Aether y Mona descendieron del Monte Tianheng, disfrutando de la compañía del otro mientras exploraban los rincones de Liyue. Decidieron que su siguiente destino sería el misterioso Valle Jueyun, conocido por sus ruinas antiguas y sus paisajes impresionantes.
—He oído que hay muchas leyendas sobre este valle —comentó Mona mientras caminaban por un sendero bordeado de altos acantilados—. Algunos dicen que hay antiguos secretos ocultos aquí, esperando ser descubiertos.
Aether asintió, su curiosidad despertada por las palabras de Mona.
—Sí, he escuchado historias similares. Será interesante ver qué encontramos.
Al adentrarse más en el valle, el paisaje se volvió cada vez más impresionante. Cascadas cristalinas caían en profundas lagunas, y las ruinas de antiguas civilizaciones se alzaban majestuosas entre la vegetación exuberante.
—Mira eso —dijo Mona, señalando una estructura antigua medio cubierta por la vegetación—. ¿Crees que habrá algo interesante ahí dentro?
Aether asintió, y juntos se acercaron a la ruina. Entraron con cautela, explorando las oscuras y frías salas llenas de inscripciones antiguas y estatuas desgastadas por el tiempo.
—Parece que esto fue un templo en algún momento —observó Mona, examinando una inscripción en la pared—. Las inscripciones hablan de una antigua deidad que protegía este lugar.
Aether se inclinó para observar más de cerca.
—Interesante. Tal vez haya algo más escondido aquí.
De repente, el suelo bajo sus pies comenzó a temblar. Antes de que pudieran reaccionar, una trampa oculta se activó, haciendo que el suelo se abriera bajo ellos. Aether y Mona cayeron a una cámara subterránea, aterrizando con un golpe sordo.
—¿Estás bien? —preguntó Aether, ayudando a Mona a ponerse de pie.
—Sí, estoy bien. Solo un poco aturdida —respondió Mona, sacudiéndose el polvo de su ropa—. ¿Dónde estamos?
Aether miró a su alrededor, tratando de orientarse en la oscuridad. La cámara estaba iluminada por una tenue luz proveniente de unas extrañas gemas incrustadas en las paredes.
—Parece que hemos caído en una especie de cámara oculta. Será mejor que exploremos y veamos si podemos encontrar una salida.
Con cautela, comenzaron a explorar la cámara, utilizando la luz de las gemas para guiarse. A medida que avanzaban, descubrieron más inscripciones antiguas y artefactos que parecían pertenecer a una civilización olvidada.
—Mira esto —dijo Mona, recogiendo un pequeño medallón de oro—. Tiene un diseño muy intrincado. Podría ser una reliquia valiosa.
Aether asintió, examinando el medallón.
—Sí, definitivamente es algo especial. Tal vez tenga algún tipo de poder oculto.
Mientras continuaban explorando, se dieron cuenta de que la cámara no solo estaba llena de tesoros antiguos, sino también de trampas. Tuvieron que esquivar flechas disparadas desde las paredes y sortear pozos ocultos en el suelo.
—Esto es más peligroso de lo que esperaba —comentó Aether, ayudando a Mona a saltar sobre un abismo—. Pero también es emocionante.
Mona sonrió, sintiendo la adrenalina correr por sus venas.
—Definitivamente. Nunca pensé que un día de exploración podría ser tan intenso.
Finalmente, llegaron a una puerta enorme al final de la cámara. Estaba decorada con inscripciones y símbolos que parecían contar una historia antigua.
—Parece que hemos llegado a algo importante —dijo Mona, examinando la puerta con interés—. ¿Crees que podemos abrirla?
Aether asintió, colocando sus manos sobre la puerta y empujando con todas sus fuerzas. Con un crujido, la puerta se abrió, revelando una sala impresionante al otro lado.
La sala estaba llena de luz dorada, emanando de un gran altar en el centro. Sobre el altar, descansaba un orbe brillante que parecía pulsar con energía.
—¿Qué es eso? —preguntó Mona, acercándose al altar con cautela.
Aether observó el orbe con fascinación.
—No estoy seguro, pero parece ser una fuente de gran poder.
Mona extendió la mano para tocar el orbe, pero Aether la detuvo.
—Espera. No sabemos qué podría hacer. Podría ser peligroso.
Mona asintió, retirando su mano.
—Tienes razón. Debemos ser cautelosos.
De repente, el orbe comenzó a brillar con más intensidad, y una voz resonó en la sala.
—¿Quiénes son los intrusos que se atreven a perturbar mi santuario?
Aether y Mona se miraron con sorpresa y temor.
—Somos Aether y Mona —dijo Aether, tratando de mantener la calma—. No teníamos intención de perturbar tu santuario. Solo estamos explorando y buscando conocimiento.
La voz permaneció en silencio por un momento, y luego habló de nuevo.
—Veo que no tienen malas intenciones. Sin embargo, deben demostrar su valía antes de poder llevarse el orbe.
Aether y Mona intercambiaron una mirada decidida.
—Estamos listos —dijo Aether con firmeza.
La voz respondió.
—Entonces, deberán enfrentar las pruebas del corazón y del espíritu. Solo aquellos con un corazón puro y un espíritu fuerte podrán superar estas pruebas y reclamar el orbe.
De repente, la sala se transformó, y Aether y Mona se encontraron en un paisaje onírico. Estaban rodeados de imágenes y visiones de sus recuerdos y miedos más profundos.
—¿Qué está pasando? —preguntó Mona, sintiéndose abrumada por las visiones.
—Estas son las pruebas —respondió Aether, tomando la mano de Mona—. Debemos enfrentarlas juntos.
Las visiones comenzaron a desvanecerse, y Aether y Mona se encontraron de vuelta en la sala, de pie frente al orbe.
—Han demostrado su valía —dijo la voz—. El orbe es suyo.
Aether y Mona se miraron con alivio y emoción. Aether tomó el orbe con cuidado, sintiendo su energía pulsar en sus manos.
—Lo hicimos —dijo Aether, sonriendo a Mona.
—Sí, lo hicimos —respondió Mona, sintiéndose más conectada que nunca con Aether.
Juntos, salieron de la sala y regresaron a la superficie, llevando consigo el orbe y los recuerdos de su aventura en el Valle Jueyun.
Y así, en el corazón de Liyue, su historia de amor continuó creciendo, fortalecida por los desafíos que habían superado juntos y los secretos que habían descubierto en el camino.
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Espero que disfrutes de este tercer capítulo de "Destellos de Amor". Si deseas más capítulos o algún ajuste, ¡no dudes en decírmelo!