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Carolina

Cuando desperté estaba en una habitación que claramente no era la mía, y observar quién dormía plácidamente de espaldas a mí, me refrescó por completo la memoria.

Había dormido un par de horas como mucho y maldije una y otra vez mientras recordaba con detalle todo lo de la noche anterior mientras me vestía a toda prisa.

Salí del lugar antes de que Aurora pudiera despertarse y arranqué mi coche para conducir a casa a toda velocidad, con la imagen de su cabello cobrizo bañado por los rayos del sol en mi mente.

Al llegar a casa tuve que darme una ducha fría para sentir que ponía mis pensamientos en orden y posteriormente, al mirarme en el espejo. Casi me caigo al ver la cantidad de marcas que había en mi cuerpo.

El timbre sonó cuando me había vestido y pude deducir de quién se trataba. Abrí la puerta y vi pasar a Aria con una gran caja.

—Traigo el desayuno. ¿Has estado con un vampiro? —me preguntó mirándome el cuello, por lo que instintivamente me cubrí con la mano.

—Déjame, ¿quieres?

—No me digas que has vuelto a caer con Emma. Tía... Que está con alguien el padre de esa chica.

—No he hecho nada con Emma, Aria.

Esta comenzó a sacar cosas de la caja, muffins, galletas, tostadas y posteriormente volvió a su coche y regresó con un café y un matcha latte.

—Cuéntame quién ha sido el o la afortunada entonces... —dijo pasándome el matcha. —Aunque creo que puedo intuirlo.

—Créeme, no quieres saberlo.

—Fue con esa chica ¿verdad? ¿Aurora? —preguntó haciendo que me atragantara con el matcha y supe que mi gesto fue solo una confirmación para ella. —¡Lo sabía!

—¿Cómo coño lo sabes?

—Vi como os mirabais. Por eso os dejé solas.

—No me puedo creer que haya hecho algo así.

—No es tan malo...

—No, solo es mi alumna. —dije rodando los ojos. —Podrían expulsarme, Aria. Podría perder mi trabajo. Y ella podría ser expulsada también estando en el último año. Esa mancha sería imborrable de su expediente.

—Que mona, te preocupas por ella. —sonrió Aria.

—¡Aria! Esto es serio. Si me acusa con alguien de coacción o...

—¿La coaccionaste?

—Casi que me coaccionó ella a mí. —declaré dando un sorbo.

—¿Entonces?

—Su amiga nos vio, en el coche. No le dio importancia pero... ¿y si quieren chantajearme?

—Llámala. —dijo como si de nada se tratara.

—Pero ¿estás loca?

—Pareces una adolescente hormonal. Sois adultas ¿no? Llámala y acláralo. A no ser que te guste más de lo que crees y no quieras salir de la burbuja de deseo sexual.

EL RADIO DE SUS OJOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora