08~ Cuando nadie me ve...

123 12 0
                                    

Estoy tirada en el sofá, con mi helado Ben&Jerry's de caramelo y pienso en mi actitud frente a las relaciones amorosas o frente a los hombres en general. Hacía dos semanas que había expulsado a Carlo de mi vida y de mi cama. El tiempo me estaba dando la razón y si no hubiera tenido razón en mis afirmaciones, él ahora estaría conmigo, compartiendo una botella de vino y hablando de mil cosas.


Las semanas anteriores habían sido de lo más normales, grabación del programa, salir con Carlo al cine, vernos o cenar en mi casa, hablar, reírnos de varios temas y acostarnos. Metí una cucharada de helado en mi boca y cerré los ojos disfrutando de lo empalagoso que era. Sinceramente, no sabía que había pasado, no soy persona de dobleces, soy bastante transparente y creo que todo estaba claro entre nosotros.


El programa sobre el yihadismo había sido un gran éxito, con el mayor índice de audiencia. Todos estábamos muy contentos y lo celebramos la noche siguiente a la emisión. Fuimos a un bar a tomar unas copas y yo invité a Carlo, por si quería compartir ese día conmigo, igual que hice con Noa y JD.

La verdad, yo misma me daba cuenta de que hacíamos una "pareja" un poco peculiar, pero no sé mira a Briatore y Elisabetta Gregoraci, esos sí que son pa' echarle papas. Carlo era alto atractivo y seductor y yo, bueno aunque tenía mi encanto no todo el mundo sabía apreciarlo. El caso, que esa noche descubrí que había un abismo entre nosotros que el sexo no podía cubrir, y quise pensar que Carlo también se había dado cuenta.


Unos días después e intentando olvidar mis pensamientos, me invitó al teatro y yo se lo agradecí con una cena en un restaurante que me encantaba. Pasamos una noche un poco rara y en mi cabeza volvió a saltar un chispazo. Cuando estábamos solos éramos perfectos, pero en el momento que nos rodeábamos de gente la cosa cambiaba. Carlo actuaba muy distante, sonreía a duras penas e intentaba no mirarme, ¿se avergonzaba de mí? ¡Vamos lo que me faltaba! Que un mamarracho que me conocía de dos días intentará que me sintiera mal conmigo misma. Y si era así ¿por qué demonios insistía en sacarme de paseo como una viejecita ávida de sol? Ni que fuera él Morgan Freeman y yo Jessica Tandy en Paseando a Miss Daisy.


Mis "temores" aumentaron cuando al día siguiente me volvió a invitar a un lugar público y aquello acabó como el Rosario de la Aurora...

- ¿Te ocurre algo?-. Pregunté mirándolo.

- No, nada-. Dijo mirando a los lados, imité su gesto.

- Bien-. Me levanté y salí del local con la intención de irme a mi casa.

- ¡Arielle!-. Su voz llegó a mis oídos cuando ya estaba en la calle.

- ¿Qué?-. Me giré para encararlo.

- ¿Dónde vas?-. Solté una carcajada al oír su patética pregunta.

- Me voy a mi casa, Carlo-. Le dije simplemente.- No sé qué te pasa y como tampoco me lo quieres contar...-. Me encogí de hombros.- Así que para mirar el plato de comida como un perro abandonado me voy a mi casa y me evito el mal rato.

- Mi scusi-. Se llevó una mano al pelo y se lo echó hacia atrás.- No estoy acostumbrado a salir con chicas como tú.

- ¿Cómo yo?-. Me miré y fijé la vista en él sin entender.

- Tan...-. Soltó una risita.- Tan...-. Movió las manos intentando no decir gorda, rellenita o el adjetivo que se le pasara por la cabeza.

- Ya te entiendo-. Sonreí complacida.- Pero si estas acostumbrado a acostarte con ellas ¿no?-. Lo miré perpleja.- Total en esas circunstancias no te van a ver con una gorda.

- Bueno...

- Lo que no entiendo es a que vino todo el paripé del aeropuerto, los mensajitos, los detalles románticos-. Me mordí la lengua nada más terminar, pues frente a mí se presentaba la evidencia en forma de sonrisa picara en los labios de Carlo.- Bien-. Sonreí con amargura.

- Cara mia, contigo lo he querido intentar-. Se acercó a mí y me atrajo por la cintura.- Pero no puedo, está es la única relación que podríamos tener tu y yo-. Se acercó para darme un beso. Pero me aparté y le di un tortazo que lo hizo retroceder.

- ¡Vete a tomar Fanta! ¡Gilipollas!-. Grité lo más fuerte que pude para dejarlo en ridículo y me fui de allí.

Parecerá que no, pero me quedé más ancha que pancha. No tenía necesidad de estar con una persona así, será que no hay peces en el mar.


Después de ese día no volví a recibir nada de Carlo, me alegré bastante de que así fuera porque había sido un verdadero patán, tampoco había tenido tiempo de pensar en lo sucedido, pues la grabación del nuevo programa, que en está ocasión se centraba en las familias que estaban a punto de ser desahuciadas, me estaba dejando tan agotada física y psicológicamente, que al llegar a casa siempre me quedaba dormida en el sofá.

Durante estos días he intentado ayudar en lo posible a las familias, dándoles voz, nombre y apellidos a todos ellos, contando sus historias e intentando dar una solución a sus problemas. Tenía la conciencia tranquila y estaba en paz conmigo misma... Hasta esta noche.


Por esa sencilla razón sigo en el sofá con el helado, porque yo al menos tenía la intención de hablar con él y dar por finalizada la "relación". Pero él sencillamente quería seguir con esa absurda situación en la que solo había sexo, y no es que pretendiera que se declarara loco por mis huesecitos, pero una explicación como mínimo.

Pensé en enviarle un mensaje, en hablar con él, pero no tenía ganas de gastar mis huellas dactilares y mucho menos saliva, como dice ese sabio refrán: "contra menos bulto, más claridad". Ahora veía todo con más claridad, Carlo era tan miserable que con las chicas no pasaba de besos y caricias, el iluso se conformaba con gorditas desesperadas a las que necesitaba mantener contentas para que no les fallara cuando a él le daba el calentón, que solía ser todos los días.


Miré el balcón y reí como una histérica, la claridad que veía se debía a que la luz del amanecer estaba entrando por mi ventana, menos mal que mañana era domingo y no tenía que trabajar. Me levanté y me dirigí hacía él, con mi helado en la mano y la cuchara camino de la boca. Podía ser muchas cosas, pero no iba ser una desesperada, porque para que negarlo... gordita ya era, sonreí pensando en una canción de Alejandro Sanz...

"Cuando nadie me ve, puedo ser o no ser"

Arielle y los hombresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora