canciones. La peliblanca agarró la libreta entre dos dedos cuando el hombre se la ofreció sin pronunciar nada.

"Se suponía que lo fuera." Comentó de forma ácida, dando una bocanada de humo sin girarse a mirar a Varm. "¿Qué quieres ahora?"

"¡Oh, cierto!"

Varm fingió pensar. Tomándose la barbilla con una de esas muecas caricaturescas de cuando un personaje estaba pensando o reflexionando profundamente acerca de un tema. Pero claro, él fingía. Sabía lo que iba a decir incluso antes de que Quanxi hiciera la pregunta.

"¿Dónde está Chainsaw Man?"

Quanxi se llevó el cigarro a los labios. Tomó una bocanada y lo soltó, camuflando un suspiro que fue capaz de retener. Hizo todo lo posible por ignorar como él la estaba mirando. No, no la estaba mirando directamente, desenfocaba la vista para dar el efecto tan aterrador de que la estaba mirando y al mismo tiempo no estaba mirando nada. Era más bien la mirada penetrante que tenía Makima cuando algo le salía mal, o al menos la simulaba. Pero tenía el factor cercanía a su favor, lo que le daba esa intensidad propia del Demonio Del Control.

Amor, dem- Espera ¿Amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora