39| Querido diario...

1.5K 107 81
                                    

¡Digan no a los lectores fantasma!

porfis comenten, y escuchen la hermosísima canción dueña del capitulo.

porfis comenten, y escuchen la hermosísima canción dueña del capitulo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Extrañada, furiosa, molesta. Y podría seguir nombrando palabras que me identifican en este momento, pero la principal podría ser Confundida.

Y es que, ¿qué hice mal? Me preocupé por Luka, traté de pedirle que no vea a su padre, y aun así la sigue jodiendo con el mismo tema. Y no voy a mentir, empieza a afectarme, en el sentido de que me siento una completa metiche en su vida personal.

Incluso anda un poco distante, o sea, me habla y todo, pero... no como antes.

Revuelvo la pajita de mi batido sin muchas ganas, y la mirada de Natt sobre mí es evidente, así que doy un sorbo. Puaj, es espeso, rosado y... puro azúcar ¿hace cuánto no tomaba algo parecido?

—Al menos disimula, o finge que te gusta.

Frunzo los labios.

—No puedo... ya te dije que no...

—Que no te gustan las bebidas azucaradas. Sí, ya lo sé, pero no puedes seguir así —interrumpe el pelirrojo, tomando un sorbo de su Frappuccino con una calma que me irrita—. Y no lo pienses tanto.

—¿Qué cosa? —pregunto, aunque sé perfectamente a qué se refiere.

—Lo de Luka, te está consumiendo.

—Pff, no es cierto.

Ruedo los ojos, y la mirada de Natt solo denota escepticismo.

—¿Sabes? Te quiero muchísimo, pero si vas a estar mal por tu novio... solo déjalo.

Levanto la mirada al instante, Nathan está sonriendo de forma angelical, y yo le devuelvo el gesto, pero de forma cínica.

—¿Tienes idea de lo que me costó todo?

—Obvio, es mi novela diaria desde el día en el supermercado.

—Ay, no es cierto.

Le doy otro sorbo al batido, y no puedo evitar hacer una mueca. Nathan enarca una ceja.

—Ay es que es insoportable, pero es lindo —habla, imitando una voz chillona... la mía—, o sea, creo que me gusta, pero no sé, igual es solo un amigo ahora; antes lo detestaba, pero... ash.

Le salpico con unas gotas de mi batido.

>>¡Oye!

—Para que te calles —sonrío burlona.

Toma una servilleta y se limpia la camiseta. Le queda bonito el color celeste, aunque no le queda bien el ceño fruncido.

—Sucia —protesta—, pareces niña pequeña echando todo.

Qué Asco El AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora