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⠀⠀─⠀Satoru ¿Has visto a Gilberta?⠀─⠀preguntó, pasando su vista por todo el salón esperando detectar al pobre animalito.
Suspiró con frustración al no hallarla.
⠀⠀─⠀Debe estar en su cama, ya sabes como es de dormilona.
⠀⠀─⠀Pero pase por ahí y no estaba.⠀─⠀murmuró para si.⠀─⠀mejor iré otra vez.
Caminó con dirección a la esquina donde la cama de la pequeña conejita se encontraba, pero se detuvo al instante y con el ceño fruncido, se giró nuevamente el dirección al albino.
Confundido parpadeó un par de veces antes de preguntar.
⠀⠀─⠀Un momento ¿Y tu que haces aquí?⠀─⠀el aludido levantó la cabeza que tenía recostada en el respaldo del sofá. Bajo el pie que tenía sobre el mueble acostándose en una mejor postura.
⠀⠀─⠀¿No puedo venir a visitar a mi novio y a mi hija?
Suguru negó y una sonrisa se formo en el albino.
Después de meses intentando obtener el si por parte del pelinegro, Satoru finalmente podía decir que estaba satisfecho. Le había costado pero logró su cometido; conquistar al chico malhumorado de su clase por el que venía teniendo una atracción desde hace años.
Pero Suguru no tenía porque enterarse de eso, tampoco debía saber la razón de sus constantes molestias hacía él para llamar su atención.
Y Suguru jamás pensó llegar a tener una relación que sobrepasará el compañerismo con Satoru, ni siquiera una amistad cruzó por su mente. Pero mírenlo ahora; ahí estaba con ocho meses de relación con aquel chico que a pesar de su forma de ser, lo hacia feliz.
Y no olvidemos a una linda conejita que hacia de sus días divertidos y alocados.
⠀⠀─⠀Te estoy mal acostumbrando.
⠀⠀─⠀Si, bueno, hay que irnos preparando para cuando nos casemos.
⠀⠀─⠀Para eso falta mucho.
⠀⠀─⠀¿Y eso que? No rompas mi burbuja. Es más, podemos ir practicando para la luna de miel.
⠀⠀─⠀¿Qué? No, claro que no.⠀─⠀intentó retroceder pero los brazos de Satoru fueron mas rápido y lo envolvieron en un abrazo.
Se removió con insistencia cuando la nariz de su pareja se froto contra su mejilla.
⠀⠀─⠀Anda, se que quieres.
Maldiciendo internamente Suguru de movió más, aún sabiendo que su táctica era inútil contra el menor.
⠀⠀─⠀Por supuesto que no Satoru.
Y las constantes y tiernas caricias continuaron por el resto de la tarde.
Con dos chicos enamorados abrazados en el grande y cómodo sofa junto a una conejita saltando por todo el lugar.
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