Dejarse llevar

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Día 1: Escuchar

— Vamos, tú puedes, solo necesitar mover un poco más tu

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— Vamos, tú puedes, solo necesitar mover un poco más tu... — la presión en su pie lo hizo callar. 

De nuevo, su pequeña hija adoptiva le había dado un pisotón en un intento por aprender la forma correcta en la que tendría que moverse cuando, llegado el momento, tuviera que bailar de acuerdo a la música que sonaría en la fiesta de fin de semestre que se haría en el Edén.

El día anterior por la tarde, apenas había llegado a casa, Anya comenzó a contarle a Loid sobre la fiesta que se celebraría en el colegio, por lo que este decidió que tendrían que comenzar a perfeccionar las nulas habilidades de baile de la niña. Por ello, llevaba aproximadamente dos horas intentando que ella aprendiera los pasos correctos que tendría que llevar a cabo sin pisar a su respectiva pareja. Aunque ya quedó claro que había sido en vano. 

Si seguía así, cuando acabaran tendría que aplicarse hielo.  

No lo entendía. Se supone que es mejor enseñarles las cosas cuando aún son pequeños, pues así las acatan con mayor eficiencia, pero en Anya parecía ser todo lo contrario. Cuando trataba de dar una vuelta siempre tropezaba con sus propios pies y terminaba cayendo al suelo, o cuando trataba de dar un paso hacia delante terminaba pisándolo. Era inútil.

Ni siquiera los novatos que alguna vez llegó a adiestrar antes de que se incorporaran por completo a WISE se mostraban tan renuentes a aprender algo. Y peor aún, algo tan sencillo como el vals.

— Lo siento, pa. Anya no se dio cuenta de que tu piecito estaba ahí.

— No es... — cuando bajó la cabeza para hablarle se dio cuenta de algo importante.

¿Acaso la baja estatura de la niña a comparación de la suya era lo que hacía que se le dificultara tanto aprender? Era cierto que tenía que estirarse tremendamente para tomar sus manos de manera correcta para balancearse al ritmo de la música, pero no creyó que fuera un factor tan importante. Quizá debió prestar más atención a ello.

Odiaba que fuera una posibilidad, pero quizá Franky tenía razón, la vida cotidiana lo estaba relajando. 

Tras unos segundos, el escuchar la puerta de la entrada abrirse y saber quién cruzaba por ella le hizo tener una idea. Quizá si Anya veía como alguien más acataba esa tarea de forma correcta, podría mejorar un poco al tener una idea de cómo se ven dos personas danzando correctamente para posteriormente ella hacerlo de la forma indicada.

— ¡Estoy en casa! ¡Lamento tanto haber tardado!

— ¡Ma! — Anya fue corriendo hacia la mujer que acaba de entrar a la residencia — ¡Pa me ha hecho moverme raro todo el día!

Ella miró al aludido y sonrió mientras acariciaba la cabeza de su hija en un gesto cariñoso.

— Bienvenida, Yor. ¿Cómo te fue en el trabajo? — él se acercó a ella.

Everlasting Love | Twiyor week 2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora