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Aurora

—Buenos días. —dije a Sofia sonriente al encontrarla saliendo de su edificio.

—Te veo contenta.

—¿Por qué no iba a estarlo?

—Llevas todo el finde encerrada. —me dijo alzando las cejas y comenzando a andar junto a mí.

—Estaba cansada. A propósito, gracias por prestarme el coche el sábado.

—Me has dado las gracias mil veces. No hace falta que me agradezcas nada. Mi coche es tuyo siempre que no lo estalles. Aunque creo que es más probable que lo haga yo, que tú. —bromeó.

—Puede ser. —reí.

—¿No tenías hoy la reunión con Carolina?

—No me lo recuerdes. El encuentro en su casa ya fue lo suficientemente incómodo. —declaré apartando la mirada.

—No se te veía tan incómoda cuando estabas sobre ella en su coche. —dijo haciéndome rodar los ojos.

—Estaba borracha. Ni si quiera me gustan las mujeres.

—Pues para no gustarte...

—No lo digas. —advertí. —Cuéntame. ¿Qué tal es Emma?

—Pues es genial, pero he discutido con mi padre.

—¿Y eso? —pregunté curiosa. Sabía que Sofia y su padre no tenían la mejor relación. Pero tampoco solían discutir a menudo. Suponía que el no verse tan seguido ayudaba a evitar el confrontamiento.

—Se casan. —anunció.

—¿Se casan? ¿Cuándo?

—Después de navidad. Y por cierto. Emma me ha pedido que seamos sus damas. —dijo como si nada casi haciéndome escupir el café.

—¡¿Cómo?!

—Supongo que quiere crear lazos o vete a saber...

—Pero si no me conoce.

—Dice que le pareciste genial. Y eres mi mejor amiga a si que... Nos mandará a hacer vestidos a medida.

—Es demasiado pronto para procesar esa información. Nunca he sido dama de ninguna boda.

—Yo tampoco, pero será divertido y habrá alcohol gratis. —sonrió.

—Sofia. —dije con un tono más serio sacándola de la burbuja en la que estaba.

—Dime.

—Carolina es su amiga.

—Ajá. ¿Y?

—La invitará seguro

—Y eso nos afecta porque... —cuestionó.

—No es que me afecte es que... Será raro.

—Quedan muchos meses para eso, relájate. De aquí a la boda no te acordarás de lo que pasó entre vosotras. Además mi padre y Emma conocen a un montón de gente, seguro que hacen algo a lo grande y ni si quiera nos la cruzamos.

—Sí, eso espero. Dale las gracias a Emma de mi parte por considerarme como dama de honor.

—Lo haré, aunque seguro que solo lo hace para caerme bien. —presumió en tono bromista.

—Puede ser. —admití. —Pero sigue siendo un gesto bonito.

—La verdad es que siendo honestas me ha caído bien. Es divertida y se nota que quiere a mi padre. Creí que sería una snob superficial, pero me equivocaba.

EL RADIO DE SUS OJOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora