Su interior temblaba desesperado, sentía como la silla se empapaba de sus jugos, tendría que pedir un préstamo para arreglarla.
En ese momento entendió que no había pasado lo peor, había llegado el momento de salir del restaurante. No se veía capaz, entre el tembleque de las piernas y los tacones parecería un cervatillo recién nacido. Se negaba a pasar esa vergüenza.
- Como no te levantes ahora mismo te arrastro del collar a la salida Victoria. - iba enserio, era capaz de hacerlo.
Sujetándose en el borde de la mesa se levantó temblando, Marco no era un demonio, le ofreció su brazo para sostenerse sobre él. Caminaron hacia la recepción donde el camarero de antes les entregó la cuenta mientras les preguntaba que tal la experiencia. Victoria sentía los oídos taponados, no enfocaba la vista y sentía todo su cuerpo sudado, sabía que tenía toda la cara roja y de la vergüenza se le ponía todavía más.
-¡Victoria! - levantó la vista hacia Marco - contesta a Godoy.
- ¿Qu~e? Lo siento, no estaba escuchando.
- Señorita, le preguntaba si se encuentra bien, tiene mal aspecto, ¿necesita entrar al aseo? - Por dios no, necesitaba irse a casa a limpiarse la humedad de su entrepierna y a suplicarle a su Amo que le saque el vibrador.
-No, muchas gracias, no me encuentro muy bien, prefiero marcharme a casa, muy amable.
-No habrá sido la comida, ¿es alérgica a algún alimento? ¿Necesita que llamemos a un médico? - sentía a Marco aguantarse la risa, estaba disfrutando de la situación como nunca.
-No no no no, de verdad muchas gracias. - Por favor que no insistiese más, estaba a punto de desmayarse de la vergüenza.
El camarero iba a replicar de nuevo pero Marco lo cortó entregándole su tarjeta de crédito. Se despidieron con un saludo de manos y tomando a Victoria de la cintura salieron de ese lugar.
-Un placer haberla conocido, Señorita.
Tenía que sostenerse, era como si las rodillas se le doblasen, se sentía pegajosa e incómoda. El viento que hacía en la calle la ayudó a refrescarse en lo que llegaban al coche. Marco le abrió la puerta y la ayudó a sentarse. Nada más se apoyó, cerró los ojos y suspiró, había sido intenso y vergonzoso. Marco entró en el asiento del conductor y la miró, tomó su cara con su mano y la giró para que le mirase.
-Has aprendido la lección, ¿verdad?.
-Si, Amo - sus ojos estaban dilatados al completo, tenía las mejillas rojas y pequeñas gotitas de sudor salían de su frente.
-¿Que ha sido lo más dificil de soportar? - le acariciaba la cara, quitándole los pequeños pelitos que se le pegaban en la frente.
-Tenia miedo de que alguien nos viera.
-¿Y eso que te provocaba?
- Vergüenza.
- ¿Y que más? Dilo. - la miraba fijamente a los ojos, buscando en su interior.
- Placer.
- Eso es, mi niña, gracias por admitirlo - le besó la frente. Bajó su rostro a la altura de sus labios -abreme las piernas cariño- lo hizo, la falda no daba mucho de si pero fue suficiente. Metió la mano buscando su centro - Para mí lo más difícil de soportar ha sido el tener que verte las caras de placer - empieza a rozar su clítoris - a verte aguantarte los gemidos - introduce un dedo- el imaginarme este coñito húmedo vibrando por mí culpa. Y sobre todo oírte rogar- saca el dedo y se lo lleva a su boca. Se coloca bien y se abrocha el cinturón - Tengo la polla que me va a explotar- arranca el coche.
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Nacida para ser sumisa.
RomanceLa vida de Victoria ha dado una vuelta de 180º, pero en vez de hundirse decide cumplir su sueño. Esta es una historia con contenido adulto, lee bajo tu responsabilidad.