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Después de tres llamadas sin respuesta, Isidoro se hartó de seguir intentando ponerse en contacto con su esposa. Hacía mucho que no estaban bien, casi desde el primer año de relación. Al final, formalizar un noviazgo que acababa de empezar, por un embarazo inesperado, nunca tuvo muchas probabilidades de salir bien. Ambos estaban atrapados en una vida que no querían y lo único que les unía era su hijo.

Miró unos segundos la pantalla del móvil y soltó un leve suspiro. Laura, nunca estuvo de acuerdo con que empezara a hacer trabajo de campo para la agencia. Así qué decidió darle un tiempo a su mujer; si ella no quería contestar, no había mucho que él podría hacer.

Tenía que darse prisa, su turno comenzaba en poco tiempo; guardó el móvil de prepago en el conducto de ventilación y lo volvió a cerrar de forma apresurada.

Isidoro descubrió que trabajar sobre el terreno le gustaba más de lo que pudo imaginarse en un principio. Estar varios años currando detrás de un escritorio podía resultar algo agotador, sobre todo para alguien tan activo como él. Cuando su superior le asignó esta misión tan lejos de su familia, no le molestó tanto como debería; lo que más lamentaba era tener tan lejos a su hijo.

Todavía recordaba la discusión que tuvo con su esposa; ella supuso que se ofreció para la misión, cosa que no era cierta, pero como tampoco tuvo intención de negarse a la oferta, no se lo rebatió. Si lo miraba en retrospectiva, no es que le hubieran dado la opción de elegir, pero eso su mujer no lo sabía y esa información no es que fuera a influir en algo en aquella discusión.

Le causó interés colaborar con aquel chico que vigiló en su primera misión en un psiquiátrico y del que pudo observar su evolución de primera mano. Fue algo impresionante, pasó de ser una persona completamente desequilibrada, a alguien con quien podrías tener una conversación agradable y reírte, en apenas unos meses.

Sí que es cierto, que a Gustabo le dolió enterarse de que, en realidad, era un agente. Pero acabó entendiendo, que a pesar de haberse conocido a partir de una mentira, la amistad que desarrollaron era verdadera. Lo pudo corroborar, cuando su amigo mintió en aquel informe, en el que aseguraba que Pogo estaba completamente controlado. Gonzalo sabía que no era así, pero consideraba que no se merecía ese encierro, y dados los avances que había conseguido hacer para mantener un equilibrio entre su alter y él. Decidió exagerar una pizca los progresos de este, para así acelerar un poco su puesta en libertad.

Trabajar en la policía le gustaba, la relación entre compañeros era mucho más cercana que la que tuvo con nadie en su anterior oficina, aun habiendo trabajado varios años allí. Una de las cosas que más le satisfacía era la personalidad que había tenido que adoptar. Pese a que resultara bastante exagerada, era divertida; le daba la oportunidad de explorar una faceta suya completamente desconocida.

Siempre fue bastante serio, pero eso pudo ser el resultado de tener que madurar de forma precipitada; la prematura muerte de su madre marcó la dinámica familiar y su personalidad por completo. Tuvo que responsabilizarse de la economía del hogar demasiado pronto y para cuando pudo independizarse, su novia, de apenas un par de meses, resultó embarazada y la libertad lograda, desapareció.

Por esto, esta misión le dio la oportunidad de empezar una nueva vida. Extrañaba a su hijo, era lo que más quería en este mundo y no planeaba abandonarlo, pero su mujer era algo diferente. Ni ella ni él querían la vida que tenían, ambos habían acabado en algo que no esperaban y, por ello, tenían un acuerdo: cuando el niño cumpliera siete años, se divorciarían. Esa fecha había llegado durante su misión y desde entonces no le contestaba.

No sabía cómo lo haría, pero quería mantener la vida que estaba formando en Los Santos. Le gustaba la ciudad, su trabajo y los amigos que había hecho. No recordaba un momento en su vida, en el que se hubiera levantado de la cama con tantas ganas de empezar su día, por muy triste que sonara. Deseaba que llegara el momento de salir a patrullar con cualquiera de la malla, en especial un par de personas.

Destino EntrelazadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora